La enfermera del CEO -
Capítulo 28
Capítulo 28:
“Tú fuiste la que me convenció”
Intento refutar, cuando ella me dice por milésima vez que ya debemos irnos.
“Alec, ya es tarde, si no te llevo a casa ahora, tu esposa me matará”.
“Mejor a ti que a mí”, le contesto con una carcajada.
Me parece que tiene una cara de preocupación.
No sé qué pretendía que pasase al llevarme a tomar.
Mis niveles de borracho se perdieron luego de tanto tiempo sin beber ni una gota.
Lo más cerca que estuve del alcohol en estos seis meses, fue el que me ponían en el brazo para sacarme sangre.
Madison deja el dinero en efectivo de lo que nos gastamos sobre la mesa, y comienza a empujar la silla de ruedas hasta afuera.
Cuando el aire cálido de Austin pega en mi cara, siento un mareo que me produce arcadas.
La escucho a lo lejos llamar a Harry, que se acerca apresurado.
“Señorita, dijo que no dejaría que se pusiera así”
“Lo sé, lo sé, le juro que no se tomó tantas. Creo que su resistencia al alcohol es muy mínima”.
“Eso es obvio”, le refuta.
“¿A dónde iremos ahora?”; pregunto.
“No puedo llevarlo a su casa en ese estado, y Patrick debe estar por llegar, ¡ay Dios! ¿Qué hago?”
Camina de un lado a otro frente a mí.
“Enfermera, ¿acaso me está presumiendo lo mucho que puede caminar y yo no?”
“¿Qué? Alec, realmente está borracho”, dice aguantando la risa.
“Señorita Madison, ¿Qué hacemos?”
“Lo único que se me ocurre es…”
No termino de escuchar lo que dice porque se aleja con el celular en la mano.
No sé que es lo que se trae entre manos, pero lo que sea, lo aceptaré porque no me queda otra opción.
Al poco rato vuelve y me mete en el carro.
Justo cuando hace el cambio de una silla a otra, mi estómago deja escapar todo lo que comí en la mañana.
Ella pega un brinco hacia atrás digno de un gato.
“¡No puede ser!”, exclama.
Estoy tan alcoholizado que no puedo sentir pena al respecto.
“Lo siento”, murmuro encogiéndome de hombros.
Se sube al auto y arrancamos de inmediato.
El viento en mi cara me hace sentir aún más mareado, así que cierro los ojos y en algún punto me quedo dormido.
…
Me despierto al sentir que unas manos me cargan como si fuese un bebé.
Me lleva por las escaleras de un edificio, lo sé por las paredes y el estilo, sin embargo, no tengo idea de dónde estoy.
Escucho el tintineo de unas llaves y seguido un aroma a humedad.
Una tenue luz amarilla se enciende, ella me deposita sobre un colchón viejo y recién puedo mirar el lugar donde estoy.
Parece un pequeñísimo departamento, bastante oscuro y húmedo.
Debe ser el lugar donde se está quedando.
“Tengo que cambiarme ya, Patrick está llegando”.
La escucho murmurar.
Madison cree que estoy dormido, así que no tiene reparos en quitarse la blusa que le vomité hace poco frente a mí.
Sé que estoy tomado, pero no necesito estar sobrio para reconocer la increíble belleza de esa mujer.
No es mi intención mirarla, pero tampoco es que tenga la opción de girar mi cuerpo.
Además, me siento tan pesado, que ni siquiera puedo voltear la cara.
Lleva un sostén color fucsia, su delgada silueta de reloj de arena se ve a contraluz debido a la tenue lámpara que cuelga del techo, aun así, verla hace que mi corazón se acelere.
Cierro los ojos cuando ella dirige su vista hacia mí, no quiero que piense que soy un p$rvertido, o que se sienta incómoda por haber hecho eso frente a mí sin comprobar antes mi estado.
Una vez que se ha cambiado, se sienta a mi lado y pasa la mano por mi frente.
“Lo lamento tanto Alec, ya estarás mejor…”
POV Madison
No era mi intención hacer que Alec se emborrachase, me siento terrible por haberlo llevado a esa situación.
Lo único que yo quería era que se divirtiera un poco, y tal vez, sacarle algo de información sobre su mujer.
Averiguar el motivo por el cual se atrevió a intentar tenderle esa trampa.
No me quedó otro remedio que traerlo a mi departamento y avisar a Patrick.
Por suerte, todavía no ha llegado a la casa, o se demoraría aún más en venir.
Le he pedido que traiga un suero fisiológico y una pastilla para el dolor de cabeza, así al menos lo acomodaré un poco antes de devolverlo en una pieza a su esposa.
Ella podrá ser una mala mujer, pero mientras no tenga pruebas de eso, la única culpable de que algo malo le pase, seré yo.
Harry se ha quedado abajo esperando a que se recupere para poder llevarnos de vuelta.
Está tan dormido que no me preocupo por desnudarme frente a él.
En otra ocasión, ni se me hubiera ocurrido.
Me pongo una camisa limpia y arrojo lo sucio a una esquina, aun así, el olor es insoportable.
Necesito un buen baño después de este desastre.
Me siento a su lado en la cama y toco su frente, unas cuantas gotas de sudor recorren su tersa piel.
Alec es demasiado perfecto para ser real.
“Lo lamento tanto Alec, ya estarás mejor”.
Estoy por ponerme de pie cuando él de la nada, sujeta mi muñeca.
“No te vayas”, murmura.
“Quédate a mi lado, por favor”, suplica.
Debe estar confundiéndome con su esposa.
“Alec, no te preocupes, todo está bien”, digo intentando calmarlo.
Sin embargo, no me suelta.
Es fuerte, incluso estando en ese estado,
“Quédate conmigo”
Vuelve a repetir.
Me jala de forma inesperada, provocando que caiga sobre su pecho.
De inmediato me envuelve entre sus brazos, imposibilitando que pueda moverme.
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