La enfermera del CEO
Capítulo 145

Capítulo 145:

El juez asiente y de inmediato el abogado muestra en una presentación la imagen de la silla hecha trizas, y un modelo idéntico de fábrica.

Con su puntero láser, señala un punto en específico, donde hay una clara diferencia.

“Esta es la silla del señor Fairchild, esta es una nueva de nuestra fábrica. Como verán, hay una modificación significativa en la del señor. Hay suficiente evidencia para respaldar que la silla ha sido alterada, hackeada. Por lo tanto, mi cliente no es responsable de ese desperfecto», argumenta.

Toda la sala se llena de murmullos y jadeos de asombro.

Incluso el jurado se mira entre sí con sorpresa.

«Entonces, vuelvo a preguntar señorita Madison, ¿De verdad cree que una silla puede volverse loca de la nada? Usted fue la única que estuvo ahí, tenía una relación afectiva con el cliente y acceso a la silla las veinticuatro horas, ¿y no fue capaz de ver quién pudo haber hecho algo así?», me cuestiona nuevamente.

“¡¿Qué?! ¡Alec y yo no teníamos ninguna relación! ¡Eso es mentira!», exclamo, sorprendida por el giro inesperado de los acontecimientos.

«¿Cómo es posible que no viese nada?», insiste el abogado.

“Eso no es verdad! Y yo sí vi a alguien”, digo de pronto.

Cierro mi boca cuando me doy cuenta de la estupidez que he hecho.

«¿A quién?», pregunta el abogado.

Miro a Viktor, que niega con la cabeza, sin embargo, Thomas asiente, esperando que lo diga. Puedo ver cómo modula con la punta de su lengua el nombre.

“¡Objeción, su señoría! No estamos acusando a la testigo, este juicio no es para insinuar su culpabilidad o responsabilidad en esto»

Interviene alguien en la sala.

El abogado me mira esperando que lo diga.

«Yo vi ese día a la esposa de Jennifer Martin, en una acti-«, comienzo a decir, pero soy interrumpida.

POV Alec

Si mi abuelo cree que no podré ver el juicio por estar a miles de kilómetros de Texas, está muy equivocado.

Después de almorzar, voy hasta la habitación de nuevo y junto a Patrick, buscamos la transmisión en vivo por las redes sociales.

El caso es popular debido a mí.

Quizá debería agradecerle a Jennifer haberme puesto en boca de todos, porque ahora cada paso que doy o lo que hago, es motivo para que la prensa esté ahí.

Por eso no me sorprende encontrar algunos canales de chismes y tabloides transmitiendo cada momento de ese juicio.

Ya me imagino lo que será cuando toque lo del divorcio. Todavía no me puedo creer que será tan rápido. Mi abuelo está loco si cree que no iré a Texas para esa fecha.

“¿Está seguro de que quiere ver esto?», pregunta Patrick.

“Claro que estoy seguro, enciende esa cosa o lo haré yo», respondo.

“Ok, ok, pero tranquilícese”, bromea haciendo señas cual si fuera bestia salvaje.

Giro los ojos y espero a que la señal se estabilice.

Aquí ya es de noche, pero allá todavía hay un sol intenso, ni siquiera es mediodía.

Si pudiera mover con agitación mi pierna, creo que lo haría. No sé por qué, pero algo me dice que cometí un error al no estar allí.

El juicio comienza y reconozco de inmediato a mi abuelo y a Viktor, quienes están sentados al lado izquierdo de la sala.

Estoy seguro de que escuché la voz de Madison, así que peino con mi vista a toda la gente que alcanzo a ver desde allí, sin embargo, no logro divisarla.

Inician dando su alegato cada uno.

Primero Viktor, luego el otro abogado.

Hablan por un buen rato, tanto que casi me quedo dormido, hasta que el juez pide que pase el primer testigo.

Pensé que iría cualquiera, menos ella.

Cuando veo que se levanta y avanza al estrado, me dan ganas de atravesar la pantalla y gritarle que salga de ahí.

Patrick está comiendo pop corn, al ver a Madison, pega un brinco en su silla y casi se ahoga. Empieza a toser como un desesperado.

«Bebe agua», le digo.

Él asiente y toma un poco del vaso que está en la mesa.

«¿Esa no es Madison?», pregunta Patrick.

«¿Qué está haciendo ahí? No entiendo», respondo.

“Ella estuvo conmigo ese día, ¿No te acuerdas?”, le pregunto a Patrick.

Ahora entiendo por qué mi abuelo estaba tan empecinado en que me fuera. Estoy seguro de que ya había planeado esto desde hace tiempo.

Aprieto los puños, estoy nervioso y no puedo disimularlo.

El hecho de que ella esté ahí no me gusta.

La pone en un estado de vulnerabilidad.

Yo conozco muy bien a la clase de gente de la empresa a la que estoy demandando, y sé que se van a aprovechar de lo que sea para ganar.

Que Madison esté ahí solo significa que le preguntarán por esa supuesta infidelidad.

Saco mi celular con ganas de llamar a mi abuelo, sin embargo, sé que no va a poder contestarme ahora, y aunque pudiera, no lo hará de todas formas.

Viktor empieza a hacerle las preguntas habituales.

Ella contesta con tranquilidad, no obstante, la veo juguetear con los dedos de sus manos, está nerviosa.

«Juro que si sale bien librado de esto, voy a matar a ese viejo, ¿Cómo pudo hacerle esto a Madison?», digo en voz alta.

Las ganas que tengo de salir corriendo ya mismo a tomar un avión son inmensas.

“Pero Alec, si ella es testigo clave, en realidad sí debía estar ahí».

“No lo entiendes Patrick, esa gente la va a atacar».

Ambos volteamos en el momento en que escuchamos al abogado de la defensa decir:

“Su señoría, tenemos una fotografía del periódico que demuestra que entre la enfermera del señor Fairchild y ella había mucho más que una relación profesional».

“¡Hijo de…!», grito, sin darme cuenta, muevo mis piernas hacia fuera de la silla.

“No puedo creer que de verdad le estén diciendo eso».

No me aguanto más, llamo a mi abuelo en ese mismo instante.

Lo estoy viendo en vivo, sé si me ignora.

El teléfono comienza a timbrar, sin embargo, a él no lo veo inmutarse en ningún momento.

Hace un leve atisbo de mirar la pantalla para ver de quién se trata, y al ver mi nombre, cuelga y vuelve a mirar al frente.

“¡Contéstame el maldito celular!», bramo a la pantalla como si pudiera escucharme.

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