La enfermera del CEO
Capítulo 36

Capítulo 36:

Comenzamos a caminar en la misma dirección.

“Muchas gracias, de verdad.”

“Fue un placer… disculpa”, hace una pausa relamiendo sus labios.

“Nunca te había visto en la empresa, ¿Cuál es tu nombre?

“Oh, soy Madison Jones”, respondo.

“Hermoso nombre, al igual que usted. Yo soy Ethan Leone, gerente ejecutivo de industrias Fairchild”.

“¡Oh!”

Exclamo con sorpresa.

No me atrevo a decirle que solo soy la enfermera, seguramente cambiaría esa galantería que tiene conmigo.

“¡Ethan!”

Un par de hombres de traje lo llaman a lo lejos, haciéndole señas para que vaya con ellos.

“No se preocupe, yo ya tengo que irme de todas formas. Gracias por el café.”

Me despido antes de darle la oportunidad de que me pregunte quién soy o qué hago aquí. Es un hombre muy guapo, pero en definitiva yo no tengo ojos para nadie más que no sea Liam.

Me siento en una mesa vacía de la cafetería, y acompaño el café con un par de galletas que compro de la máquina expendedora, no tengo demasiado dinero como para despilfarrarlo en un almuerzo en un lugar como este, que seguro me cobraría un ojo de la cara.

Algunas personas me miran de reojo, se harán la misma pregunta que ese gerente ejecutivo.

Se me hace curioso que él no se encuentre en la reunión, alguien de alto mando como él ¿No debería estar ahí?

Termino de comer mis galletas con café mientras reviso el Instagram de Liam.

Lo extraño.

Por lo general trato de no pensar mucho en él para no deprimirme, o peor, preocuparme por su seguridad, pero de vez en cuando, mi mente se permite recordarlo.

Suspiro con fastidio.

Creo que es hora de volver a la reunión, quizá para este momento ya han terminado.

Retomo el ascensor y llego hasta el piso de presidencia.

Voy camino a la sala de conferencias cuando veo al mismo sujeto, Ethan, riéndose a carcajadas con los otros dos hombres.

La mención del nombre de Alec me hace detenerme detrás de la pared.

“¿Lo viste? Es patético, te juro que me da mucha lástima”, comenta Ethan.

“¡Ja! Te pasas, no puedes decir esas cosas del CEO”, responde uno de los hombres.

“¡Ay, por favor!, llevamos diciéndolo desde que supimos que tuvo el accidente, ¿No les parece que todo eso fue muy raro? Se desaparece por seis meses, y ahora quiere venir a hacerse el mandamás”, agrega el otro.

“Es cierto, debería quedarse en su casa, nos hace un favor a todos”.

“Aunque su mujercita no es lo mejor del mundo para administrar esto, ha habido pérdidas sospechosas”, murmura el tercero de ellos.

“¿Saben qué? Ojalá que lo manden a recluirse en su casa para siempre, debería sentir vergüenza de andar en silla de ruedas por toda la empresa, ¿él cree que nadie nota la bolsa de orina que le cuelga de ahí? Es asqueroso”, remata Ethan.

Los tres sueltan una gran carcajada ante ese último comentario.

Y yo por dentro muero de ira.

¿Cómo se atreven a decir todas esas cosas horribles de él?

Aprieto mis manos en puños y no me aguanto.

Salgo de detrás del muro a encararlos.

“¿Quién te crees que eres para decir esas cosas sobre Alec?”, cuestiono.

“¿Ah?”, responde Ethan, el hombre que antes me pareció guapo, se voltea con una ceja enarcada.

“¿Y esta quién es?”, pregunta el amigo grosero.

“Debería darles vergüenza a ustedes, atacar a una persona que no se puede defender porque no está presente, además del hecho de que insultar a alguien en silla de ruedas, y que de paso es su jefe”, les reprocho.

“Tranquila, no es para tanto”, intenta justificarse Ethan.

“¡¿Qué no es para tanto?! Evidentemente no te mereces el puesto en el que estás”, les increpo.

“Bueno y a todas estas, ¿tú quién eres para hablarme así?”, interroga Ethan.

“Yo…”

Apenas logro articular antes de ser interrumpida.

“Ella es mi enfermera”

La voz de Alec a mis espaldas me hace estremecer.

Los tres hombres se quedan pálidos y paralizados al verlo.

“¿Qué está pasando aquí?”

“Señor Fairchild, nada, es todo un malentendido”, se excusa Ethan.

“¿Es eso cierto, Madison?”

Se acerca hasta mí y toma mi mano con delicadeza para que lo mire.

No quiero meter en problemas a estos sujetos, pero realmente odié que lo insultaran de esa forma.

“Sí, señor, no pasa nada”, murmuro.

“Mmmmn, curioso, porque a mí me pareció escuchar otra cosa”.

“¡Uy! Mira lo tarde que es, Brian y yo tenemos que irnos a…”

El hombre más bajo de ellos intenta escaparse de la situación, pero no sabe ni siquiera qué inventar.

“Ethan, la próxima vez que tengas una opinión sobre mí, te agradecería que me la dijeras directamente en la cara. Cotorrear en el pasillo como vieja chismosa habla muy mal de ti”, le reprocha Alec.

“Lo lamento señor Fairchild, no se repetirá”.

“Agradece que estás aquí por tu padre, de no ser por su nepotismo, ya te habría echado”, concluye Alec.

“Lo siento”.

Los tres salen corriendo y se pierden en la vuelta del pasillo.

“¿Estás bien?”, me pregunta Alec cuando se han ido.

No tenía idea de que él estaba escuchando todo.

Me siento muy avergonzada de que me viera en esa situación.

POV Alec

Mi primer impulso es agradecerle a Madison lo que ha hecho por mí, pero no quiero que confunda mi amabilidad con que se me haya pasado la molestia con ella por lo de los documentos.

La verdad es que me sorprende que ella haya sido capaz de enfrentarse a esos tres. Pues no eran tipejos cualesquiera.

Ethan Leone, gerente ejecutivo solo por el nepotismo de su padre, quien decidió que él sería el siguiente solo por haber trabajado aquí más de veinte años con mi padre.

Ya tenía ese puesto cuando él murió y yo asumí el mando, así que no pude hacer nada para sacarlo. Nunca le caí bien, estoy seguro de que si pudiera, organizaría a todos para sacarme de la presidencia.

Luego estaba Brian y Barry Gómez.

Dos hermanitos que lo único que tienen de inteligente es saber amarrarse las cuerdas de los zapatos. Son otros dos niñatos de papi que están aquí a pesar de mi desprecio a ellos y esas decisiones; creo que va siendo hora de que los saque, así me eche a media junta encima.

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