La enfermera del CEO -
Capítulo 51
Capítulo 51:
“Preferiría un lugar donde no esté tu padre.”
“Bien, hay uno por aquí cerca.”
No entiendo a qué se debe este repentino secretismo.
Necesito que me explique las cosas de una vez.
Empujo la silla con cuidado hasta una cafetería que sirve galletas y diferentes tipos de bebidas frías y calientes.
No hay casi nadie a esta hora, así que tomamos una de las mesas vacías del fondo.
“Te confieso la verdad, no esperaba verte aquí”, comienza Alec, siendo el primero en hablar.
“Yo mucho menos a usted. Mire, no sé qué le hizo pensar que puede tomarse esas atribuciones con mi hijo, pero…»
“Él me llamó”, interrumpe Alec.
“¿Qué?»
“Caleb me llamó anoche y me pidió que viniera.»
Lo que ha dicho me cae como un balde de agua fría.
Mi pequeño hijo fue capaz de buscarlo a él, ¿Por qué precisamente a él?
Para que fuese su padre.
No lo entiendo.
Ahora sí que me siento la peor madre del mundo. No soy capaz ni siquiera de darme cuenta de lo que realmente quiere mi hijo.
“¿El te pidió venir?», pregunta Alec, a pesar de que se lo acabo de decir.
Por su cara, imagino que no es lo que se esperaba.
Ella debe creer que yo me ofrecí a esto por mi cuenta, o algo peor.
“Sí, él me llamó anoche y me dijo que por favor viniera, que quería mostrar que tenía un papá genial, y que yo era el indicado para eso.»
“Oh claro, y no pierdes la oportunidad de que un niño de seis años te halague como a un dios.»
“Tal vez son ideas mías, pero siento que estás molesta», digo con calma.
Madison enarca una ceja, la expresión de su cara es un poema. Claro que está molesta, pero prefiero hacerme el desentendido.
“Me alegra que sea obvio, porque sí, lo estoy. ¿Por qué has hecho esto? Yo no te lo he pedido, ni mucho menos. Debiste decírmelo en cuanto te llamó.»
“Mmmm, claro. ¿Así como tú me dijiste que pensabas faltar el último día del mes que nos veríamos?»
Abre los ojos hasta el límite cuando le refuto eso. Sus mejillas se sonrojan y se encoge en el asiento, un poco más sumisa.
“Eso es diferente», musita.
“No es diferente, sabes bien que no puedo valerme al cien por ciento de mí mismo, ¿Qué hubiese pasado si yo no estuviera aquí? Me habrías dejado completamente solo y sin nadie que me ayude.»
“Tienes a Patrick y a tu esposa.»
“Ninguno de los dos pensaba quedarse porque se supone que tú estarías ahí.»
“Bueno, pero eso no justifica que te tomaras tal atrevimiento con mi hijo como si fueras…», se queda callada en cuanto comprende lo que está a punto de decir.
No debería molestarme; de hecho, tiene razón; tampoco debería dolerme, sin embargo, el comentario me duele más de lo que creí.
“¿Por qué no dices que tengo la razón?»
Cuestiona con los brazos cruzados.
No voy a admitirlo.
Le he dado ese gusto demasiadas veces.
“Solo estás pensando en tu molestia, pero ¿Qué hay de tu hijo? Él quería alguien para el evento y yo se lo cumplí, es todo», digo, desviando el curso de la conversación.
“Debiste preguntarme antes, Alec. Alentar esto no le va a traer nada bueno, ¿Cómo crees que se pondrá cuando sepa que ya no te verá nunca más? Mi hijo no olvida tan fácil.»
“¿Lo dices por Liam?», pregunto.
Madison se pone totalmente pálida, estoy seguro que, si la toco, su piel estará fría. Ella no esperaba que su hijo me dijese sobre el hombre que, al parecer, es su prometido.
La conversación se mantiene fresca en mi mente. Poco antes de entrar al salón, Caleb me lo había explicado todo:
“Te escogí a ti porque el novio de mami no está disponible.»
“¿Novio? No sabía que tu mamá tenía novio.»
“Él no es mi papá tampoco, se llama Liam, y es un militar, pero ahora está peleando en… un país que queda lejos. No me acuerdo cómo se llama.»
Permanezco observando a Madison, quien aún está en shock. Intenta articular palabras, pero parece incapaz de pronunciarlas.
«Aah, yo… puedo explicarlo», balbucea finalmente.
«¿Explicarlo? ¿Explicar qué? Yo entiendo que no me debas explicaciones de tu vida privada. Y si la preocupación es mi mujer, pues, no te preocupes»
Intervengo, levantando una mano para calmarla.
Esa afirmación no me convence del todo.
A pesar de decirle que está bien, en mi interior algo no encaja. No debería importarme si tiene novio o no, pero la revelación me molesta más de lo que debería.
«Lamento no haberle dicho que no iría. Quería estar para la reunión de Caleb, él estaba tan molesto porque no tenía a nadie que lo acompañara este día, creí que al menos si yo estaba a su lado, podría alegrarlo, pero ahora entiendo que no es eso lo que él buscaba».
«No creo que me llamó a mí porque me adore. Él solo quería presumirle a los demás que tiene a alguien con piscina», comento con una risa, aunque ella no parece encontrar gracia en la situación.
«Me preocupa que piense que necesita de eso para ser feliz o demostrar algo».
«No lo sobre pienses demasiado. Solo es un niño de seis años jugando a ‘mi casa es más grande que la tuya'»
Trato de tranquilizarla, tomando su mano sobre la mesa.
Su mirada está cristalina, como si quisiera llorar. Intenta contenerse, pero una lágrima escapa y corre por su mejilla.
«¿Por qué lloras?»
«Lo siento», murmura, alejando su mano y secándose la lágrima.
«Es que me siento una terrible madre».
«Pues no lo eres, lo estás haciendo excelente», intento reconfortarla.
«Gracias, de verdad», responde en silencio mientras tomamos las bebidas que han estado sobre la mesa sin que ninguno de los dos las tocara.
«Lamento no haberte avisado, la verdad es que no quería que lo supieras».
«Entonces, ¿tu plan era pretender que yo llegara a tu casa y no encontrarte?»
«Algo así», encogiéndome de hombros.
Madison se ríe, y su risa contagiosa provoca que yo también lo haga.
«Si me dices que el plan lo ideó mi hijo, te juro que no voy a poder olvidarlo», comenta, y ahora soy yo quien se siente sonrojado.
«Dios, tiene toda la razón».
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