La enfermera del CEO -
Capítulo 120
Capítulo 120:
“¡Liam!”, exclamo al fin.
“¿Qué… cómo…?”, balbuceo.
Él se echa a reír y se pone de pie.
Se acerca a mí y me estrecha entre sus fuertes brazos.
Había olvidado lo alto que es.
Todavía lleva puesto el uniforme militar.
Reacciono y lo rodeo con mis brazos, estrechándolo con fuerza.
Espero sentir algo, que ahora tenerlo aquí me haga disipar esos sentimientos hacia Alec, pero su abrazo no da el resultado que deseo.
“Debes estar muy sorprendida de verme aquí”
“La verdad sí”, respondo levantando la cabeza para verlo a los ojos.
Su tez negra y sus dulces ojos, es él, de verdad está aquí, sin embargo, no me siento tan feliz de verlo como imaginaba que estaría cuando volviera.
“Es una historia larga, estaba por contársela a Beau”
“Mady, ¿Qué haces aquí?”
Vuelve a preguntar mi padre.
“Creí que estabas cuidando a…”
“Ah, sí, renuncié”, le digo antes de que continúe.
“¿Qué?”
“También es una historia larga”, me excuso.
“Caleb debería estar durmiendo ya”
“Sí, pero se despertó por la luz, cuando vio a Liam ya no pude hacerlo dormir de nuevo”, explica.
Liam se echa a reír con nerviosismo, creo que se ha dado cuenta de mi incomodidad.
“Acabo de llegar prácticamente, tienes razón, Caleb debe dormir”
“Pero mamá, no quiero dormir. Liam está aquí, yo quiero que me cuente todo sobre la guerra”, dice rebotando con sus piernas.
“Caleb, mañana tienes colegio, no hay discusión. Si no duermes ahora, no querrás levantarte en la mañana”
Me hace un pequeño puchero y se cruza de brazos.
“Caleb, obedece a tu madre”, regaña Liam.
“Está bien”, responde con un tono melancólico que me hace querer reír.
Caminamos con la cabeza gacha hasta su cuarto.
Ambos lo seguimos, mientras que mi padre dice que se irá a dormir también, y que ya luego hablaremos sobre todo lo que pasó en la mañana.
Caleb se mete a su cama, lo cubro con la sábana y le dejo la luz de noche encendida para que no tenga miedo.
Luego, Liam y yo nos vamos hasta mi habitación, que alguna vez también fue suya.
Se me hace extraño ahora decir ‘nuestra’.
Que él esté aquí me hace sentir aún más confundida, sí es que eso es posible. La culpa de lo que hice me está carcomiendo viva por dentro.
“¿Estás bien? Sé que llegué de sorpresa, pero esperaba una reacción algo diferente”
“Lo siento, la verdad es que sí estoy un poco en shock. ¿No se supone que te faltaban seis meses más?”
“Sí, pero me dejaron volver antes.”
“¿Así sin más? Pensé que eso estaba prohibido, ¿Has desertado?”, cuestiono.
No trato de sonar acusatoria, pero así sonó.
“No, no he desertado, ellos saben que me fui. Estoy agotado, ¿Podríamos solo dormir esta noche? Mañana te contaré todo con más calma. Tú también tienes mucho que contarme, ¿No es así?”
“¿Qué? ¿Por qué dices eso?”
“Porque renunciaste, es lo que le has dicho a tu padre, ¿No es así?”
“Oh, sí, claro“, suspiro.
No sé por qué me siento como si me estuviese interrogando la policía por un intento de asesinato, pero es casi la misma sensación.
Liam se quita la ropa del servicio y se acuesta en la cama esperándome.
En otro momento de mi vida, esto terminaría en una noche apasionada, pero hoy no es lo que deseo. A penas y soy capaz de mirarlo a la cara sin sentir una terrible vergüenza.
Me acuesto a su lado y de inmediato él me abraza por la espalda.
“Te extrañé muchísimo, Madison”
“Y yo a ti”, respondo acariciando su brazo.
“Lamento haberte dejado sola cuando me necesitabas más. Creo que no me di cuenta de eso, pero ahora estoy aquí y ya no pienso irme.»
“¿De verdad?»
“De verdad, estaré aquí, seré un padre para Caleb como te lo había prometido, y nos casaremos por la iglesia también.»
Esos planes estaban tan lejos de mi mente hace unas horas, que me parece ridículo pensar en matrimonio.
Como él iba a volver en seis meses, creí que tenía mucho tiempo para pensarlo.
No le digo nada, finjo que me he quedado dormida para no tener que arruinarlo todo.
Ya no sé qué más hacer, estoy muy confundida con mis sentimientos, y no quiero causarle daño a él, ni a Alec tampoco.
Espero que con esa carta de renuncia sea más que suficiente para que me deje en paz, al menos así, lograré salvar su dignidad y su dinero, porque sé que ese matrimonio no terminará bien, así me haya creído o no, en cualquier momento esa mujer conseguirá su objetivo, pero, al menos, no será a costa mía.
A la mañana siguiente me despierto muy temprano. Por un momento me olvido de dónde estoy y de quién está a mi lado, y pienso que iré a cuidar a Alec.
Cuando veo a Liam durmiendo plácidamente caigo en cuenta de lo que sucedió anoche.
Mi vida acaba de dar un giro de ciento ochenta grados.
Agradezco que al menos su llegada haya coincidido con mi renuncia, de otro modo, no sé qué hubiese pasado.
Voy hasta la habitación de Caleb y lo alisto para el colegio.
Mi padre ya está bien despierto preparando el desayuno. Creo que no ha dormido en el resto de la noche, porque tiene unas enormes ojeras surcando su rostro.
“¿Liam sigue dormido?»
“Debe estar muy cansado, ha de tener el jet lag. A esta hora allá era de noche.»
“Sí, déjalo descansar.»
Me sirve una taza de café y me invita a sentarme en la mesa mientras Caleb toma su desayuno.
“¿Vas a explicarme por qué llegaste en medio de la madrugada diciendo que renunciaste? ¿Qué pasó?»
“No quiero hablar de eso papá, dejémoslo en que renuncié.»
En realidad eso puede traducirse en: ‘no se me ha ocurrido qué excusa inventarme, mejor no preguntes hasta que se me ocurra algo’.
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