La enfermera del CEO -
Capítulo 138
Capítulo 138:
«Pero no tenía idea de cómo abordar el tema. ¿Es verdad?».
«Por supuesto que no es verdad», respondo, tomando un sorbo de mi café.
«¿Crees que me estaría casando si lo fuera?».
«Eso es extraño», dice Tania, frunciendo el ceño.
«¿La mujer piensa que su esposo la engañó contigo?».
Niego con la cabeza y termino mi café.
«Es mucho más complicado que eso».
Tomando aire, empiezo a contarle absolutamente todo lo que pasó desde que comencé a cuidarlo.
Tania me mira con sorpresa, y no interrumpe en toda la historia más que para hacer ruiditos de asombro.
Cuando termino, está inclinada con los codos sobre la mesa, mirándome intrigada.
«No puedo creerlo», exclama.
«Parece una telenovela de esas latinas».
«Ojalá lo fuera, pero es la verdad. Y ahora mi vida es un desastre. Lo único bueno que tengo es a Liam», explico.
«Aja, pero dime la verdad, ¿él te gustó en algún momento? Vi su foto en las noticias y es mucho más atractivo que Liam».
No sé si contarle la verdad a mi amiga.
Hay confianza, pero estos sentimientos confundidos son algo que prefiero reservarme cien por ciento para mí.
Suficiente con que me juzgue yo misma.
No quiero que alguien más lo haga.
«¿Cómo crees? Era mi paciente, nada más», miento.
Tania entrecierra los ojos, intentando analizarme.
Ella me conoce.
Sabe cuándo estoy mintiendo.
Terminamos de comer y dividimos la cuenta a la mitad para volver a nuestro recorrido con los vestidos cuando mi celular suena.
Es un número desconocido.
Por alguna razón, mi corazón se acelera.
Pienso que tal vez pueda tratarse de él.
«¿Hola?», contesto.
«¿Madison Jones? Soy yo, Thomas Farchild».
«Oh, hola señor Thomas, qué sorpresa que me llame. ¿Necesita hablar conmigo?».
«¿Puede ser ahora? No tengo mucho tiempo disponible».
«¿Ahora?»
Volteo a mirar a mi amiga, que se encoge de hombros.
«Lo que dice el señor Thomas suena bastante urgente».
«Está bien, iré ahora», respondo.
«Excelente, te enviaré la dirección por mensaje. Es en un bufete de abogados».
Siento que mi corazón se detiene cuando dice eso.
¿Abogados?
¿Será que piensa demandarme?
Sacudo la cabeza intentando calmarme.
No puedo sacar conclusiones apresuradas sin antes conocer sus verdaderas intenciones.
Cuelgo el celular y me quedo de pie mirando al infinito un momento.
«¿Qué sucede? ¿Quién te llamó que te pusiste tan pálida?».
«El abuelo de Alec», respondo suavemente.
«¿El hombre que cuidabas?».
Asiento.
“Quiere que vaya a verlo ahora, en un bufete de abogados».
«¿Va a demandarte? No puede ser, ¿O sí?».
«No lo sé, no me dijo nada más. Tendré que ir a averiguar qué es lo que quiere. Lo siento, tendremos que dejar esta búsqueda para otro día».
«No te preocupes, llámame cuando quieras. Me alegra que hayas pensado en mí para acompañarte».
La rodeo con mis brazos.
Ella me corresponde de la misma manera.
«Gracias Tania, obviamente estás invitada a la boda, es más, ¿te gustaría ser mi dama de honor?».
“¡Ah!”
Pega un grito.
«Creí que nunca me lo pedirías».
Nos despedimos después de eso.
Tomo un taxi que me lleve hasta el bufete de abogados que me indicó el abuelo de Alec. No dejo de menear la pierna en todo el camino hasta allí.
Al bajar en la dirección, un elegante edificio me recibe.
Afuera tiene grabado el nombre del bufete:
[Turner y Asociados].
Tomo una gran bocanada de aire y entro al lugar pensando lo peor.
POV Alec
En mi vida antes del accidente había visitado muchos lugares, pero ninguno tan bello como Suiza.
Estar aquí es como haberse transportado a un lugar de fantasía.
Patrick se baja del avión a mi lado y queda igual de maravillado que yo observando semejante paisaje. Un viento helado provoca que ambos nos estremezcamos de frío.
«¡Este lugar es increíble!» exclama Patrick.
«Lo es», reconozco.
Estoy a miles de kilómetros de distancia de mi hogar, de Texas.
Todo es tan diferente que no me lo puedo creer.
Sin embargo, a pesar de encontrarme en un lugar en sueño y estar tan lejos, mis pensamientos y mi corazón siguen allá con Madison.
No dejo de preguntarme qué será de ella, qué estará haciendo en este preciso momento.
En el aeropuerto, nos recibe un hombre que dice ser el ayudante del doctor Gregoie Bloch.
Tomamos un taxi ahí mismo que nos lleva hasta el hospital.
El lugar es inmenso y bastante moderno.
Había escuchado antes de lo muy avanzados en tecnología que se encuentran en el país, pero esto parece de otro mundo.
El asistente nos lleva hasta el consultorio del doctor, donde nos pide esperar que salga.
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