La enfermera del CEO -
Capítulo 49
Capítulo 49:
«¿Me dirás a dónde vas?»
«Nada importante, no te preocupes, no tiene que ver con la empresa.»
Ella se da cuenta de mi disgusto, o eso supongo, porque de pronto se acerca a mí, toma mis mejillas entre sus manos y me da un suave y largo beso en los labios.
Quisiera que mi corazón se acelerara una cuarta parte de lo que reaccionaba antes, pero ya no es así.
«Te amo», susurra.
«¿De verdad Jen?», cuestiono.
«Claro que sí, tontito. Sé que a veces parece que estoy más distante, pero no es así, es solo que estamos con tantas cosas, la empresa está surgiendo muy bien, te lo aseguro.»
Acaricia mi cabello y mi barba, la que siempre dice que le desagrada.
Creo que me afeitaré por ella.
Tal vez así se sienta mejor conmigo.
Luego de eso se va.
Patrick me lleva hasta el estacionamiento, donde escojo la camioneta negra para llegar. Ya que él quiere presumir de un papá con mucho estilo, pues llegar en el mejor carro es crucial.
«Señor, ¿No le dirá a Madison que se irá?», indaga Patrick.
«No quiero que sepa lo que haré, así que será una sorpresa para ella cuando llegue y no me encuentre. Te diré lo que vamos a hacer porque aceptaste sin hacer preguntas. Su hijo me llamó, quiere que sea yo quien represente a su papá en un evento del colegio,» explico.
Patrick abre los ojos con sorpresa.
«¿No cree que es algo que ella debería saber?»
«Estoy seguro de que, si se lo digo, se opondría tajante, así que es mejor que no. Solo será por una hora, luego volveremos a la casa y será como si nada hubiera pasado.»
La simplicidad del plan de Caleb no suena mal después de todo.
Y si por algún azar del destino ella se entera, pues que pase lo que tenga que pasar.
«Harry conduce en silencio hasta Blanco. Una hora después ya estamos arribando al colegio del niño. Es un lugar bastante modesto y pequeño, así que es inevitable que llamemos la atención de la gente de a pie”.
Patrick me ayuda a bajar del auto.
Nos detenemos en la puerta cuando la profesora no nos deja pasar.
«¿Vienen para el día de traer al papá?», pregunta.
«Así es, señorita,» le digo.
Ella se sonroja al verme.
Me alegra saber que, a pesar de esta silla, sigo causando el mismo impacto en las mujeres.
Solo Madison parece inmune a esos encantos.
«Ah… ¿De quién es papá? Nunca lo había visto por aquí.»
«No soy su padre, pero es algo así. Vengo por Caleb Jones.»
«¿Jones?», pregunta algo confundida.
«El hijo de Madison Jones.»
«¡Oh! Se refiere a Caleb Ross, Jones es el apellido de su madre, pero él lleva el apellido de su papá biológico. Su madre no me informó que vendría alguien, lo siento, pero creo que no puedo…»
«¡Maestra! ¡Maestra!»
Caleb viene corriendo con su mochila a cuestas.
Se detiene a medio camino para tomar aire y retoma su tierna y graciosa carrera hasta la puerta.
«Deberías estar en tu salón,» le dice con tono autoritario.
«Maestra, déjelo pasar, él está aquí como mi papá hoy.»
No puedo disimular mi sorpresa al escucharlo decir eso.
¿Realmente me ha tomado tanto cariño como para decir eso?
¿O solo está mintiendo para que la mujer me deje entrar?
Le susurra algo al oído y entonces ella sonríe y asiente.
«Muy bien, voy a confiar en ti, y en usted, ya que parece un caballero decente. Pase adelante, señor Fairchild”
Me apresuro a decir antes de que lo pronuncie como el niño.
POV Madison
No soy capaz de decirle a Alec que no iré al último día, y creo que es mejor así.
Le mandaré un mensaje cuando ya no haya oportunidad de que me busque.
Aunque quede como una cobarde, es lo mejor que puedo hacer, no creo poder soportar tener que fingir que estoy bien cuando no lo estoy.
Sé que debí decirle antes, al menos para que durante el día lo cuide Patrick o su esposa, pero no pude.
Estoy quedándome en casa de mi padre, y es el día que mi hijo tanto ha esperado.
Pienso acompañarlo a la escuela, sé que no le gustará la idea, pero es todo lo que puedo ofrecerle ahora.
Lo veo comer apresurado el desayuno, pensé que estaría más testarudo que de costumbre, sin embargo, parece bastante animado para mi sorpresa.
«Caleb, no tienes que comer tan rápido, tenemos tiempo», le digo mientras intento calmarlo.
«No, mami, no quiero que me acompañes al colegio», responde Caleb con determinación.
«¿Por qué? Hoy es el día de los padres…»
Insisto, pero Caleb me interrumpe.
«Está bien, mami, ya no importa. De verdad no es necesario que vengas», insiste él.
Incluso mi abuelo lo mira con sorpresa.
Me da un vistazo a mí, solo puedo responder con un encogimiento de hombros. No entiendo el motivo de su repentino cambio.
«Dejalo, si quiere ir sin ti, ¿Qué más puedes hacer?»
Interviene mi padre.
Tengo un mal sabor de boca con todo esto.
Es raro que después de insistirme y llorar por dos semanas, de la nada se le hayan pasado las ganas de tener a alguien que represente a su padre en la escuela. Caleb termina de tomarse su chocolate y baja de la silla de un brinco.
«¡Ya me voy!», avisa.
No me agrada la idea de que se vaya solo a la escuela, pero mi padre lo acostumbró. Me pilla mirándolo con preocupación y entonces hace ese sonidito de murmullo con la garganta.
«¿Qué?», pregunto al notar su gesto.
«Debes dejar que sea un poco más independiente, no le pasará nada yendo solo. El colegio está a unas pocas cuadras», me aconseja mi padre.
«Lo sé, pero está muy chiquito todavía», replico con preocupación.
«Mady, no lo está. Tú te ibas sola a la misma edad», refuta mi padre.
No puedo discutírselo, es verdad.
Aun así, la sensación de incomodidad en mi estómago no se va. A esta hora debería estar tomando un taxi para llegar a tiempo a la casa de Alec.
Todavía no he resuelto dónde voy a trabajar, así que, por el momento, le tomaré la idea a mi padre, y rebuscaré en algunos turnos en el hospital.
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