La enfermera del CEO -
Capítulo 17
Capítulo 17:
“Pues guárdate tus curiosidades para después, papá, no son cosas que te conciernan”.
Sin darnos cuenta, llegamos hasta la granja.
En sus mejores épocas, era un lugar rebosante de vida, con cultivos de maíz, y las vacas y pollos que teníamos.
Ahora si acaso y nos queda un cuarto de eso.
Una plaga destruyó toda la siembra y desde ese momento, mi padre no ha podido levantar la tierra otra vez, aunado a que está ya muy viejo y enfermo como para hacerlo solo.
Liam, mi prometido, a veces lo ayuda, pero eso es solo cuando está en casa.
“Deberías volver ya al trabajo, ¿Cuánto tiempo te dio para venir a ver a Caleb?”
“En realidad, no le dije a qué venía, solo que se trataba de un asunto familiar. Pondré a Caleb a dormir y luego me iré”.
El aroma a café cargado en las mañanas inunda mi nariz. No sería mi padre si no se prepara su taza de café.
Empujo con el pie la puerta de madera del cuarto de mi hijo, uno que no había visto en algunas semanas.
Me doy cuenta de que me estoy perdiendo de muchas cosas ahora que estoy lejos. La última vez que lo dejé, estaba obsesionado con los dinosaurios, pero ahora veo que lo ha reemplazado por los superhéroes.
Mi padre me detalla observando los posters y muñecos.
“Sí, ha sido influencia de los amigos del colegio. El tema del momento son los superhéroes, así que me pidió botar todos sus juguetes y posters de dinosaurios”.
“¿Lo hiciste?”
“Claro que no, los escondí en el depósito, ya se le pasará el capricho”, dice echándose a reír.
Lo acomodo en la cama y le pongo una manta encima.
Mi padre y yo salimos de la habitación hasta la sala.
Miro la hora en el reloj de pared que tiene más años que yo; ya ha pasado más de una hora entera desde que llegué y ni siquiera lo noté.
No puedo creer lo rápido que pasa el tiempo.
“¿Puedo quedarme un poco más? Tal vez haya todavía de ese pastel de buenos deseos que me dijiste”.
“Hija mía, ¿Qué sucede? Te noto extraña”.
“El trabajo es mucho más pesado de lo que pensé”.
“Creí que estabas acostumbrada a trabajar con pacientes así. ¿Es mucho esfuerzo físico?”
“Ojalá fuese eso, en realidad no. El problema es que Alec Fairchild es un niño rico que cree que tiene derecho a todo”.
“Ay hija, no deberías hablar así de tu jefe, él es quien te paga”.
“Oh, sí, hablando de eso”
Saco el fajo de dinero que me dio, me quedo estrictamente con el pasaje para volver.
“Toma esto, te servirá para la pomada de la rodilla de Caleb y cualquier otra cosa mientras tanto”
Pongo el dinero en su mano y hago que lo envuelva con la otra.
Mi padre abre los ojos con sorpresa y se sujeta el sombrero amarillo que siempre lleva.
“¿Él te lo dio?”
“Para la emergencia”.
“Pero como verás, aquí no pasa nada grave”.
“De todos modos, papá, tómalo, no me hagas insistirte”.
De pronto ambos escuchamos las ruedas de un carro sobre la grava de afuera.
Es extraño que vengan autos por aquí, lo primero que se me ocurre es que se trata de un turista perdido.
Mi padre me da una mirada de extrañeza y ambos salimos a ver de qué se trata.
Cuando reconozco la camioneta negra que vi frente a la casa de Alec, siento que me pongo más pálida que un papel
No puede ser.
No puede ser que esté aquí.
POV Alec
Dejé ir a Madison, sin embargo, por alguna extraña razón, siento una angustia en mi interior que no me deja estar en paz.
Es curioso, porque ni bien ella se fue, la tranquilidad que me había dado al calmar mi ataque de ansiedad, se disipó.
La mucama que la había reprendido por encender programas inadecuados viene de vuelta.
“Señor Fairchild, su abuelo está en la puerta.»
Lo que me faltaba, que ese viejo cascarrabias viniera a visitarme, y justo ahora que me encuentro solo. Suspiro profundo y le hago un asentimiento para que lo deje pasar, si me niego a atenderlo, seguro es capaz de hacer un escándalo.
Mi abuelo es el único pariente vivo que me queda.
Él es el hijo del fundador de la empresa, el gran grupo Fairchild. Había decidido retirarse cuando le entraron los años, le dio el mando a mi padre, y cuando él falleció, dejó estipulado que sería yo quien heredase la empresa.
Mi abuelo estuvo de acuerdo con eso, aunque siempre le molestó un poco mi manera de hacer las cosas.
Desde el accidente, no ha hecho más que recorrer el mundo en busca de los mejores especialistas para tratar mi condición, pero yo ya le he dicho mil veces que no estoy interesado.
Soy realista, no un soñador absurdo, que cree que algún día podrá lograr volver a caminar, ese camino ha muerto para mí, lo sé, por mucho que los demás quieran hacerme creer lo contrario.
“¡Alec!”, exclama cuando me ve.
Debo confesar que la medicación ha empezado a hacerme efecto, porque ya no me siento igual que antes.
Mi adrenalina ha bajado y ahora estoy ligeramente apagado.
“Hola abuelo”
Saludo acariciando mi barba.
“¿Por qué sigues en pijama? ¿Y por qué te ves tan andrajoso?”
“¿Qué haces aquí abuelo?”
“He venido a ver qué es lo que pasa contigo. Me voy dos meses a buscar un tratamiento para ti, y cuando vuelvo, solo escucho quejas de que el CEO de la compañía Fairchild ha descuidado por completo todo. No he oído nada bueno desde que pisé Texas, muchacho.”
“Jennifer se está encargando de esas cosas.»
“Ahí precisamente está el problema, ella no debería encargarse de eso, debería estar aquí cuidando a su marido, y tú atendiendo la empresa. ¿Quién era esa mujer que vi salir de la casa hace poco?”
A la única a quien debe estar refiriéndose es a Madison.
“Es la enfermera.»
“¿Y por qué se ha ido y te ha dejado solo? Recién son las ocho de la mañana, ¿No cubre ella el turno del día?»
Sus cuestionamientos solo me producen dolor de cabeza.
Que se haya aparecido así de la nada es lo peor que me ha podido pasar en este momento.
“Tuvo un inconveniente familiar, me pidió un par de horas.»
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