La enfermera del CEO
Capítulo 25

Capítulo 25:

Teníamos un chofer en realidad, pero no se lo diría, ella tenía que resolver mi comodidad.

«Creo que ganaré esto más rápido de lo que creí. Vamos, admítalo ahora así no pasarás más vergüenza», bromeé.

«No, ni lo sueñes», negó Alec con la cabeza.

Me dejó allí detenido y fue hasta la cocina.

Si les preguntaba a los empleados, estaba en problemas.

A los pocos minutos volvió con el chofer, Harry.

Casi nunca usábamos sus servicios, porque mi esposa prefería ir manejando sola, y yo no había salido de aquí nada más que cuando tenía que ir al hospital.

«Mira a quién conocí hoy», anunció.

«Harry nos llevará. No ganará tan fácil».

«Ya lo veremos, ya lo veremos», repetí para hacer énfasis. Sin embargo, tenía que reconocer que me estaba gustando esto.

POV Madison

De verdad estoy decidida a hacerle ver a ese hombre que se equivoca.

No puedo creer lo soberbio y arrogante que es.

Al menos logré borrarle la sonrisa del rostro cuando me encontré a Harry, el chofer.

Ni siquiera su esposa fue capaz de decirme que había uno disponible en la casa para cualquier eventualidad.

Es obvio que no quiere que yo lo pueda sacar de la casa, de otro modo, no me explico cómo es que no me lo dijo.

De todas formas, ya no importa. Ahora mismo, Alec y yo, junto al chofer, estamos de camino a uno de los mejores lugares para comer en todo Austin.

Lo veo mirar las calles maravillado, como si nunca hubiese salido de la zona residencial donde vive.

“¿Alguna vez habías venido por estos lados?”, pregunto.

“La verdad es que no. No suelo venir a estas zonas de Austin.»

“Entonces es algo completamente nuevo para ti», concluyo.

Alec bufa y gira los ojos, intenta contener una risita, lo sé.

Le indico al chofer la ruta que debe tomar mientras miro mi reloj.

El único lugar que se me ocurre para llevarlo es a un food truck.

Es perfecto para que pueda estar cómodo, y además venden comida deliciosa.

El estómago me ruge solo de imaginar las deliciosas donas que podríamos comprar. Solo espero que el camión se encuentre ahí, a veces se mueve de lugar.

El auto da una vuelta y alcanzo a divisar el carro plateado con su característico logo de dona con bigote.

“Es aquí”

Aviso a Harry.

Este se detiene a una distancia bastante cercana.

“¿Aquí? ¿En medio de la calle?”

Cuestiona Alec enarcando una ceja.

“Sí”, respondo con una sonrisa.

No puedo evitar emocionarme ante el hecho de mostrarle algo nuevo, aunque no sé si él se siente de la misma manera.

Ha estado serio, quiero creer que es porque no quiere dar el brazo a torcer conmigo.

“Esto va a ser un absoluto desastre”, vaticina.

Chasqueo la lengua con el paladar e ignoro su comentario odioso.

Lo bajo del auto luego de haber acomodado la silla en el suelo, bien asegurada.

“Harry, ¿Puedes esperarnos aquí? Te prometo que te traeré algo de comer”, le digo.

“Está bien, señorita, no se preocupe”, contesta asintiendo con la gorra.

Comienzo a empujar a Alec lentamente hasta el puesto de comida, no le veo el rostro, pero estoy segura de que debe tener un gran signo de interrogación en la cara.

Intento aguantarme la risa que esa imagen me produce y lo detengo frente al puesto de comida. Hay varias personas en fila esperando pedir su orden, es un lugar muy popular.

“¿Este es tu gran plan? ¿Comida?”

“No es cualquier comida, son las donas de Gourdoughs, no vas a probar unas mejores que estas. Además, puedes combinarlas como quieras, incluso con los ingredientes más raros que se te ocurran”.

Lo llevo primero hacia el menú, que está en un gran cartel a un lado del carrito. Los aromas salados y fritos llegan a mi nariz y mi estómago vuelve a rugir.

“No puedes estar hablando en serio, estas no son donas», contradice cuando ve el menú.

“Sí lo son, solo que algo más originales”.

“¿Dona de pollo con espinaca, queso mozzarella y pimiento a la parrilla?”, cuestiona poniendo mala cara.

«No lo sé, eso no suena para nada bien.»

“Dijiste que estarías dispuesto a hacer lo que yo quisiera, debes al menos probarlo antes de decir que no. ¿Estás cómodo?”

Frunce los labios antes de responderme, sé que sí lo está. No lo traje a un lugar donde su silla se atascase o le provocara dolor.

“Hasta el momento, pero después de comer esto, creo que pasaré todo el día en el baño, y te aviso que serás tú quien tendrá que cambiarme.”

“¡Vaya! Ya está haciendo bromas al respecto»

Acuso echándome a reír.

Él no puede evitar reírse también.

“Acabemos con esto de una vez”.

“Escoja una de las opciones del menú y yo iré a comprarla”.

Luego de pensárselo muy bien por más de quince minutos, Alec termina por escoger la dona del menú con el nombre: ‘breast lift’, que se resume a una pechuga de pollo con tocino, queso derretido, cebolla roja, tomate y una salsa remoulade.

Por mi parte, elijo una de las donas hamburguesas, de nombre ‘double D’s’, que lleva un bife angosto, tocino, huevo frito, dos rodajas de queso americano, tomate, cilantro, guacamole y mayonesa.

“Bueno, espero que esta comida no me mate”, comento mientras observo la larga fila.

“Le contaré un secreto, tal vez usted crea que es todo desventajas estar en esa silla, pero la verdad es que es buena para otras cosas, como adelantarse en la fila”, le digo con una sonrisa.

Él abre los ojos como platos.

Su expresión me causa bastante gracia.

“No, ni se le ocurra hacer eso. No pienso aprovecharme de mi invalidez para causar lástima. Si lo hace, me sentiré realmente incómodo”, me responde con firmeza.

“Oh vamos, no tiene que ser tan testarudo”, intento convencerlo de lo contrario, pero él se cruza de brazos y me da una mirada amenazante.

“He dicho que no”.

“Ok, ok, está bien. No le voy a insistir. Espéreme aquí entonces”.

Lo dejo en una de las mesas libres que están allí y me voy a la fila.

Espero un poco, pero al final consigo alcanzar el turno y pido la hamburguesa y la dona, con dos cafés americanos.

Cuando traigo el pedido, hasta yo quedo asombrada de lo que tengo frente a mí. Se ve delicioso, a pesar de lo cuestionable de las combinaciones y nombres.

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