La enfermera del CEO
Capítulo 26

Capítulo 26:

“¿Todavía tengo chance de arrepentirme?”, pregunta.

“No. Tiene que probarlo”.

Alec suspira y entonces le da el primer mordisco a su dona con los ojos cerrados.

La grasa que sale de ella se le chorrea, pero pongo una servilleta justo a tiempo, antes de que la gota caiga en contacto con su pantalón.

“Mmm… esto es… curioso”, dice con la boca medio llena.

“Probaré la mía”.

Seguido, le doy el primer mordisco a la hamburguesa.

Hacía tanto que no comía una de estas que no recordaba lo bien que sabía. Solía venir aquí con Caleb; el padre de mi hijo, el cual lleva su mismo nombre.

“Están muy buenas”

Admite mordiendo otro bocado.

Sonrío, mientras limpio las comisuras de mi boca.

A Alec le cambia el semblante en cuanto se da cuenta de que no trato de envenenarlo con la comida de la calle.

Cuando terminamos de comer, se ve bastante contento.

Todo esto me ha hecho olvidar el mal rato que pasé anoche en la madrugada.

Después de más de seis días sin saber de mi prometido, Liam, al fin había podido comunicarme con él, pero la llamada fue más corta de lo que esperaba, y también algo desalentadora.

Parece que las cosas no van muy bien allá donde fue asignado, y me preocupa que algo malo pueda pasarle.

Liam trató de tranquilizarme diciendo que solo sería una misión de reconocimiento, pero sé bien lo que eso puede significar.

Mi mente no estará tranquila hasta que pueda volver a hablar con él dentro de dos noches más.

“Bien, ¿a dónde vamos ahora?”, pregunta.

“¿En serio? ¿Quiere ir a otro lado?”

Sonríe de medio lado y baja la cabeza.

“Está bien, lo admito, usted me ha ganado, no siempre tengo la razón”.

“¡No lo puedo creer! Entonces, ¿Se someterá al tratamiento?”

“Mmm”

Pone una expresión de duda, y yo lo fulmino con la mirada.

“Lo prometió, no puede negarse”.

“Sí, sí, lo haré, pero…”

“¿Pero?”

“Nunca dijo cuándo”, responde con una mirada picara.

Me engañó.

Debí haberlo sabido.

“Eso es trampa, señor Fairchild”.

“No, son vacíos legales, debería aprender para la próxima, señorita Jones”, contesta en el mismo tono.

Le compramos una comida del menú a Harry antes de volver al carro, ya que parece dispuesto a visitar más lugares, propongo un nuevo sitio al que pasear.

“Pareces más animada que esta mañana”, dice de pronto, cuando estamos en el auto.

“Lo estoy”, admito.

“Sabes, desde que estoy así, no había querido salir a hacer nada. Pero antes de esto, tampoco nunca me había animado a probar comida en un lugar como este. Bueno, mi madre no era muy fan de esta clase de comidas”.

“¿Nunca? ¿De verdad?”

“No”.

“Yo venía a esos lugares todo el tiempo cuando hacía mis pasantías en el hospital, a Caleb y a mí nos encantaba”, le comento mientras observamos el paisaje a través de la ventana del auto.

“¿Caleb? ¿Su hijo? Creí que era más pequeño”, me pregunta con curiosidad.

“Oh, lo es. No me refiero a mi hijo”

Aclaro, notando su desconcierto.

Él solo asiente con un:

“Ah”

Cuando menciono a Caleb.

“¿Qué le pasó?”, pregunta después de un minuto de silencio, y siento cómo la nostalgia me embarga.

Recordarlo siempre es un tema delicado para mí.

No suelo hablar con nadie de él, ni siquiera con mi propio hijo.

Antes, nunca había preguntado por su padre.

Desde que tiene conciencia ha conocido a Liam como tal, así que no había tenido la necesidad, hasta que empezó a notar las diferencias entre mi prometido y él.

Es lógico cuando tú eres de piel muy clara, y el que dice ser tu padre es moreno como el ébano.

“Quiero decir, ya sé que murió, pero, ¿De qué? Imagino que era igual de joven que tú”, agrega con cautela.

“Sí, lo era, pero ser joven no te libra de tener alguna enfermedad. Murió de un aneurisma. Fue algo silencioso, nunca supimos que lo tenía, hasta que un día colapsó, y simplemente… murió”, explico, sintiendo cómo el recuerdo de aquel trágico día me aprieta el pecho.

Me sorprendo de mí misma.

El hecho de que pueda contarlo en voz alta sin llorar es un gran avance.

“Lo lamento mucho”, murmura, y aunque sé que sus palabras son sinceras, no encuentro respuesta adecuada.

Por fortuna, nuestro nuevo lugar de destino está justo frente a nosotros.

“¡Llegamos!”, anuncio con alivio, rompiendo el momento de melancolía.

La sorpresa del restaurante me hace sonreír.

Liam acertó, realmente necesitaba esta distracción.

POV Alec

Tuve mis serias dudas cuando vi esas donas tan inusuales, pero luego de probarlas, toda idea de que no podría disfrutar algo así se disipó.

Me costó un poco admitirle que ella tenía razón, al menos en que puedo divertirme todavía, incluso estando en la silla de ruedas.

Me doy cuenta que la pregunta sobre el padre de su hijo la incomodó bastante. No pude aguantar la curiosidad de saber lo que le sucedió.

Se queda callada y de pronto grita:

“¡Llegamos!”

Es otro restaurante.

Creo que Madison pretende engordarme.

“Ya no tengo más hambre”

Advierto, pero ella parece tener otros planes.

“Aquí no vamos precisamente a comer”

.

.

.

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