La enfermera del CEO -
Capítulo 45
Capítulo 45:
La mucama lo mira con una sonrisa de oreja a oreja. La verdad, no me cabe duda de que podría conquistarse a toda la servidumbre de la casa.
Comemos junto a él, pues también hago que Madison pruebe algo de la comida.
Media hora después, ya ha terminado de comer.
Su madre le limpia las comisuras de la boca sucias de miel y lo baja de la isla.
“Ahora sí, ¿estás listo? Porque vas a ver la mejor super piscina del mundo», le digo, inclinándome levemente hacia él.
“¡Sí! ¿Puedo subirme en su silla?», pregunta Caleb.
“No, Caleb», reprende Madison.
“Claro que sí», contradigo.
“Vamos a pasear en la silla.»
Escucho el quejido de Madison, pero no le doy atención.
El niño se sube a mi regazo, mientras yo comienzo a empujar la silla hasta el área de la piscina.
Su asombro al verla me produce una sonrisa involuntaria, hace mucho tiempo que nadie disfruta de este lugar.
“¿Trajiste salvavidas?», pregunto a Madison.
“No, pero él sabe nadar. ¿Es muy profunda?»
“Para adultos. Pero no te preocupes, tengo unos aquí, aunque también son de adulto. Podrá meterse en la dona gigante.»
Le indico dónde se encuentran guardados, una de las mucamas la ayuda a inflarlo mientras Caleb se queda en traje de baño.
No lo duda mucho y se zambulle en el agua de una sola vez.
“Ten cuidado, Caleb», advierte su madre.
Entretanto, ella y yo nos quedamos a la sombra bajo una sombrilla. Se sienta en la silla de la mesa juntando las piernas y las manos.
“Relájate un poco, no es necesario que estés tan tensa», le digo tratando de calmarla.
“Lo siento, es que me pone en alerta verlo solo en el agua.»
“Estará bien, además estamos aquí, no lo perderemos de vista en ningún momento.»
“Sé que ya se lo dije, pero de verdad, gracias por esto. Mi hijo no ha estado muy contento estos días, venir aquí lo ha hecho animarse.»
“¿Y por qué?», indago.
Madison está por decírmelo cuando es interrumpida por la llegada de mi abuelo.
Empiezo a sospechar que ese hombre tiene cámaras ocultas en mi casa, de otro modo no me explico cómo hace para aparecerse en los momentos más inoportunos.
“¡Vaya! Hay una fiesta en la piscina y al parecer no me invitaron», dice a modo de broma.
Ruedo los ojos con fastidio, sin embargo, a ella parece que le ha hecho mucha gracia el comentario.
Se pone de pie para saludarlo.
“Hola abuelo», saludo.
“¡Qué paz se respira cuando ella no está!», suelta de la nada.
“Abuelo, por favor no», pido.
“¿Qué? Es la verdad. He aprovechado de venir cada vez que sé que ella no está, y hoy es uno de esos días. Ya me enteré que está de viaje en Nueva York.»
“Volverá dentro de cuatro días, no te hagas ilusiones», espeta Madison.
Me ignora, y en su lugar decide saludar a Madison.
“Me alegra ver que todavía siga aquí. Usted le hace mucho bien a mi nieto.»
“Ah… «, tartamudea sin saber qué responder.
“La decisión que tomé ese día sigue en pie, nada ha cambiado», aseguro.
Mi abuelo frunce el ceño y se le borra la sonrisa del rostro.
No dice nada más acerca del tema, lo que me parece cuanto menos raro.
Creí que insistiría más.
Madison por su parte voltea a mirar a otro lado con aparente vergüenza. Sé que estaba esperando esa confirmación de mi parte y ahora la ha obtenido.
Pasan las horas, ya al mediodía, el niño está tan mojado y arrugado como una pasa.
Así que su madre le dice que es momento de salir.
Lo envuelve en una toalla y lo seca cual patito.
Luego, se lo lleva al cuarto de huéspedes para cambiarle la ropa.
“Aprovecharé que nos hemos quedado solos para hablar contigo, Alec», dice mi abuelo.
“¿Qué quieres decirme ahora?»
“No te hagas el desentendido, ya debes imaginar por dónde va el asunto. No puedes despedir a Madison.»
“Abuelo, no…»
“Si no te importa pensar en que necesita el empleo para mantener a ese niño, entonces al menos reconoce que es la única que ha logrado hacer que salgas de esta casa, incluso te ha hecho sonreír. No puedes ignorar eso solo por un malentendido.»
“Mi decisión es final, no importa lo que me digas para intentar convencerme, no sucederá. Madison tiene que irse.»
“¿Por qué la urgencia en echarla? Otros han hecho cosas peores y nunca habías sido tan drástico.»
“¿De qué hablas?»
“¿Acaso el enfermero de la noche no lo sabe?»
“No, no lo sabe, y así se tiene que quedar.»
“Eres igual de testarudo que tu padre, no entiendo cómo es que se parecen tanto», dice agitando las manos con molestia.
En eso, Madison vuelve junto al niño, que parece que ya ha drenado bastante de la energía que tiene, pues nos recibe con un enorme bostezo.
Los invito a almorzar, al igual que a Thomas.
“Esta vez no aceptaré un no como respuesta», le digo a Madison mientras empujo un plato de comida hacia ella.
“Gracias, Alec, de verdad.»
El niño y ella se comen todo lo de su plato.
Caleb comienza a cabecear después de tener el estómago lleno; al poco tiempo, se queda dormido en sus brazos.
“Puedes recostarlo en la habitación donde te quedaste aquella vez», le indico una vez que nos ha dejado solos.
“Muy bien, lo llevaré.»
Veo que abre la boca para decir:
“Gracias»
Por milésima vez.
“No vuelvas a decirme gracias, por favor», interrumpo.
“No iba a hacerlo, es solo que… ¿De verdad no piensa cambiar su decisión? Unos pocos días más, ¿eso será todo para los dos?»
Suspiro, estoy confundido.
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