La enfermera del CEO
Capítulo 48

Capítulo 48:

“Lo sé. ¿Querías preguntarme algo?», indago.

Se escucha algo tímido, como si quisiera pedirme algo, pero no sabe cómo hacerlo.

“Bueno, la verdad sí. Es que… mañana tengo una reunión en el colegio, es el ‘día de llevar a tu papá’, y tienen que decir de qué trabajan”.

“¡Oh! Pues me parece muy bien», respondo, aunque en realidad me siento un poco incómodo.

Patrick enarca una ceja, lleno de curiosidad.

Me apena la situación del niño.

Es obvio que no tiene ningún papá al que llevar, sin embargo, no comprendo a dónde quiere llegar, ni por qué me llama para decirme todo esto.

“Yo solo quería saber si usted podría venir…» Su voz se va apagando a medida que termina de formular la frase.

¿De verdad me está pidiendo ir a pretender ser su papá?

Me quedo mudo, sin saber qué contestar.

En cualquier otra circunstancia hubiera dicho que no de inmediato, pero ¿Cómo podría negarle un pedido a ese pobre niño?

“Ah…”

“Mamá no se va a enterar, ella irá a su casa, y usted puede venir acá solo por un rato”.

Quiero echarme a reír por su inocencia.

Es claro que piensa que las cosas pueden ser así de sencillas.

“No lo sé, Caleb. ¿Y si tu mamá se enoja?”

“Por favor, usted es mi última opción», ruega.

“No tiene que serlo, solo como un representante.»

Imagino que quiso decir ‘representante’.

Hace una pausa y luego añade:

“Solo quiero mostrar que usted tiene un trabajo genial, ¿Puedo hablarles de su piscina?»

“Está bien, aceptaré tu propuesta solo porque has sido muy halagador y elocuente.»

“¿De verdad?», pregunta con entusiasmo.

“Sí.»

“¡Bien! Le enviaré la dirección del colegio”.

“Caleb, ¿De qué celular me llamas?”

“Es del abuelo, lo tomé prestado ahora que está afuera viendo a las vacas. ¡Oh! Parece que ya viene de vuelta, tengo que irme, ¡adiós!»

Me cuelga sin darme oportunidad de despedida.

La verdad estoy muy sorprendido de que haya sido capaz de hacer todo eso.

No solo llamarme, sino también que se le haya ocurrido la idea de pedirme a mí, precisamente a mí de todos, que lo represente como su padre.

Mi corazón da un vuelco, me ha conmovido sin querer, no puedo decirle que no a ese niño.

“Señor, no es que quiera meterme, pero, ¿Lo escuché mencionar el nombre del hijo de Madison?» pregunta Patrick.

“Sí, era él.»

“¿Lo llamó?

“Sí, me ha pedido algo muy loco, pero no pude negarme”.

“¿De qué se trata?»

Enarco una ceja y lo miro con incredulidad.

“¿Para qué quieres saber eso? Haz tu trabajo y no preguntes cosas personales. Ah, y no le digas a Madison sobre esto”.

“Lo siento, señor Fairchild.»

Él vuelve a lo suyo, y yo me quedo mucho más pensativo que antes.

Mañana es el último día de ella, pero ni siquiera estaré aquí para verla, porque ahora debo cumplirle una nueva promesa a su hijo.

A la mañana siguiente, Patrick me ayuda a alistarme bien temprano en la mañana.

“Dile a Harry que aliste el auto», ordeno.

“Sí, señor.»

Mi esposa sale de su habitación muy bien arreglada también.

Me mira de arriba abajo con suspicacia.

“¿A dónde vas tan temprano, Alec?

“Tengo un compromiso que resolver, no te preocupes. Patrick me acompañará”.

“¿Y qué pasó con la enfermera? ¿Por qué ella no va contigo?”

Hasta ese momento, olvidé por completo que no le dije nada sobre su despido.

Sé que va a matarme si se lo confieso ahora mismo, pero no tengo opción.

“Ah… ¿Cómo te digo esto sin que te enojes?”

“Ah no, Alec Fairchild, no vas a volver a cambiar de enfermera.»

Principio del formulario

Perfecto esta es la siguiente parte:

«Lo siento, pero ya la despedí hace dos semanas, solo ha estado viniendo por lo que queda del mes para poder pagarle completo.»

«¿Es en serio? ¿Y por qué no me lo dijiste en todo este tiempo?»

«Tú has estado fuera una semana, y cuando volviste, no sé, lo olvidé.»

«¿Cómo olvidas algo así?», reclama cruzándose de brazos.

«Lo siento.»

«¡Bien! No me importa, ya mismo haré las llamadas para conseguir a otra. De hecho, ¿Sabes qué? Creo que igual ella no era tan buena, te conseguiré una mejor, perfecta para cubrir todas tus necesidades», dice con una sonrisa.

A veces mi esposa dice cosas muy extrañas.

«Jen», llamo extendiendo mi mano para que la tome.

Ella deja el celular a un lado y se acerca exhalando un suspiro.

«¿Y si mejor tomamos esta oportunidad para reconstruir lo que ya teníamos? Yo puedo dejar encargado al abuelo de la empresa. Quiero volver a pasar tiempo contigo, así como antes.»

«Alec, las cosas nunca podrán ser como antes», responde con frialdad.

Creo que ella no se da cuenta de lo que me duelen esas palabras.

Al ver que no digo nada, prosigue:

«Es mejor que te cuide una enfermera capacitada, con experiencia, yo podría causarte un daño peor, ¿No lo crees?»

«Sí, tienes razón», digo en un murmullo.

Empiezo a creer que Jennifer ya no me ama, que solo está a mi lado por lástima.

El pobre paralítico al que no puede dejar porque si no, se vería como la mala de la historia.

«Buscaré otra, una mejor. Tú y yo podemos pasar tiempo juntos después», asegura.

«Bien.»

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