La enfermera del CEO
Capítulo 124

Capítulo 124:

Mi padre comienza a hablar sobre los detalles de la boda, incluso pareciera que él estuviese más emocionado que yo.

«Por supuesto que se casarán en una buena iglesia en la capital. Blanco es muy bonito, pero yo creo que algo por todo lo alto sería adecuado.»

«Opino lo mismo. Mañana saldré a hacer las averiguaciones de la iglesia», responde Liam.

«Oh, y podríamos contratar a una de esas ¿Cómo se llamaban?»

«¿Wedding Planner?»

«Sí, esa misma. Para que busque el local donde haremos la fiesta, ¿a quiénes vamos a invitar?»

«¡A Carter!», grita Caleb.

Carter es uno de sus amigos del colegio.

«Me encanta como están planificando todo sin la opinión de la novia», digo con sarcasmo.

«¡Oh! Lo siento hija, es que esta será la primera vez que te casas de verdad y…»

Se interrumpe a sí mismo cuando se da cuenta de lo que ha dicho.

Él sabe que yo nunca pude casarme con el padre de Caleb porque murió repentinamente.

Arrojo con furia la toalla de cocina que tengo en las manos y me voy de allí.

No puedo soportar estar un segundo más pensando en una boda de la cual no estoy completamente segura de querer llevar a cabo.

El llanto amenaza con salir de nuevo, pero me contengo.

Al poco rato tocan la puerta de mi habitación con los nudillos.

«Pasa.»

Liam entra con una barra de chocolate con caramelo de esas que se consiguen en la tienda.

«Es una ofrenda de paz.»

Inevitablemente le sonrío.

Hago un amago para que se siente a mi lado.

La acepto.

«Arranco la barra de su mano y empiezo a quitar la envoltura.

«Sé que mi llegada improvisada ha sacado de órbita todos tus planes, pero hay algo que quiero saber Madison.»

«¿Qué ocurre?»

«¿Todo sigue bien entre nosotros? Aceptaste casarte conmigo, tal y como la última vez, pero te siento diferente. Estás distante, no lo sé. Si hay algo que deba saber, por favor dímelo.»

Sus ojos negros me miran con intensidad.

Mi boca titubea con ganas de decirle toda la confusión que hay en mi corazón con respecto a Alec, sin embargo, no digo nada al final.

«Todo está bien, no te preocupes. Es solo que estoy un poco estresada. Con esto de que ahora debo buscar un nuevo trabajo, es todo muy complicado. Pero el hecho de que estés aquí me da apoyo», aseguro tomando su mano, le doy un suave beso al dorso de esta y le sonrío.

«En ese sentido sigues igual a como te recordaba»

Acaricia una de mis mejillas y aparta mi cabello hacia atrás.

«Siempre dedicada a ayudar a todo el mundo menos a ti misma. Sin importar qué tan mal la estés pasando.»

«Es mi maldición, lo sé»

Admito echándome a reír.

Liam acerca sus labios a los míos y me da un ligero beso.

«Deberíamos dormir, mañana tenemos mucho que hacer», digo apartando mi rostro.

«Es verdad, tienes que empezar a buscar tu vestido de novia.»

Con esa idea sembrada en mi cabeza, no puedo pegar un ojo en toda la noche.

A la mañana siguiente, Liam sale bien temprano hacia la ciudad para buscar trabajo y hacer las averiguaciones de nuestro casamiento.

Falta un mes, pero yo siento que todo eso se me viene encima en poco tiempo.

Llevo a Caleb al colegio y al volver, me pongo en la tarea de encontrar trabajo también:

«Iré al hospital papá, ahí al menos veré si encuentro algún turno de medio tiempo.»

«Está bien Mady, cuídate mucho.»

Salgo a pie desde la granja hasta la parada de autobús, el hospital está lo suficientemente lejos como para no querer caminar hasta allá.

Hablaré con una de mis antiguas colegas, tal vez pueda apelar a su lado bueno y me den aunque sea un par de guardias, porque en mi vida vuelvo a trabajar a domicilio.

Mientras estoy en la parada, me encuentro por casualidad con las dos insufribles vecinas de aquella vez, Caroline y Yasmin.

Siempre que podía las evitaba, pero a veces es imposible no encontrarlas. Ambas habían sido compañeras de estudio en la preparatoria, y siempre fueron del tipo que les encantaba pretender ser mis amigas para luego hablar mal de mí a mis espaldas.

Trato de fingir que no las he visto, aunque eso es técnicamente imposible.

Las dos se dan cuenta de mi presencia y comienzan a cuchichear algo mientras se ríen. Resoplo con fastidio y ruedo los ojos, tal vez si las ignoro lo suficiente se aburrirán.

Una de ellas saca el celular y le muestra la pantalla a la amiga, seguido, empiezan a acercarse a mí.

«Madison, no puedo creerlo, justo a quien queríamos ver», dice Caroline.

«¿Y para qué querían verme?»

«Eres toda una pilla, ¿No es cierto?», se burla Yasmin.

«Bien que no dijiste eso la última vez que nos vimos.»

Recuerdo bien ese día, Alec cometió la tremenda tontería de decirles que era mi novio.

«¿De qué hablas?»

«No nos dijiste que tu novio el paralítico, además de rico, era casado, y tú, su amante.»

Abro los ojos hasta el límite.

¿De dónde han sacado eso?

«¡¿Qué?!»

«No trates de negarlo, está en todos lados», asegura Caroline.

«Bueno ya vemos que siempre las que se hacen las santurronas son las peores.»

Las dos sueltan una gran carcajada y en eso, llega el autobús.

Sin embargo, yo no me subo.

Saco mi celular y escribo el nombre de Alec en el buscador.

La primera noticia que me aparece con un gran título reza:

[El CEO Fairchild y su amante, todo sobre la infidelidad del empresario #1 de Texas].

«¿Pero qué es esto?», grito en medio de la calle.

Todos los que estaban bajándose del autobús voltean a mirarme.

Siento que estoy mareada, tengo que sujetarme del soporte de metal del paradero para no caerme. No puede ser, esto no puede ser.

¿Será que Alec le dijo a la gente sobre lo que pasó en el parque?

Las palmas de mis manos se ponen frías, y mi cuerpo comienza a temblar.

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