La enfermera del CEO -
Capítulo 52
Capítulo 52:
«No le vi fallas a su lógica en ese momento», respondo, y ella estalla en una risa que llama la atención de algunas personas.
No había notado lo hermosa que es cuando se ríe de esa manera.
Como sus ojos se entrecierran un poco, echa la cabeza hacia atrás y tiene que sostenerse el estómago con los brazos como si se le fuese a caer de tanto reírse.
Madison me pilla mirándola fijamente y deja de sonreír, esconde el cabello detrás de sus orejas y vuelve a tomar el café.
«Bueno, si quieres podemos esperar a Harry en mi casa. Caleb sale hasta el mediodía».
«Quisiera despedirme de él, si no te molesta».
«No es que me moleste, es que cuando Caleb se encariña con alguien es muy difícil que lo deje ir, así: como así».
A pesar de mi intención inicial de distanciarme, me siento mal por haber venido.
Creo que debí poner distancia entre nosotros desde el primer momento en que supe que ya no estaría más conmigo.
Nuevamente, el impulso de retractarme de la decisión me acecha insistentemente.
«Aun así, creo que debería despedirme»
Insisto, sabiendo que solo estoy buscando excusas para pasar un rato más con ella.
Su compañía me hace sentir vivo, y Madison ha logrado un efecto en mí que creí que no volvería a experimentar desde el accidente.
«Está bien».
La puerta de la cafetería se abre con el sonido de una campanita. Un par de chicas rubias entran riéndose a carcajadas.
Madison las ve y, de manera ‘disimulada’, se cubre la cara con la mano para que ellas no la vean.
«¿Qué sucede?», pregunto, sin poder contener mi curiosidad.
«¡Mads!», grita una de ellas antes de que termine la frase.
«¡Ah! Hola», saluda Madison.
Es obvio que está incómoda.
Las dos chicas me miran, detallan la silla antes de llegar a mi rostro. Cuando se encuentran con mi mirada seria, retroceden.
«Hace tiempo que no te veíamos por aquí, creímos que te habías ido y habías dejado a tu hijo solo con tu padre.»
«Caroline, Yasmin, siempre creyendo los peores rumores de la gente», comenta Madison con un tono despectivo.
«¿Y quién es él? ¿Ya cambiaste al militar por…?»
«Él es Alec Fairchild, el CEO de industrias Fairchild, un gusto», respondo antes de que Madison pueda decir algo.
No debería meterme, no es mi problema lo que suceda entre ellas, pero realmente odio cuando alguien intenta rebajar a otro.
Estas dos mujeres se creen superiores a Madison por alguna razón.
«¿Qué? No puede ser», murmura una de ellas.
«Ah… ya tenemos que irnos», dice Madison.
«Así es, mi nombre es Alec Fairchild.»
«¿Es tu novio?»
Cuestiona la que al parecer se llama Caroline.
«Ah…»
Madison está a punto de decir que no, arruinará por completo mi plan para callar a estas dos tipas.
«Sí, lo soy.»
«Oh, me alegro por ti», responde Caroline.
Me doy cuenta en su mirada que eso le molesta.
Madison se pone de pie, lista para salir corriendo de ahí.
Saco un billete de cien dólares y lo dejo sobre la mesa para pagar por el servicio.
«Eso es demasiado, Alec», avisa Madison.
«No te preocupes, pueden quedarse con el cambio, vámonos.»
No dice nada más, solo toma mi silla y la empuja con prisa, se despide de las chicas y me lleva hasta afuera.
Una vez que nos hemos alejado, se detiene y se pone frente a mí.
«¿Por qué has hecho eso?»
«Porque quise», digo encogiéndome de hombros.
«Pero, Alec…»
«Solo acepta mi ayuda por una vez y ya no discutas.»
«¿Ayuda? Solo…», gruñe de frustración, pero se reserva de decirme algo más.
Vuelve a la parte de atrás de la silla y continúa el camino en silencio hasta la casa.
Sinceramente no entiendo qué le enoja tanto, la salvé de las burlas de admitir que estaba desayunando con su exjefe, además, esas dos hubiesen buscado cualquier excusa para burlarse de ella.
Llegamos a su casa, donde su padre me recibe con un gran saludo.
El señor parece muy contento de verme aquí, sospecho que piensa que le devolveré el trabajo a su hija, y a decir verdad, lo estoy considerando bastante.
«¿Va a quedarse a almorzar?», me pregunta.
«Me encantaría, sino es molestia. Usted cocina muy rico.»
«¡Claro!», exclama el señor, saliendo corriendo a la cocina y dejándome a solas con Madison.
«No es justo que me hagas todo esto», suelta de pronto.
«¿A qué te refieres?»
«Te encariñas con mi hijo, con mi padre, pero sabes que hoy es mi último día cuidándote.»
“Tenemos que hablar”
POV Madison
Esas tres palabras suenan terribles sin importar el contexto.
Él y yo solo tenemos una relación estrictamente laboral, sin embargo, no puedo evitar que me tiemblen las piernas y que mi corazón se ponga errático.
Me quedo de pie con la mirada fija en él, está esperando que reaccione, sin embargo, yo no tengo idea de qué decir.
Espero que sea él quien comience a hablar.
“Cambia esa cara, pareciera que te he dado la peor noticia del mundo”.
“¿Qué?”, pregunto en estado de shock.
“Relájate, no te diré nada malo”, asegura.
¿Debería confiarme?
“¿Qué quieres decirme?”
“Mmm, en realidad yo…”
“¡Ya está listo el almuerzo!”, anuncia mi padre gritando a todo pulmón desde la cocina.
Se aparece con un plato bien caliente de costillas en salsa barbacoa.
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