La enfermera del CEO
Capítulo 46

Capítulo 46:

No quiero dejarla ir, aunque no sé cuál es el motivo de mi repentino apego hacia ella y todo lo que la rodea; por otro lado, creo que es mejor que se vaya, antes de que termine hecho un desastre.

Solo me quedan dos días más con Alec.

Luego de aquel día en que llevé a Caleb a su casa, me quedó claro que no daría su brazo a torcer sin importar las circunstancias.

Es tarde en la noche, pero decidí venir a Blanco para una entrevista de última hora para cuidar a una señora de la tercera edad.

El pago es mucho menor al que me ofrece Alec, pero al menos podré estar cerca de mi hijo y de mi padre.

Suspiro profundo antes de tocar la puerta.

Las entrevistas siempre me ponen nerviosa.

Una chica joven me abre con mala cara mientras mastica chicle.

Me mira de arriba abajo con suspicacia.

No sé, me causa una sensación extraña que no termina de gustarme.

“Buenas noches, soy Madison Jones, la enfermera para la entrevista.»

“Llegas tarde.»

“Avisé que llegaría después de las ocho, vengo desde Austin.»

“Mmmm, no creo que nos convenga que viva tan lejos.»

“No vivo allá, era solo mientras tenía el otro trabajo», explico.

La chica no parece reaccionar a dejarme pasar.

“¿Quién es, Grace?», pregunta una voz masculina desde el fondo.

Se escuchan los pasos pesados de sus botas hasta que llega a la entrada.

El hombre de mediana edad, medio calvo y con una gran panza se queda boquiabierto al verme.

También me detalla, sin embargo, su mirada es más indecorosa.

No me gusta cómo me mira este sujeto.

“Hazla pasar de inmediato»

Exige a la chica.

Ella rueda los ojos y continúa masticando el chicle mientras hace un ruido bastante irritante.

La casa por dentro emana un olor nauseabundo. Intento disimular el desagrado que me causa, entre más paso tiempo aquí, más me arrepiento de haber venido, no creo que este sea el lugar para mí.

“Dice que tiene otro trabajo, entonces no nos conviene, nosotros necesitamos a alguien que esté aquí todo el día.»

“¡Cállate!», le grita el hombre.

Luego, voltea a mirarme a mí.

“¿Podrás estar disponible durante el día?»

“Ah… sí, a partir de pasado mañana.»

“¡Fabuloso! Te contrato.»

“Pero ni siquiera le has preguntado nada, ni sabe a quién va a cuidar», acusa la chica.

Ahora mismo, deseo que ella logre influir en la decisión lo suficiente como para que se arrepienta.

“¡Ash!», exclama con fastidio.

Me hace un amago para que me siente en el sillón, acto seguido, se sienta a mi lado, demasiado cerca.

Este sujeto no sabe lo que es el espacio personal.

“Tengo experiencia en el cuidado de todo tipo de pacientes», comienzo a decir.

“Si, sí. Tú. Corre, tráele algo de tomar», espeta a la chica.

“¿Una cerveza?», me pregunta.

“No, gracias. No tomo.»

“Tráele agua», ordena.

De aquí no tomaría absolutamente nada.

Ni aunque estuviera deshidratada y muriendo de sed.

La chica se va, a pesar de que suplico en mi mente que no lo haga.

Entonces el sujeto me pone una mano en la rodilla, demasiado arriba para mi gusto, y comienza a subirla lentamente hacia mi muslo.

“Estoy seguro de que será una excelente enfermera”

Ok, esto fue suficiente.

Me pongo de pie de un salto y me alejo de él.

“¿Sabe qué? Creo que no podré cuidar a su abuela, lo siento.»

Agarro mi bolso bien aferrado a mi pecho y me dirijo a la puerta.

Por fortuna, no le pusieron seguro ni nada parecido, así que abro la puerta y salgo casi al trote de allí.

“¡Espera, vuelve!”, me llama, pero yo sigo alejándome de ahí sin voltear.

Cuando siento que ya estoy a salvo, dejo escapar todas las emociones contenidas dentro de mi pecho.

Me recuesto contra una pared en un callejón vacío y dejo que las lágrimas escurran de mis ojos sin control.

No puede ser que esto me esté pasando otra vez.

¿Por qué tenías que despedirme, Alec?

Habrá sido un insoportable, pero era el mejor trabajo que podía tener.

Seco mis lágrimas con el dorso de la mano y me apresuro a volver a casa antes de que sea más tarde.

Esa gente extraña me hizo llevarme el susto de mi vida.

Entro a la casa y cierro la puerta tras de mí, apoyándome sobre ella.

Mi padre se asoma al escuchar el ruido.

“Mady, ya volviste, ¿Cómo te fue en la entrevista?”

Que me lo pregunte así, hace que de nuevo me eche a llorar.

Él se compadece de mí y corre a darme un abrazo de esos que solo los padres podrían dar.

“Horrible papá, es horrible. No podré encontrar nada tan bien pagado y medianamente de buen ambiente laboral que con él”, admito.

“¿Tan malo fue?”

Mi padre se echa hacia atrás para mirarme a los ojos, toma mi mano y me invita a sentarme en la mesa. De pronto me sorprende con una taza de café.

“Ya sabía que la ibas a necesitar”, dice sentándose frente a mí.

“Tendré que pedir turnos en el hospital, el problema es que ahora mismo no necesitan personal, así que no pueden darme un puesto de tiempo completo. Eso me lo dijo Hannah cuando me iba, la última vez.”

Le doy un sorbo a la taza.

El líquido caliente baja por mi garganta, pero no me hace sentir mejor.

Me siento como la peor madre del mundo, incapaz de poder mantener a mi hijo o ayudar a mi padre.

Principio del formulario“De todos modos, creo que deberíamos hacer el cultivo, en tres meses comenzaremos a ver los resultados”, comenta mi padre.

“¿Caleb ya se durmió?”, pregunto para cambiar el tema.

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