La enfermera del CEO -
Capítulo 43
Capítulo 43:
Lo noto cansado, cuidar a un enérgico niño de seis años no es nada fácil. Esa es otra cosa que me aqueja, dejarle toda la responsabilidad a él.
No es justo que lo haga.
“¡Qué sorpresa verte por aquí!”, exclama.
“Los extrañaba.”
Mi padre me da un cálido abrazo y cierra la puerta detrás de mí cuando paso. Todo se ve en orden, a excepción de la mesa, que está llena de libros y papeles.
“¿Estás segura que solo es por eso que has venido?”
“Claro que sí padre, ¿Por qué más sería?”, pregunto con una risa nerviosa.
Siempre ha tenido talento para leer mis pensamientos.
“Pensé que traías noticias sobre Liam.”
“Ah, a eso te refieres.”
“¿A qué más podría estar refiriéndome?”
Cuestiona con una ceja enarcada.
Mi hijo vuelve dando brinquitos, justo a tiempo para salvarme de responder esa pregunta.
“¡Vamos mami!”
“Ok, ok, ya voy.”
Toma mi mano y me jala hacia el granero, mi padre se echa a reír y nos sigue de cerca.
Enciendo la luz para poder ver lo que quiere mostrarme.
No disimulo para nada mi sorpresa, al ver sobre la mesa un huevo de gallina incubado. Una suave luz cálida le da encima, debajo hay heno y lo protege una caja de cristal.
“¡Oh! Es maravilloso.”
“¿Viste, ma? Voy a tener mi propio bebé pollito.”
Me echo a reír de su inocencia.
Mi hijo es el niño más perfecto del mundo para mí.
“Estoy segura de que sacarás un ‘A más’.”
“Pero le falta mucho todavía para hacer”, se queja haciendo un puchero.
«Debes ser paciente, hijo, los bebés pollito no se hacen en un solo día», explicó mi abuelo con voz dulce.
«Bueno, vamos a cenar, ya debes irte a la cama», le dijo mi abuelo.
Volvimos de nuevo a la casa, donde mi padre ya había preparado una deliciosa cena. Nos sentamos a comer mientras reíamos por las ocurrencias de Caleb.
«Padre, en cuanto a lo que querías saber de Liam, sí hablé con él», le dije.
«¿Y cómo está?», preguntó con curiosidad, y quizás algo de preocupación.
«Pues, dentro de lo que parece, bien.»
«Pero estás preocupada por él, ¿No es así?»
«No puedo evitarlo, tengo miedo de que pueda pasarle una tragedia.»
«Liam es un hombre fuerte y valiente, ten fe en que estará bien»
Aseguró mi padre.
«Liam?», preguntó Caleb cuando nos escuchó hablar.
Se había puesto a jugar con sus aviones y camiones de juguete.
«¿Va a volver?»
Su entusiasmo en su voz era evidente.
Me rompe el corazón tener que decirle que eso no será así.
«Ah… Caleb, la verdad es que…», tartamudeó mi abuelo.
Abrí los ojos y negué con la cabeza, no sabía cómo decírselo.
Me puse de pie y me agaché a su altura, tomé un par de juguetes y empecé a jugar con él.
«Hijo, sabes que Liam te aprecia mucho, ¿Verdad?»
«Sí.»
«Y que a él le hubiese encantado estar aquí para ir contigo al día de llevar a tu papá a la escuela, ¿Lo sabes verdad?
«Sé que él no es mi papá, pero no me importa eso, mami.»
Un nudo se formó en mi garganta.
Está todavía muy pequeño como para explicarle por qué a su madre eso le causa un gran pesar. Le di un beso en la frente e intenté por todos los medios no llorar.
«Caleb, él no podrá venir a ese día.»
«Pero, ¿Vendrá después?»
«Sí, claro que vendrá después, solo que pasará bastante tiempo, poco menos de un año», expliqué.
Caleb se puso de pie con el ceño fruncido, dejó los juguetes en el piso y se cruzó de brazos.
«Pero mamá, si no viene ahora, ¿Quién irá conmigo al día del papá?»
«Puedo ir yo, o el abuelo Beau.»
«¡No!», gritó.
«Es el día del papá, tú y el abuelo no son papás.»
Sus ojitos se llenaron de lágrimas, salió corriendo a su habitación y se encerró, molesto.
Suspiré profundo y presioné mi entrecejo con el pulgar y el índice. No habría forma de convencerlo de otra idea.
«Lo siento, Mady, sabías que era muy posible que reaccionara así», dijo mi padre con un suspiro.
Me volví a poner de pie y me senté en la mesa recostando medio cuerpo sobre ella. Dejé escapar un gruñido de frustración.
«Ay, papá, las cosas no están mejorando.»
«¿Sucedió algo más?»
«Debo ser honesta contigo, en realidad no solo estoy aquí porque los extrañe. Pasó algo más.»
«¿Qué sucedió?»
«Alec quiere que lleve mañana a Caleb a su casa para cumplirle la promesa que hizo, y…»
Me quedé callada dejando en suspenso el resto.
No me salía decírselo, igual que a mi hijo.
Soy una cobarde.
«¿H…?»
«Me despidieron»
Finalicé enterrando la cara en la mesa.
«¡¿Qué?!», exclamó.
«¿Cómo? ¿Por qué? ¿Entonces para qué te pide que lleves a Caleb? No lo entiendo.»
«Es complicado, me dio hasta finales de este mes, porque sabe que tengo un hijo y que necesito el dinero completo, pero eso será todo. Luego, tendré que volver a empezar la búsqueda de trabajo.»
«Madison…»
Cuando usó mi nombre así, se me estremeció el cuerpo, sé que me regañará.
«Lo lamento, papá, ni siquiera fue por algo que hice en realidad.»
«¿Qué pasó? ¿Lo ofendiste?»
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