La enfermera del CEO
Capítulo 139

Capítulo 139:

«Estoy un poco nervioso», dice Patrick de pronto.

«¿Tú? Se supone que debería ser yo el asustado».

«No es por eso, es porque de verdad deseo que funcione».

El doctor Bloch abre la puerta y nos recibe con un cálido saludo.

«Usted debe ser el señor Fairchild».

Asegura.

«Se parece mucho a su abuelo».

«Así es», respondo estrechando su mano.

«Él es Patrick Young, mi enfermero y especialista en rehabilitación física».

«Un gusto»

Saluda el doctor.

Ambos pasamos adentro del gran consultorio.

Un ventanal del lado derecho deja entrar toda la luz de afuera. El doctor Bolch tiene una enorme biblioteca en la pared del fondo y en la otra, sus títulos, doctorados y postgrados, además de los reconocimientos que ha recibido a lo largo de su carrera.

Un par de minutos después de haber entrado, tocan la puerta nuevamente. Una señora muy guapa y elegante entra. E

s evidente que ella también es médico.

«Les quiero presentar a mi colega, la Doctora Jocelyn Courtine. Ella, junto conmigo, fue la desarrolladora de esta tecnología, que, le aseguro señor Fairchild, le devolverá sus piernas».

«Mucho gusto, doctora»

Saludo.

Ella estrecha nuestras manos y nos regala una sonrisa.

«Su abuelo nos dejó muy buenas referencias de usted, esperamos que pueda hacerse el tratamiento y recupere su movilidad», dice ella.

«De hecho, la doctora Jocelyn será quien te va a operar, yo no estaré disponible por el momento. Pero no te preocupes, te dejo en excelentes manos».

«Gracias, doctor Bloch», respondo.

El hombre se retira del consultorio apresuradamente.

La doctora se queda en su lugar.

«¿Sabes cómo funciona este tratamiento?», pregunta.

Yo niego con la cabeza.

Incluso Patrick me imita.

«Se trata de un dispositivo, lo insertaremos en tu médula espinal, y luego, por medio de un control, enviará estímulos a tus nervios para activar los músculos. Como tu lesión no tiene tanto tiempo, es posible que incluso puedas caminar sin necesidad de apoyo, todavía no están tan atrofiados los músculos. Lo que buscamos es que haya movimiento, luego de implantado, deberás hacer mucha rehabilitación».

«Suena bastante prometedor», contesto, tragando en seco.

Sé que ella es una profesional…

Pero me pone nervioso todo eso.

«Descuida, no sentirás nada, estarás bajo anestesia. Y al despertar, iremos de a poco. Tendrás que quedarte aquí como tres semanas».

«¿Tanto tiempo?»

Principio del formulario

“Necesitamos evaluar tu evolución, que respondas bien al tratamiento y para guiarte a ti y a tu enfermero en la rehabilitación”.

«¿No hay alguna forma de adelantar ese tiempo? Me fui del país dejando algunas cosas sin resolver», comento con preocupación.

«Recuerde que su abuelo dijo que le avisaría cualquier cosa, no debería preocuparse por eso», me dice Patrick.

La doctora me mira directo a los ojos mientras espera mi respuesta.

«Mmm, bueno, está bien. ¿Cuándo comenzamos?»

«Te haremos el preoperatorio y podemos programarla para mañana en la tarde, ¿te parece?», responde la doctora.

No creí que sería todo tan pronto.

Mi corazón se acelera dentro de mi pecho.

La idea me entusiasma, pero al mismo tiempo me produce un miedo terrible.

Asiento y entonces la doctora procede a llenar los papeles para dar mi consentimiento.

Me explica a detalle todo lo que me harán, cuánto durará el procedimiento y la rehabilitación. Firmo el papel con la mano temblorosa.

Luego de esa explicación tan larga, me llevan a una habitación para dejarme hospitalizado de una vez.

El cuarto parece más bien un hotel.

Es tan grande que fácilmente puede ser uno de los sitios de huéspedes de mi casa.

Tiene la misma vista de ventanal de cristal a un lado, con unas grandes cortinas para cubrirlas en la noche.

Al fondo se encuentra una cama bastante cómoda de hospital, con todos los implementos necesarios.

«Aquí sí que trabajaríamos a gusto, es más, ¿No me pueden transferir?», pregunta Patrick en broma.

«¿Cómo estarán las cosas en casa?», digo en voz alta.

«No debería pensar en eso, Alec. Relájese, olvídese de su esposa o de Madison. Piense en usted y en este momento. Volverá a caminar cuando menos lo espere, ya verá», me dice Patrick con optimismo.

El optimismo de Patrick me hace sonreír, a pesar de eso, no puedo evitar pensar en todo lo que acaba de mencionar.

Mi exmujer, porque ya no quiero llamarla esposa.

En Madison, y en lo que estará haciendo con su prometido.

Me pregunto cuándo se casarán.

Según bien recuerdo, ella me había dicho que sería cuando él volviera dentro de un año, pero como esos tiempos se adelantaron, no dejo de preguntarme si la boda también se habrá adelantado.

Apenas aquí serán las seis de la tarde, eso quiere decir que en Austin son alrededor de las once de la mañana.

Tomo mi celular para llamar a mi abuelo.

Sé que él me dijo que se encargaría de todo, pero ya faltan pocos días para el juicio contra la empresa fabricante de las sillas y no estar ahí me pone nervioso.

«¿Hola, abuelo?», digo cuando me contesta la llamada.

«¡Alec! ¿Ya están allá?», responde emocionado mi abuelo.

«Hace rato, ¿Cómo están las cosas por casa?»

«Todo está bajo control, deja de preocuparte. No soy ningún novato en estas cosas. He estado en más demandas de las que crees», se burla mi abuelo.

Yo no me sentiría orgulloso de algo así.

“Más bien, cuéntame, ¿Qué te dijo el Doctor Bloch?”

«Me operarán mañana en la tarde».

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