La enfermera del CEO
Capítulo 41

Capítulo 41:

“Quiero decir, no hace falta que te sobre esfuerces mi amor, Mason puede hacerse cargo. Eso me recuerda que tengo que informarte algo.”

“¿Qué sucede?”

“Tengo un viaje de negocios a Nueva York. Creo que podríamos ampliar mucho más nuestros envíos de alimentos y tengo una reunión con una gente de publicidad allá, será por una semana.”

“¿Una semana? Pero no puedes irte estando así, Jen.”

“No te preocupes, esto se cubre con maquillaje. Esta gente no tiene otro tiempo disponible, si les digo que no, ya no tendré otra oportunidad. Dicen que el grupo Kingdom es muy exclusivo.”

“Lo siento, no lo sé, no sé si sea buena idea que te vayas estando así”, dice Alec con preocupación.

“Estaré bien, de verdad”, responde Jennifer con determinación.

“Preferiría que vayas acompañada, no lo sé, tal vez Mason pueda ir contigo”, insiste Alec.

Jennifer voltea a mirar hacia otro lado antes de responder.

“Mmnm, no sé amor, no creo que Mason quiera ir conmigo. Volveríamos como perros y gatos luego de una semana juntos”, bromea.

“Aunque lo pidas personalmente, por favor no vayas sola”, ruega Alec.

“Bueno, si tú insistes, está bien, le diré”, acepta Jennifer.

Jen se acerca y le da un suave beso en los labios a Alec, pero en ese mismo momento, tocan la puerta de la habitación, interrumpiendo el momento.

“Debe ser Madison. Lo que me hace recordar que Patrick una vez más no estaba al despertar”, comenta Alec.

“¿Echaste a Patrick?” pregunta Jennifer con sorpresa.

“Le pedí que se fuera temprano para poder hablar contigo”, responde Alec.

“Oh. Por esta vez está bien, pero no lo dejes irse tan temprano, hay cosas que prefiero que haga él”, dice Jennifer con una sonrisa juguetona.

“¿Lo dices por el baño?”, pregunta Alec con complicidad.

“Está bien, entiendo que es estrictamente profesional. ¿O no?” responde Jennifer, insinuando algo con una risita.

“Por supuesto que lo es”, responde Alec con firmeza.

“Entonces no hay problema, amor. Debo irme ahora”, dice Jennifer mientras abre la puerta a Madison, quien queda impactada al verle la cara lastimada.

“Buenos días, señora Jennifer”, saluda Madison, notando el hematoma en su rostro.

“Buenos días, y adiós”, se despide Jennifer sin mirar atrás.

“No es lo que estás pensando”, se apresura a decir Alec antes de que Madison saque conclusiones equivocadas.

“No estoy pensando nada, señor Fairchild”, responde Madison con calma.

“Prefiero que vuelvas a decirme Alec”, corrige Alec, sintiéndose más cómodo con el trato informal.

“Está bien, Alec. Y no estoy pensando nada, de verdad”, asegura Madison.

“Vi tu cara, no lo niegues”, insiste Alec.

“Me sorprendí, por supuesto, pero no es difícil deducir que le pasó algo anoche y por eso no pudo llegar, ¿No es así?”, pregunta Madison, tratando de entender la situación.

“Sí, eso fue lo que pasó”, confirma Alec.

“Le dije, debió haber insistido más”, comenta Madison, dejando escapar un suspiro de alivio.

Sin embargo, la reacción de Alec le desconcierta.

¿Por qué le alivia saber que le pasó algo malo?

“Tienes razón, debería hacerte caso más seguido”, admite Alec.

“Un momento, ¿acabas de decir que tengo razón?” se sorprende Madison.

“El tono de emoción en su voz incluso le hizo olvidar que siempre me trata de manera formal”, reflexiona Alec.

“No te emociones, es solo un evento ocasional”, bromea Madison.

“Ah no, ya lo ha admitido. Además, recuerdo que me debe una apuesta. Y aunque me vaya en dos semanas, debe cumplirla”

Insiste Alec, mencionando su decisión de partir.

El hecho de que Alec mencione lo de las dos semanas solo hace pensar a Madison que ya ha aceptado su decisión final como algo inamovible.

Pero para ser sincera, ya no está tan seguro de que quiera despedirla; quizá exageró un poco las cosas.

“Es inútil, ese tratamiento no funcionará”, afirma Alec con determinación.

“¿Cómo está tan seguro de eso? No puede saberlo sino lo prueba”, replica Madison, incrédula.

“Solo lo sé”, responde Alec con obstinación.

“¡Ay!”

Exclama Madison con frustración.

Le sorprende la reacción tan explosiva de Alec.

No puede ser que sea tan necio.

“No puedes saberlo, esa es la verdad”, insiste ella.

“Bien, entonces quieres que me someta a una nueva cirugía para que coloquen esos electrodos, ¿Solo con la esperanza de que me haga mover un dedo?”

Ella queda impresionada al descubrir que tengo conocimientos acerca del procedimiento.

“No creí que supiera cómo se hacía.”

“¿Crees que no lo he investigado? Incluso podrían dejarme peor, en lugar de ser parapléjico, podrían dejarme tetrapléjico para siempre.”

“¿Acaso no buscaría a los mejores médicos en el área? Vamos, Alec, creo que solo pones excusas porque tienes miedo.”

“¿Disculpa?”

Agacha la cabeza en cuanto le digo eso.

Está cruzando una línea, ni siquiera mi esposa me lo ha insistido como ella.

“Solo digo que gané una apuesta, y me lo debe.”

“Te pagaré con cualquier otra cosa, puedo firmarte un cheque ahora mismo, pero por favor, no insistas más con eso. No lo haré.”

Parece que abrirá la boca para refutármelo, pero en cambio, se queda en silencio.

Se acerca a mi cama y comienza a hacer los pasos de rutina.

Cambiar la bolsa de la sonda, medir mi presión, que debe estar por las nubes luego de sentirme tan agitado; mi temperatura y mi pulso.

“Otra vez Patrick se fue sin haberlo bañado, ¿Verdad?”

“Sí, pero puedo quedarme así.”

“No, puedo hacerlo.”

“Con tal de que no vayas a meterte a la bañera conmigo,” bromeo.

Ella se sonroja por completo y se echa a reír.

Su risa me contagia y provoca que yo suelte una carcajada también.

Prepara mi baño y una vez que todo está listo, me lleva hasta la bañera.

Me ducho en silencio.

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