La enfermera del CEO -
Capítulo 148
Capítulo 148:
“¿Descarada yo? Sabes bien que todo es mentira, la única descarada aquí eres tú”, acuso.
Jennifer abre los ojos como platos y suelta una carcajada.
“Mírate, solo eres una cualquiera, desesperada por hacerme quedar mal, pero ni creas que esto se va a quedar así. Te denunciaré por calumnias, vas a terminar en prisión”, amenaza.
“Yo sé mucho más de lo que crees”, siseo.
“Cristal, Charles, ¿Les suenan?”, pregunto en un susurro.
Cuando le menciono esos nombres, su sonrisa se borra automáticamente.
“¡P%rra! ¡Roba maridos! ¡Caza fortunas!”, insulta.
“Madison, vámonos de aquí”, susurra Liam.
Me jala del brazo, mientras yo me quedo mirando con desprecio a esa mujer. Al menos logré desestabilizar su seguridad un poco.
Los periodistas intentan bombardearnos a preguntas, pero nosotros corremos a meternos en un taxi antes de que la prensa quiera saber qué fue lo que pasó.
Al parecer tienen un pez más gordo delante, porque empiezan a hacerle preguntas a Jennifer, que contesta con gusto.
“¿Estás bien, Mads?», indaga mi prometido, revisando mi rostro.
Sin embargo, yo saco la cara, estoy muy enojada como para dejar que me de algo de cariño ahora.
«Sí», respondo secamente.
Hasta hace poco no deseaba involucrarme más en todo esto, solo quería alejarme de Alec y todo su entorno para tratar de olvidarlo, pero ahora, necesito hacer pagar a esa mujer hasta las últimas consecuencias.
Thomas tiene razón, ella no puede salirse con la suya.
…
POV Alec
El viaje de vuelta se me hizo mucho más largo y pesado que cuando me fui, sin embargo, ahora que estoy en casa de nuevo, me siento mucho mejor.
La ansiedad por saber todo lo que ha pasado sigue atormentándome, pero al menos estar aquí ya es un paso adelante.
La Doctora Jocelyn me dio un montón de recomendaciones y estudios que debo seguir haciéndome acá en Estados Unidos, con ayuda de Patrick todo debería avanzar bien con mi cirugía. De todas formas, me advirtió que los esfuerzos demasiado grandes podrían afectar mi recuperación.
Será un poco difícil hacerle caso, cuando tengo tantas cosas que enfrentar.
Harry nos recoge en el aeropuerto, pero decido llevar primero a Patrick a su casa para que pueda descansar un rato.
Pasar por ahí me hace recordar al contacto que me dio Madison de la supuesta mujer que se metió a mi casa aquella noche.
No había querido darle el dato a mi abuelo, y qué bueno que no lo hice, porque seguramente ya habría intentado amedrentar a la pobre chica.
«Muchas gracias por todo, Patrick», le digo despidiéndome en la puerta de su edificio.
«Gracias a usted, Alec. Viajar a Sulza ha sido una grandiosa experiencia. Iré dentro de un par de horas a su casa».
«No es necesario, puedes tomarte el día».
«Pero, ¿No me necesita?»
«Estaré bien, no te preocupes».
Se siente bien poder sentirme confiado de que no voy a necesitarlo para todo.
Con el dispositivo puedo levantarme, aunque sea un poco para ir al baño yo solo.
Todavía no quiero sobre esforzarme, intentaré al menos seguir un poco las recomendaciones de la doctora.
Patrick asiente y entra al edificio sin mirar atrás. Nunca será suficiente todo el sueldo que pueda pagarle para agradecerle lo que ha hecho por mí.
«Harry, antes de ir a casa pasaremos por otro lugar», digo, indicándole la dirección, y me lleva directo al nightclub donde trabaja la chica.
Harry enarca una ceja con curiosidad, mas, se ahorra sus comentarios u opiniones al respecto.
«Lo ayudo a bajar», ofrece.
“Solo deja la silla en la puerta de mi lado», le indico.
Él me mira con sorpresa, cree que le estoy jugando una broma o algo así. Asiento para que se tranquilice y lo haga.
Harry se encoge de hombros y deja la silla frente a mí como le he pedido.
Enciendo el dispositivo y enseguida las órdenes que da mi mente para que se muevan mis piernas se activan.
Con un poco de esfuerzo me deslizo por el asiento hasta caer de pie en el suelo.
Harry levanta la vista y me mira asombrado.
«¡Wow! ¡Puede caminar!»
«Pasitos de bebé todavía», le digo.
Caminé tres pasos mientras me sujetaba de la puerta hasta que logré llegar a la silla y me senté. El esfuerzo me dejó agitado, pero feliz.
«No puedo creerlo, señor Fairchild, ¡esto es increíble! Me alegro mucho por usted», expresó Harry.
«Agradezco tu entusiasmo, Harry, pero quisiera pedirte que todavía no lo comentes con nadie», respondí.
«No quiero que Jennifer o su amante se enteren de esto. Todavía no puedo confirmar que sea Mason, y eso es precisamente lo que he venido a averiguar».
Como aún era de día, el bar se encontraba cerrado, pero percibí movimiento dentro. La puerta estaba abierta, así que decidí entrar sin ser detenido.
Al entrar, vi a unas mujeres limpiando el suelo y a un barman puliendo vasos de vidrio en la barra. Me acerqué a una de las mujeres y le pregunté por una chica llamada Cristal.
«Lo siento, aún no estamos abiertos», me dijo ella.
«No he venido por sus servicios, estoy buscando a una chica llamada Cristal», insistí.
Las dos mujeres intercambiaron miradas de extrañeza. Parecía que después del encuentro con Madison, Cristal pudo haberse ido.
«Cristal no se encuentra», respondieron.
«¿Saben dónde puedo encontrarla? Es urgente que hable con ella», les pregunté.
«Lamento no poder darle esa información», se disculparon.
Intenté persuadirlas ofreciendo pagarles bien, pero rechazaron mi oferta.
Al salir del bar, escuché que me llamaban desde lejos.
«¡Señor Fairchild!», gritó una mujer.
Me giré y vi a una guapa mujer de cabello rubio y labios rojos corriendo hacia mí.
«¿Yo soy a quien está buscando?», preguntó ella.
«Pensé que no saldrías», comenté.
Ella explicó su temor a las represalias desde el encuentro con Madison, y le aseguré que solo quería hablar.
«No puedo dejar el bar ahora, ¿me acompaña?», propuso ella.
La seguí de vuelta al local mientras Harry se quedaba apostado sobre el auto.
Una vez dentro, Cristal bajó una silla para sentarse frente a mí.
«¿Quiere algo? ¿Tal vez un ron o una cerveza?», preguntó.
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