La enfermera del CEO -
Capítulo 144
Capítulo 144:
Casi nadie me presta atención, lo cual agradezco enormemente.
A lo lejos, veo al abuelo conversando por teléfono muy animado.
«Espérenme aquí, les pido», les digo a mi padre y a Liam.
Me acerco hasta el abuelo y lo saludo con una sonrisa.
«Hola, señor Thomas.»
Él voltea a mirarme y me hace una seña con las manos para que lo espere. Sin querer, alcanzo a escuchar lo que dice.
«No hagas locuras, déjame manejar las cosas a mí, yo sé bien lo que hago. ¿Alec? ¿Me escuchaste?», pregunta, hace una pausa de silencio y luego dice titubeando:
«Ah, nadie, tengo que colgar, ya me está llamando Viktor. Todo saldrá bien, no te preocupes.»
Estaba hablando con Alec, pero no entiendo nada.
¿De verdad no se va a presentar?
Thomas me sonríe y se acerca a mí, pasando un brazo por mis hombros.
«¡Madison! De verdad no me voy a cansar de agradecerte por hacer esto. Con tu presencia aquí, estoy bastante confiado.»
«¿No había dicho que quería perder el juicio?», pregunto intrigada.
«Sí, pero sea lo que salga hoy, me beneficiará para lo que tengo preparado con Jennifer», asegura con una gran sonrisa.
A veces, el abuelo de Alec me da un poco de miedo.
El abogado Turner se acerca a nosotros con su vestimenta de traje y un gran maletín.
Su rostro solo me denota preocupación.
No lo conozco demasiado, pero es la primera vez que lo veo así.
«¿Por qué traes esa cara, Viktor?», pregunta Thomas.
«Porque ya salió el resultado final de la investigación de la silla, y no es nada bueno», responde el abogado con seriedad.
El hombre se acerca a nosotros y susurra.
«Parece que no ha sido un desperfecto de la silla de ruedas, sino algo más».
Observo la reacción del viejo Famrehild; ni siquiera se inmuta.
Tal y como lo habíamos sospechado.
“No importa, sigamos adelante», responde Thomas con convicción.
¿Está loco?
“Es mejor si pedimos desestimar los cargos ahora, así será un poco menos peor para nosotros”.
“No», le dice con seguridad.
El abogado resopla algo estresado.
Yo sé lo que busca conseguir Thomas, pero quizá está yendo demasiado lejos para lograrlo.
Un policía nos hace saber que ya es momento de pasar a la sala. Al final, sí dejan entrar a mi padre y a Liam.
Tenerlos ahí solo hace que me ponga más nerviosa de lo que ya estoy.
Miro una vez más al señor Thomas, quien me da un asentimiento de seguridad. Sé lo que tengo que hacer.
Tomo aire profundamente y lo dejo escapar con lentitud.
Si no me tranquilizo, podría arruinar las cosas.
El juicio da inicio cuando entra el honorable juez. El jurado a un lado mira con impaciencia a que comience.
Cada abogado comienza con su alegato, exponiendo el caso y el motivo del por qué creen que estamos aquí.
No veo nada seguro a Viktor, es lógico después de lo que descubrió, a pesar de eso, su profesionalismo sigue intacto.
Sus discursos y presentación del caso se demoran al menos veinte minutos, hasta que por fin, me llaman a mí.
“Presente a su testigo, demandante».
Viktor me mira y solo con eso entiendo que tengo que pasar yo. Tomo una nueva inspiración y trato de parecer calmada mientras avanzo hasta el estrado.
Ahora sí me está mirando todo el mundo. No sé si me reconocen o no, pero en cuanto él les diga quién soy, lo sabrán.
«Diga su nombre completo para el registro», indica el juez.
«Soy Madison Jones».
Me hacen jurar con la mano sobre la biblia que lo que diré será la verdad y nada más, y que si miento bajo juramento podrían encarcelarme.
Viktor se acerca a mí y comienza el cuestionamiento.
“Señorita Madison, ¿usted trabajó para el señor Alec Famchild en el período de noviembre de 2023?»
«Sí, yo era su enfermera de día», respondo.
Ante esa afirmación, todos los medios que parecían un poco distraídos, enseguida empiezan a tomarme fotografías y levantan sus micrófonos esperando captar hasta la más mínima de mis respiraciones.
«¿Usted estaba ese día en la fiesta del abuelo de Alec, el señor Thomas Famchild?»
«Sí».
«¿Puede contarnos el momento en el que la silla perdió el control y cayó al vacío?», me pregunta el abogado.
«Sí, el señor Alec y yo estábamos conversando cerca del barranco. Íbamos a regresar a la fiesta cuando de la nada la silla comenzó a avanzar hacia el borde. Yo creí que él me estaba jugando una broma, pero cuando vi que no se detenía, corrí tras Alec y lo sujeté a tiempo antes de que se cayera», respondo.
“Eso es todo, su señoría», dice el abogado.
Veo que el otro abogado, el de la compañía que demandan, se pone de pie y solicita también interrogarme.
Ya Viktor me entrenó para esto, solo debo pasar el momento y ya.
“Muy bien señorita Madison, dice que estaban conversando cerca del borde, pero eso no es lo que dicen las pruebas», comienza el otro abogado.
«¿Disculpe?», respondo, sin entender.
“Su señoría, tenemos una fotografía del periódico que demuestra que entre la enfermera del señor Fairchild y usted había mucho más que una relación profesional», continúa, mostrándome un recorte.
«Sí, pero…», intento explicar.
«Esto solo demuestra que la testigo del señor es bastante capaz de mentir», interrumpe.
“¡Objeción, su señoría!», interviene el abogado defensor.
«El abogado se está basando en meros chismes de farándula, no hay ninguna prueba además de esa foto de que eso sea cierto».
“Bien. Entonces, dice que vio que la silla se puso como loca y se arrojó al vacío sola, ¿alguna vez ha visto que eso pase?», me pregunta el abogado.
«No, nunca he visto algo así antes», respondo, jugueteando con mis manos.
“¿Entonces cómo puede afirmar que la compañía de mi cliente es la responsable del accidente?», insiste.
“Yo no he asegurado tal cosa, solo conté los hechos», contesto, notando el asentimiento de Viktor.
“Su señoría, quiero presentar las pruebas definitivas hechas por ambos analistas sobre lo que pasó realmente con la silla de ruedas», solicita el abogado de la compañía.
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