La enfermera del CEO -
Capítulo 119
Capítulo 119:
Madison es la mujer predestinada para mí, lo sé, puedo sentirlo en cada célula de mi cuerpo, en cada hueso.
Amo a esa mujer, no lo dije a la ligera solo porque sí.
Si ella necesita que le crea, entonces lo haré. Investigaré a Jennifer si es necesario, y si descubro que es verdad que busca mi dinero, me voy a encargar de dejarla en la calle.
No tocará ni un centavo más de mi fortuna.
Pensar en eso me trae el recuerdo del malentendido.
Aquella vez en el cumpleaños de Caleb, Jennifer se veía muy desesperada por probar que yo tenía un hijo bastardo.
Hasta había dejado las maletas en la puerta, segura de que yo le era infiel.
Y luego hace una semana con lo del accidente y mi apresurado funeral. Si yo muriese de verdad, no se quedaría con la mitad, se quedaría con todo.
Saco mi celular y me atrevo a escribirle a mi abogado para concretar una reunión, creo que debo hacer muchos más cambios de lo que pensé.
Sin darme cuenta pasa la hora y llegamos al pueblo natal de Madison. Ya he venido tantas veces que lo siento muy familiar para mí.
Puedo verme construyendo una casa aquí con ella, ya que sé que no dejaría a su padre solo, y Caleb disfruta vivir acá.
Harry da la vuelta para entrar al predio del señor Beau.
Nos detenemos a pocos metros de la propiedad.
Desde allí, veo que se abre la puerta y sale Caleb primero, detrás de él, un hombre alto y robusto, bien musculoso y de tez negra se asoma.
Luego aparece Madison con la cara más blanca que un papel.
¿Quién es ese hombre?
Mi pulso va errático, he cometido un terrible error.
No puede ser lo que mis ojos están viendo, esta tiene que ser la peor pesadilla a la que me he sometido.
Patrick está a punto de abrir la puerta, pero lo detengo.
“No salgas, Harry, vámonos ya”.
“Señor, ¿está seguro?”
“¡Vámonos ya!”, exijo.
Harry arranca el auto y da la vuelta, ante la mirada de confusión del hombre con ropa militar que se asomó por la puerta.
Madison, en cambio, parece más aliviada.
“¿Alec, por qué nos vamos?”, pregunta Patrick, creyendo que algo anda mal.
“Cometimos un error, no debimos venir sin avisar”.
“Ese hombre que estaba con ella no es… ¿Su prometido?”, lo pregunta más para sí mismo que para mí.
“Sí, ese hombre es Liam”.
Lo recuerdo perfectamente de la foto que tiene Madison en su muro.
No entiendo cómo o cuándo pasó esto.
Ayer ella y yo estábamos bien, y hoy de pronto se ha ido, su prometido volvió y yo tengo el corazón hecho pedazos.
¿Qué estoy haciendo?
Si de verdad la amo, tengo que dejarla ser feliz con quien realmente se lo merece.
Un hombre libre, que no está atado a una silla de ruedas de por vida, y sobre todo, que no tiene tantos problemas como yo.
Patrick se da cuenta de mi actitud, pero no dice nada.
Tampoco pienso darle explicaciones.
Cuando volvemos a la casa, dos horas después, nos damos con la sorpresa de que está rodeada de la prensa.
Habían venido varias veces ya desde que pasó lo de mi accidente, pero ya habían mermado bastante, es curioso que hayan vuelto a reunirse así.
“Puedo entrar directamente por el estacionamiento”, sugiere Harry.
“No, pasemos por la entrada principal, veamos qué es lo que quieren”.
Patrick me baja del auto y me pone en la silla, y ni bien hace esto, los periodistas y las cámaras se me vienen encima.
“Señor Fairchild, ¿Dará declaraciones sobre lo que sucedió en su matrimonio?”
“¿Se divorciará?”
“¿Es verdad que su enfermera renunció?”
“Señor Fairchild, ¿Desde cuándo le es infiel a su esposa?”
Los periodistas me acosan a preguntas, unas para las que no tengo respuesta, porque no entiendo nada de lo que está pasando.
“¿Qué? ¿De qué están hablando?”
“¡Alec!”, la voz de mi abuelo hace alejar a estos buitres.
Se baja del auto y corre a salvarme, haciéndome entrar a la casa de una vez. Cierra la puerta después de que Patrick entra.
“Abuelo, ¿Qué está pasando?”
“Esto está pasando”, dice extendiendo su celular.
En él, una foto de Madison y mía donde aparentemente nos estamos besando, con el titular:
[El CEO Fairchild y su amante: todo sobre la infidelidad del empresario en su regreso inesperado].
Si alguien me hubiera dicho que vería a Liam sentado a la mesa conversando con mi padre y cargando a Caleb en las piernas al volver, probablemente me habría reído en su cara.
¿Cómo es posible que todo el jodido universo se alinee para cagarme la existencia?
¿Qué clase de juego macabro está jugando el destino conmigo?
…
POV Madison
El mismo día que decido renunciar, esa misma noche, encuentro a mi prometido esperándome con una sonrisa.
Aunque claro, sé que yo también lo he sorprendido a él con mi llegada. Ninguno me esperaba a altas horas de la noche con maletas en mano.
Nos quedamos mirando estupefactos antes de que Caleb y mi padre reaccionen.
“¡Mami!”, grita mi hijo.
Salta de las piernas de Liam y corre a abrazarme.
Lo veo ponerse de pie, pero para ser sincera, siento que estoy viendo mi vida desde fuera de mi cuerpo. No puedo creer que esté aquí.
Mi corazón va acelerado, casi me siento como si de alguna forma él supiera lo que he hecho, como si estuviera aquí para reclamarme por haber sido capaz de engañarlo, aunque sea con el pensamiento. Y bueno, no olvidemos el beso.
“¡Mady! ¿Qué haces aquí?”, pregunta mi padre, quien también se pone de pie.
“Creo que Madison está en estado de shock”, dice Liam.
Lo escucho hablar y eso le dice a mi cerebro que es real, que no es producto de mi imaginación.
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