La enfermera del CEO
Capítulo 129

Capítulo 129:

“No, no. Tranquilo. No estoy diciendo que le crea a Jennifer. Solo pasaba por aquí para ver si necesitabas algo de mí. Un consejo, un abogado, lo que sea”.

“Ya tengo a mi abogado, gracias”.

“Noto algo de reticencia en ti”, dice como si no fuese obvio.

Bufó y volteo los ojos con fastidio.

Para ser honesto, ya no puedo confiar en él, ni en nadie en realidad.

“¿Qué no es obvio? Vi tu firma en ese papel, tú fuiste uno de los que votó para sacarme de la presidencia”.

“Solo pensaba en los intereses de la empresa”.

“¿Los intereses de la empresa!? Eres un maldito y doble cara. Vete de mi casa, no te quiero ver aquí”.

Mason se ríe con cinismo, y de pronto todo encaja en mi cabeza.

Es evidente que esos dos están aliados de alguna forma.

Nunca me había puesto a pensar que entre ellos pudiese haber algo, siempre han aparentado caerse mal, pero ahora que lo miro con detenimiento, todo eso podría ser un teatro también.

Los dos han jugado muy bien un papel frente a mí por años.

“Está bien, me iré. Pero antes de hacerlo te diré que, si yo fuera tú, le firmaría el divorcio con todo lo que pide. Después de todo, no tienes otra alternativa».

Da la vuelta para irse.

No soy capaz de contenerme, tengo que preguntarlo.

“¿Hace cuánto que te revuelcas en la cama con ella?»

Mason se detiene con la mano en el picaporte de la puerta y voltea la cara de medio lado.

“No sé de qué estás hablando, querido amigo».

El tono de ironía en su voz me hace querer saltar de esta silla y ahorcarlo ahí mismo. Sale de la casa y me deja con la palabra en la boca, hirviendo de la ira.

Después de esa conversación, todas las piezas en mi mente comienzan a encajar una tras otra. Creo que siempre estuvo ahí, solo no quería verlo.

Todas las veces que llegaba tarde a la casa, como insistió en que fuese él el que la ayudase con la empresa

¡Demonios!

Incluso yo mismo la mandé a irse con él a Nueva York aquella vez.

Me siento como un estúpido.

Me volvieron a utilizar, y de la peor manera posible. Las dos personas en las que confiaba me apuñalaron por la espalda.

Un par de horas después, casi para el mediodía, el timbre de mi casa vuelve a sonar.

Llamo a Patrick para que abra, pero este está en el baño. No parece que nadie vaya a salir a abrir, así que decido hacerlo yo.

Jamás esperé que frente a mí en esa entrada, estuviese nada más y nada menos que Caleb, el hijo de Madison.

Abro los ojos con sorpresa.

El niño me mira con una gran sonrisa.

“Hola, señor”, saluda de forma casual.

“¿Qué estás haciendo aquí?”, pregunto, a falta de otra cosa que se me ocurra.

Por fortuna, mi abuelo cumplió con su palabra de echar a la prensa, de otro modo, esto sería primicia ahora.

“Vine a verlo. ¿Y tu mamá?”

“Ella no sabe que estoy aquí».

Quiero gritar.

Esto es una locura.

Si no me acusan de robarme a un menor será un milagro.

“Pasa, no te quedes ahí por favor”.

«Si alguien te ve, estoy más jodido», añado en mi mente.

Caleb entra a la casa dando saltitos.

Va muy sonriente, es obvio que no se da cuenta de la gravedad de lo que ha hecho. Su madre debe estar como loca buscándolo.

“Caleb, ¿Sabes que no debes estar aquí?»

“Mamá no se dará cuenta, dejé un montón de almohadas bajo la sábana, volveré y no lo notará».

“Esto es igual que tu gran plan de llamarme para el día de padres en el colegio, ¿Verdad?»

Él asiente sin comprender mi sarcasmo.

“Tenía que venir a hablar con usted».

“¿Sobre qué?»

Patrick sale del baño y se queda en shock cuando ve al pequeño niño frente a mí.

“¡¿Caleb?! Oh, hola Patrick”, saluda.

“¿Madison está aquí?”, pregunta mirándome a mí.

Yo niego con la cabeza y le hago una seña para que se acerque.

Le susurro que ha venido solo y que llame a Madison para darle aviso. Lo haría yo, pero aunque parezca loco, necesito saber qué es lo que tiene que decirme.

“Ven, vamos al jardín, ahí podremos hablar con más calma”, invito.

Caleb me sigue con tranquilidad. Es claro que confía en mí, y no sé por qué, pero eso me hace sentir muy bien.

Cuando llegamos al jardín, toma asiento en una de las sillas.

Es gracioso como sus pies no llegan al suelo.

“¿Qué es eso tan importante que tienes que decirme?», pregunto.

“Creo que mi mamá está triste por usted».

“¿A qué te refieres?»

“Todas las noches la escucho llorar y dice su nombre, siempre se queda despierta hasta tarde viendo su foto. No me gusta verla triste, creo que ella lo quiere, y tal vez también extraña el trabajo».

Su inocencia me causa ternura y me conmueve.

Pero hay algo de lo que estoy seguro, no me está mintiendo.

Madison piensa en mí, a pesar de que está con su novio, y eso solo puede significar una cosa: mintió cuando dijo que no sentía nada por mí.

POV Madison

Han pasado varios días desde que vino esa insufrible reportera a mi casa.

Para mi desgracia, le había dicho a otras personas, porque al día siguiente, se llenó la granja de reporteros.

Mi padre tuvo que sacarlos a escopetazos al cielo para que nos dejaran en paz.

Después de eso las cosas se volvieron un poco más tranquilas, sin embargo, no había podido salir, porque cuando me veían en la calle, enseguida me caían encima con fotografías y micrófonos buscando que diera alguna declaración.

Afortunadamente, no conocían a Liam, así que él se ha encargado desde entonces de salir a conseguir lo necesario.

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