La enfermera del CEO -
Capítulo 140
Capítulo 140:
“¡Qué bien! Entonces dentro de poco, te veré venir a mí a dos piernas», dice mi abuelo emocionado, seguido de una tos seca y rasposa que me hace alejar el auricular del celular.
“¿Tú estás bien? Siempre que hablamos no te escucho muy saludable”, le pregunto preocupado.
“Yo estoy bien, ahora no es momento para preocuparse por otras cosas. Llámame mañana antes de la operación. Descansa”, me responde mi abuelo.
La conversación con él, por alguna razón, no me deja tranquilo.
Esa noche, Patrick y yo vemos un poco de televisión mientras como mi última comida oficial permitida. Después de esto, no podré volver a comer hasta después de la cirugía.
Luego de comer, caigo dormido bastante rápido, y entre mis sueños, la veo a ella vestida de novia, pero en lugar de ser yo quien la recibe en el altar, está el alto militar de pie a su lado, le sonríe con ternura y entonces le da un suave beso en los labios.
Me despierto agitado después de esa horrible pesadilla.
Cuando abro los ojos ya es de día.
Una enfermera entra a la habitación para tomar mis signos vitales y asegurarse de que no haya comido nada.
El proceso de espera se me hace eterno.
El estómago me ruge con la urgencia de comer aunque sea algún bocado.
“Patrick, dame ese sándwich, nadie se va a enterar”, susurro como a eso del mediodía.
Él se echa a reír y niega con la cabeza.
“Yo lo sabré. No me perdonaría si le pasara algo por dárselo”, responde bailando el pan en mi cara.
“Entonces vete de aquí, porque juro que brincaré sobre ti y te lo quitaré”.
“Madison tenía razón, eres muy gruñón cuando no comes”, comenta de pronto.
Se da cuenta de que me afecta la mención de su nombre.
“Lo siento, no era mi intención”.
“Olvídalo, no importa ya”.
“¿Crees que, si ella no estuviera comprometida, si hubiera pasado algo entre los dos?”, pregunta.
“No lo sé. No creo. Madison siempre respetó el hecho de que estuviera casado, aunque supiera lo que Jennifer estaba haciendo. De lo que sí estoy seguro, es de que si ella no estuviera comprometida, ahora mismo estaría aquí a mi lado, porque hubiese buscado cualquier medio para convencerla de que la amo”.
Tocan a la puerta en ese instante.
La Doctora Jocelyn se asoma con una sonrisa.
“¿Ya estás listo?”
“Sí, estoy listo”.
“Cuando salga de ese quirófano, serás un hombre nuevo»
Añade la doctora con seguridad.
La seguridad con la que lo afirma me da valentía y valor para hacerlo.
Patrick me acompaña hasta donde se le permite.
No llego a ver mucho del quirófano, pues luego de que me ponen la anestesia, me quedo dormido bastante rápido.
Quisiera decir que tuve un estado de semiinconsciencia, pero la verdad es que todo quedó en negro.
…
Al despertar, lo primero que veo es el rostro de la doctora.
“Bienvenido de vuelta, Alec”.
“¿Qué pasó? ¿Funcionó?”, pregunto luego de recobrar conciencia de donde me encuentro.
“Intenta mover tus pies. Tengo pacientes que en una hora ya comenzaron a ver resultados”, dice con orgullo.
Tengo miedo.
Estoy aterrado de que intente moverme y no lo logre, sin embargo, hago lo que me pide, y para mi sorpresa, la de Patrick, incluso la de ella, los dedos de mis pies comienzan a moverse.
Puedo sentirlos, aunque ligeramente.
“¡No puede ser!”, exclama Patrick.
“¡Los estoy moviendo!”, grito emocionado.
POV Madison
El edificio de la firma de abogados es imponente.
Todas las personas aquí llevan trajes caros y van vestidos de etiqueta. Una vez más, me recuerda a cuando me sentí fuera de lugar en la fiesta de beneficencia de aquella noche.
Llego hasta el piso que me indicó el abuelo de Alec y toco la puerta con el nombre:
[Abg V Turner].
Trago en seco y espero pacientemente a que me reciban.
Quien abre la puerta es el señor Thomas.
Detrás del escritorio se encuentra el hombre que imagino es el dueño de ese nombre que se encuentra en la puerta.
Un señor de mediana edad, quizá tendrá unos cuarenta años.
Muy bien vestido y con una mirada imponente, de esas que siempre tienen los abogados.
Lleva unos lentes delgados sobre el puente de su nariz.
Se queda mirándome fijo y luego me sonríe.
«Gracias por venir tan pronto, Madison. Espero no haberte sacado de nada importante», saluda el abuelo.
«No, descuide, no hay problema».
«Él es el abogado de Alec, Viktor Turner».
«Un gusto», le digo estrechando su mano.
«Viktor, ella es de quien te hablé, es la enfermera de mi nieto».
«Oh, ya veo», responde y vuelve a tomar asiento.
«Ya no lo soy, señor Thomas. Renuncié».
«Lástima»
Se echa a reír cuando me mira.
«Quita esa cara, no te he llamado para nada malo, tranquila. Esto no tiene que ver con lo de esa infame noticia en el periódico. Sé que son puras calumnias de Jennifer».
Sin querer, dejo escapar un suspiro de alivio.
Siento que una enorme tensión se va de mis hombros.
Me invita a tomar asiento, así que lo hago y más calmada, aunque aún intranquila, me sigue intrigando el motivo de su llamada.
«Entonces, ¿Para qué me ha llamado aquí?»
«¿Estabas asustada eh?»
Vuelve a reírse.
«Esto tiene que ver con el accidente de Alec con la silla».
«Oh, eso. Creí que había quedado todo ahí».
«No. Mi nieto siguió adelante con la demanda. El juicio será en dos días. Necesito que declares, que seas uno de nuestros testigos sobre el hecho».
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