La enfermera del CEO -
Capítulo 33
Capítulo 33:
Para solucionar el problema de su ropa interior, le coloco la misma toalla encima de su zona íntima, y le quito la ropa a ciegas, tratando en la medida de lo posible no tocar nada indebido.
Es una tarea bastante difícil, pero al final, logro hacerlo.
Nunca lo había visto vestido de esa manera, sin embargo, se ve increíble.
Durante todo el rato que lo cambio, no cruzamos ninguna palabra.
La incomodidad entre los dos es innegable.
“Lamento mucho todo esto, de verdad”.
Él lleva una mano a su cabeza y se frota las sienes con pesadez.
“Pásame mi celular”
Exige sin responder nada a mis disculpas.
Lo hago, y entonces veo que se da la vuelta para marcar un número de teléfono.
“Aló… sí, soy yo… No, no es para mí, es para una mujer…”
Se da la vuelta y me detalla de arriba abajo.
Luego, deduce mis medidas solo con la mirada; y lo peor, es que acierta con bastante precisión a todo.
“Sí, también ropa interior. Ok, gracias”.
“Señor Fairchild no es necesario que…”
“Calla. No puedes ir así a la reunión”.
“¿Reunión? ¿De qué habla?”
“¿Para qué crees que te hice vestirme así? Mi abuelo no solo vino por placer, hoy es la reunión anual de la empresa, con todos los asociados y las diferentes ramas. Tengo que estar ahí obligatoriamente”
“¿Y yo qué haría ahí?”
“Por supuesto que asistirme, para eso eres mi enfermera”.
Asiento sin responder nada más.
Mi corazón se acelera solo de pensar que tendré que aparecerme frente a un montón de estirados, y la esposa estará ahí.
Hace varios días que ni la veo en la casa.
Cuando lego ya no está, y al irme, todavía no ha llegado.
No quiero especular, pero apuesto a que está con su amante.
Todavía no he descubierto de quién se trata, y no sé si quiero hacerlo; inmiscuirme más de lo necesario en ese asunto, que no es mi problema.
Esperamos al menos quince minutos hasta que llaman a la puerta.
La mucama los hace pasar y estos entran directo a la habitación de Alec.
“¿Trajiste lo que te pedí?”
“Por supuesto señor”, le dice un hombre calvo y con un estilo asombroso.
Atrás de él, vienen dos mujeres con cabellos de ensueño.
“Bien, arréglenla para una reunión de negocios”, ordena.
“Yo estaré afuera esperando”.
“¿Ah? No, espere un momento señor Fairchild, no puedo aceptar…”
Él gira de medio lado con la silla y me mira con determinación.
“No puedes negarte, es lo mínimo que me debes después de lo que hiciste”.
Sale de allí, dejándome con estas personas desconocidas, que de inmediato comienzan a revisarme y evaluarme como si yo fuese un perro de espectáculo.
Me siento como un poddlee al que están acicalando.
Me hacen quitarme el uniforme mojado de enfermera y me dan en su lugar, un hermoso y costoso vestido blanco ceñido al cuerpo, con un cinturón dorado en medio de mi cintura.
Lleva un escote en ‘v’ no demasiado pronunciado y es corto hasta las rodillas.
Nunca en mi vida he usado algo similar.
No me siento segura al llevar una pieza como esa.
Además del vestido, arreglan mi cabello, y me ponen maquillaje.
“Esto sería lo último”
Declara el hombre de la calva, enseñándome un par de tacones a juego con el vestido.
“¿Tacones? ¿Cómo se supone que voy a cuidar al señor Fairchild llevando esto?”
“Querida, puedes cuidarlo y ser glamorosa al mismo tiempo”.
No le llevo la contraria, aunque sé que es una tontería lo que ha dicho.
Una vez que ha terminado todo el look me dejan ver en el espejo.
Casi no me reconozco.
Doy un par de pasos hacia el frente y me miro estupefacta.
¿De verdad esa soy yo?
La última vez que me vi tan arreglada fue cuando me gradué, y ni siquiera entonces me vi así de asombrosa.
“Ahora sí, te ves digna de una reunión de negocios. Todos pensarán que eres la dueña”, afirma echándose a reír.
Salgo de la habitación.
Alec se encuentra de espaldas a mí.
“Ya estoy lista”, aviso.
Él se gira en su silla, va distraído mirando su celular, así que no me ha mirado.
“Muy bien, avísale a Harry que…”
Alec queda enmudecido cuando me ve. No disimula para nada la sorpresa que le causa mi nueva apariencia.
“Le diré que ya estamos por partir”, completo.
Hay un ligero rubor en mis mejillas, pero no como el de la vergüenza que sentí al caer sobre su cuerpo en la bañera, esto es diferente.
Me agrada que él se haya quedado impresionado al verme.
Me alejo de la sala donde se encuentra para buscar a Harry, y entonces caigo en cuenta de que estoy pensando cosas muy extrañas hacia Alec.
¿Por qué me importa lo que piense de mí?
Yo tengo un prometido, solo la opinión de Liam debería importarme; entonces, ¿Por qué estoy ruborizándome por lo que él pueda creer de mí?
“Harry, ya estamos listos”.
“¡Wow! Se ve muy bien señorita Madison”.
“Gracias”, digo haciendo una pequeña venia.
Una vez que estamos en el auto, ya con Alec acomodado; las manos comienzan a sudarme sin control. Estoy muy nerviosa, es la primera vez que iré a la empresa de este hombre, y no tengo idea de qué pasará, ahora que mi trabajo está en riesgo, tengo que lograr ganarme su confianza de nuevo, probarle que yo no leí ese diagnóstico, y así tal vez pueda conservar el puesto. Necesito el dinero, si no, no tengo idea de qué será de mi destino.
…
Madison ayuda a Alec a bajar del auto y nos quedamos de pie frente a la entrada de su propio edificio.
Hace tanto que no vengo que se siente extraño estar en este lugar.
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