La enfermera del CEO
Capítulo 142

Capítulo 142:

Ya está bien entrada la tarde, así que Liam debió haber vuelto.

Mi padre debe estar preparando la cena y Caleb debe estar viendo televisión o jugando.

“¡Mami!”, grita mi hijo al verme, sale corriendo a abrazarme con fuerza.

Mi padre se asoma desde la cocina y saluda con una toalla en el hombro.

“¡Hola Mady! ¿Qué tal te fue?”

“Bien, aunque agotador. No creí que encontrar un vestido fuera tan difícil”.

“¿Fuiste sola?”

“No, me acompañó Tania”.

“Oh, hace mucho que no te escuchaba hablar de ella”.

«Sí, creo que es momento de recuperar su amistad. Le pedí que fuera mi dama de honor. ¿Dónde está Liam?»

“Mmm, tiene rato hablando por teléfono en tu habitación. Dile que ya la comida está casi lista”.

“Bien, iré a verlo”.

Me dirijo a mi cuarto por el pasillo, cuando llego a la puerta, la encuentro cerrada.

Me parece raro, pero no como para pensar algo malo.

Pongo mi mano en la perilla y estoy por abrir cuando escucho su voz.

Algo dentro de mí me dice que me detenga y escuche.

«S1, claro que sí, te lo daré como lo prometí. Ya te dije que al finalizar el año. No, por favor, no vengan, te lo juro, ya te di mi palabra, confía en mí».

Enarco una ceja con curiosidad.

¿De qué está hablando Liam y con quién?

Entro en la habitación para tomarlo por sorpresa.

Cuando me ve, sonríe nervioso.

“Ah, sí debo colgar, no quiero lo que me ofrecen, gracias”.

“¿Quién era?”, pregunto.

“Oh, nadie importante, baby. Esos vendedores de líneas telefónicas que no me dejan en paz. ¿Vamos a comer? Huele delicioso lo que cocina tu padre”.

«Sí, vamos».

No le digo nada, pero es obvio que me acaba de mentir.

¿Qué se trae Liam entre manos?

POV Alec

Hace dos días que me hicieron la cuenta para volver a caminar, y todavía no me puedo creer lo rápido que va el tratamiento.

Cuando la doctora Jocelyn dijo que vería resultados en poco tiempo, no pensé que se refería a horas después.

Gracias al dispositivo que me implantaron en la columna, he podido volver a mover mis piernas, mis pies, básicamente, todo.

La felicidad que embarga mi pecho es tan grande que siento que voy a llorar a cada segundo que intento moverme.

Estos dos días Patrick ha estado levantándose a mi lado todas las mañanas para ayudarme con la rehabilitación, mientras sigo bajo la estricta vigilancia médica de la doctora.

No quiere que mi cuerpo vaya a rechazar el dispositivo, además, debe revisar de que todo vaya bien.

Abro los ojos con los rayos del sol entrando por la ventana, temo que todo sea solo un sueño, uno del que deberé despertar pronto.

Miro hacia afuera y comprendo que no es así, ahí está el hermoso paisaje de Suiza dándome la sensación de estar en alguna tierra de fantasía.

“¡Buenos días Alec!”

Saluda animado Patrick al entrar por la puerta.

“Hola Patrick”.

“Ya es hora de levantarse”, dice con una gran sonrisa.

A veces creo que él está más emocionado que yo.

“¿Y si hoy no responden mis piernas?”

“Prueba y verás que solo son miedos infundados”.

Trago saliva antes de intentarlo.

Enciendo el dispositivo que estimula mi médula espinal y entonces comienzo a mover poco a poco mis dedos.

Sin darme cuenta he estado aguantando la respiración. Suspiro de alivio y sonrío.

“¿Lo ves? Ahora vamos, tienes que volver a poner en forma esas piernas para que vuelvas a caminar”.

Le tomo la palabra y me preparo para ir hasta la zona de recuperación.

Un lugar inmenso con espacios destinados para personas que están en mi misma situación. Incluso hay pacientes con tetraplejia que también están consiguiendo moverse.

Uno de ellos en particular se ha hecho bastante amigo mío en poco tiempo, Cesar Alcalá, un mexicano que también tiene paraplejia, excepto que él no puede mover un poco más arriba de su torso.

Todavía uso la silla de ruedas, no me puedo deshacer de ella tan rápido como me gustaría, sin embargo, es cada vez más el tiempo que he logrado andar en dos pies.

“¡Hola Alec!”

Me saluda Cesar.

Él ya tiene al menos un par de horas ahí.

“¿A qué hora te despertaste para estar aquí?”, pregunto.

“Mmm, como a las cinco de la mañana. Estoy demasiado emocionado como para echarme a dormir, necesito recuperar mi vida”, asegura.

Me echo a reír.

Verlo a él tan motivado la verdad es que me contagia un poco sus ánimos.

Cesar se acerca con su silla de ruedas a la barra dispuesta para intentar ponerse de pie.

Me quedo mirándolo antes de que Patrick venga a ayudarme a mí.

Cesar hace un esfuerzo que se le nota al marcársele la vena de la sien.

Él tiene muchos más años que yo estando así, sus músculos se encuentran mucho más atrofiados que los míos, aún así, eso no lo detiene para seguirlo intentando todos los días.

“¿Ya estás listo?», me pregunta mi enfermero mientras me preparo para comenzar mis ejercicios de rehabilitación.

«Sí», respondo con determinación.

Cesar me saluda con un gesto de cabeza mientras Patrick me acompaña hacia mi propia barra de ejercicios.

Desde que tengo este implante, he experimentado una notable mejoría en mi sensación de movimiento, aunque también he sentido un aumento en el dolor, aunque los medicamentos han ayudado a mitigarlo en gran medida.

Sigo el ejemplo de Cesar mientras intento ponerme de pie, sintiendo una mezcla de emoción y asombro cada vez que logro hacerlo con más facilidad.

Aunque mi parálisis solo afecta mis piernas, todavía enfrento la debilidad que me impide caminar como alguien sin discapacidad.

«¡Ah, esto es increíble!», exclamo con alegría mientras me mantengo de pie con la ayuda de la barra.

«Ojalá su abuelo pudiera verte ahora, estaría tan feliz», comenta Patrick con optimismo.

.

.

.

Consejo: Puedes usar las teclas de flecha izquierda y derecha del teclado para navegar entre capítulos.Toca el centro de la pantalla para mostrar las opciones de lectura.

Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.

Reportar