La enfermera del CEO -
Capítulo 29
Capítulo 29:
“¿Qué está haciendo? Suélteme”, susurro.
Para mi desgracia, parece que se ha vuelto a dormir.
Estoy tan cerca de su rostro que siento su respiración en mi mejilla.
Mi cabello cae sobre su rostro y eso le provoca una cosquilla que hace que me libere para apartarlo.
Aprovecho el momento para levantarme y dar dos pasos lejos de la cama.
Mi corazón late acelerado.
¿Qué acaba de pasar?
Es obvio que no es consciente de que se trata de mí, así que no entiendo por qué de pronto me siento tan acelerada.
Toco mis mejillas solo para comprobar que están encendidas.
Tres toques seguidos en la puerta me hacen sobresaltar.
Me siento como una amante que acaba de ser descubierta.
Sacudo mi cabeza.
“¡Madison! Soy yo, Patrick”.
Suspiro con alivio, aunque no sé de qué en realidad.
Me apresuro a abrirle la puerta.
Este entra con una cara de preocupación tal, que de no ser porque sé de primera mano la gravedad del asunto, juraría que Alec está muriendo.
“¡¿Cómo se te ocurre hacer algo así?! ¿Estás loca?”, me cuestiona.
“Yo solo quería animarlo un poco, hacerlo salir de su casa”.
“Y lo lograste. La primera vez que sale en mucho tiempo, pero no era para que terminara así”
Mira la hora en el reloj de su celular.
“Son ya más de las siete. Si su esposa no ha llegado aún, tenemos algo de tiempo”.
“¿Trajiste lo que te pedí?”
“Sí”.
Saca una bolsa con todos los implementos.
Ambos nos ponemos a la tarea para que sea más fácil.
Él le canaliza la vía, mientras yo preparo el suero.
Lo conectamos en pocos minutos, y esperamos.
“Deberíamos irnos ya”.
“¿Y pasarle la vía en pleno carro en movimiento?”
“Sabes que no tenemos tiempo, si su mujer lo descubre, estamos despedidos”.
No puedo argumentarle otra cosa, él tiene razón.
“Muy bien, yo lo cargo, tú baja el suero”.
“No, mejor yo lo cargo y tú bajas el suero”, contradice.
Ruedo los ojos, no tenemos tiempo para ponernos a discutir por cual de los dos es más fuerte, así que simplemente dejo que lo haga como quiera.
Llegamos abajo con algo de dificultad, pero al final lo logramos.
Subimos al auto, Henry conduce a toda la velocidad permitida que le es posible, y en menos de quince minutos, ya estamos en el estacionamiento de su casa.
“¿Puedes ir a ver si ya ha llegado?”, me pregunta.
Trago en seco y asiento sin decir nada.
Solo espero que no esté, o ni siquiera habré llegado al primer mes completo de sueldo.
Camino con sigilo.
La mucama de la cocina todavía sigue ahí.
Se da cuenta de que ando como un espía en medio de la noche y se asusta.
“¡Ay! Muchacha, ¿Qué haces ahí?”
“Lo siento, es que recién estamos llegando, ¿está la señora?”
“No, no está”
“Bien”.
Salgo corriendo dejándola con la palabra en la boca.
Patrick ya lo ha puesto en la silla, y el suero en sus piernas.
Ya parece de mejor semblante.
Comienza a mover levemente la cabeza y abre los ojos.
“¿Qué sucede?”, pregunta entre murmullos.
“Ya está en casa señor Fairchild. Lo llevaremos a su habitación”.
Patrick empuja la silla hasta el cuarto, luego lo ponemos con cuidado en su cama, vigilamos que todos sus signos estén estables y justo cuando él termina de cambiarlo y lo arropa hasta el pecho, la esposa aparece por la puerta.
“¿Le sucede algo a Alec?”
Indaga sin quitarnos la vista de encima.
“No señora, todo está bien”.
“¿Por qué tiene eso puesto?”
Señala el Suero.
“Porque estaba un poco deshidratado, es todo. No hay nada de qué preocuparse”, tranquiliza Patrick.
“Creí que era más tarde”, dice mirándome a mí.
“Todavía no te has ido”.
“Ya estaba por hacerlo”, respondo en seguida.
“Muy bien, iré a descansar”.
Se da la vuelta y ni siquiera se acerca a comprobar que no estemos tratando de matar a su esposo.
Sospecho que en el fondo eso es lo que desea.
“¿Estarás bien con eso?”, pregunto a Patrick cuando Jennifer se ha ido.
“Sí, descuida. Con suerte no recordará nada de lo que pasó”.
Espero que así sea, no quisiera que se acordase de que me hizo caer sobre su cuerpo y me abrazó como si yo fuera lo más preciado de su vida.
Me alejo de la mansión de los Fairchild con un mal sabor de boca.
Espero que no quiera despedirme después de esto.
…
A la mañana siguiente, salgo mucho más temprano de mi casa para llegar a tiempo con él.
Patrick no me escribió en toda la noche, y esta madrugada, su mensaje quedó en visto.
Mi preocupación por Alec aumenta a cada minuto que no sé qué ha pasado.
Entro sin anunciarme y voy directo a su cuarto.
Deslizo la puerta y entonces mis preocupaciones se disipan.
Patrick está profundamente dormido, al igual que Alec.
Sonrió y dejo escapar un suspiro de alivio.
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