La enfermera del CEO -
Capítulo 12
Capítulo 12:
El mensaje de Patrick me sirve para poner excusa a lo que voy a hacer a continuación.
Vuelvo a mi habitación y me arreglo lo más rápido que puedo.
Debo pretender que estoy recién llegando de afuera.
Sé que estoy arriesgando mi trabajo, y que quizá el odioso de Alec ni siquiera me lo agradezca, pero no lo hago para que me venere como una diosa; es mi deber, sin importar las consecuencias.
Corro a toda prisa hasta la puerta, debo ejecutar mi teatro muy bien si quiero parecer convincente.
Debería demorarme un poco más, no tiene sentido que yo llegue tan pronto, pero sé que si dejo pasar más tiempo, esa mujer conseguirá las fotos.
Primero toco, a ver si con eso logro espantarla.
Lo hago una, dos y tres veces, pero nadie sale.
“¿Buenos días? ¡Señora Fairchild!”, grito.
“¡Voy a entrar!”
El aviso es solo para que nadie me acuse de meterme en una propiedad privada sin permiso.
Tampoco sale ningún empleado como la vez pasada, pero eso no me sorprende, porque sé que la esposa los despachó a todos la noche anterior.
En ese momento no lo entendí, ahora me queda claro que lo hizo para no dejar testigos de su plan. Es una mente maquiavélica.
Entro a la casa de nuevo y voy directo hasta la habitación de Alec.
Abro la puerta mientras mi corazón late acelerado.
La mujer rubia está a medio desvestir, él ya se encuentra sin nada de ropa. Evito mirar su cuerpo, este no es el momento para distraerme con su perfecta figura.
La chica jadea un grito de sorpresa, y yo no finjo mi cara de asombro.
“¡¿Quién es usted?!”, cuestiono.
“¡Ah!”, grita.
Se cubre el cuerpo con lo que ya se ha quitado y mira a todos lados con los ojos desorbitados.
“¡Ladrona!”, acuso.
Sé que no es una ladrona, sin embargo, no tengo otro motivo para hacerla echar más que ese.
“No… no…”, tartamudea.
Retrocede un par de pasos hasta que mira la puerta del otro lado y sin pensárselo dos veces, da media vuelta, la abre y sale corriendo como una loca.
No pienso perseguirla, debo cuidar a Alec hasta que llegue la policía, porque de otra forma, no tengo cómo explicar mi presencia aquí.
Levanto el teléfono y llamo de inmediato, reportando todo como un intento de robo.
Cubro a Alec con la sábana, mas, no logro evitar mirar su cuerpo.
Quedo embobada por un momento, sus perfectos músculos, su pecho ligeramente con vellos. Los músculos que marcan la entrada de su ingle hasta…
Sacudo la cabeza, no puedo pensar en él de esa manera, aunque mi corazón se acelere y me quede sin aire debido a su belleza.
Por suerte, la mujer no logró quitarle todo el pantalón, así que subo su buzo hasta las caderas nuevamente, y le pongo la camisa de dormir.
En efecto, está muy sedado, pues no se inmuta en lo más mínimo a pesar de que lo estoy moviendo de un lado a otro.
“Alec, señor Fairchild, despierte”, digo con voz suave.
Así dormido, hasta parece un ángel.
Él hace un quejido y mueve levemente la cabeza.
Cuando abre los ojos, lo primero que ve es a mí.
“Madison…”, susurra.
POV Alec
Me siento como en la profundidad de un océano de oscuridad.
Todo a mi alrededor no es claro, hay una gran ausencia de luz que me hace sentir perdido, no sé qué es lo que sucede, solo sé que deseo salir de aquí, pero lo que sea que me lo impide, me traga al abismo más aterrador que he sentido jamás.
De pronto, a lo lejos escucho una voz.
No consigo distinguir lo que me dice, lo único que sé es que debo seguirla sin importar nada.
“Alec, señor Fairchild, despierte.”
Es ella
Es la enfermera.
Pero no entiendo por qué escucho su voz ahora.
Quien me saca de esta oscuridad no debería ser ella.
Muevo mi cabeza, confundido ante la situación.
Me siento adormecido, como si algo invisible y muy pesado se cerniera sobre mí y no me dejase actuar con normalidad.
“Madison…”
Susurro su nombre.
Poco a poco voy siendo consciente de lo que pasa a mi alrededor.
Recuerdo haberle dicho que se quedara a pasar la noche en una de las habitaciones, ella se fue luego de que mi esposa lo hiciera.
¿Qué hora es?
¿Ya son las siete de la mañana?
No comprendo por qué es ella la que me despierta, pero lo peor de todo es que no logro recordar nada después de las ocho de la noche, cuando estaba Patrick.
Es extraño.
Él es la primera cara que suelo ver al despertar, no es de los que suele irse temprano, no sin dar explicaciones.
“Alec, ¿Se encuentra bien?”, me pregunta.
¿Por qué no estaría bien?
Quiero decir, más bien de lo que puedo estar siendo un lisiado.
De repente, escucho pasos de otras personas.
La voz de mi esposa escandalizada unos cuantos pasos afuera de la habitación.
¿Qué ha pasado?
Aquí hay algo mucho más extraño, ¿Será que descubrió a Madison quedándose en la habitación de invitados?
“¡Déjeme pasar! Yo soy su esposa”, le grita a alguien.
Cuando puedo abrir bien los ojos, me doy cuenta de que mi habitación está llena de policías.
“¿Qué está pasando aquí?”, pregunto.
Me siento vulnerable.
Por instinto, trato de levantarme de la cama, solo para darme cuenta de que no puedo.
Esa maldita sensación de que en cualquier momento podré pararme de la cama como he venido haciendo los últimos treinta y dos años de mi vida, es un tormento que no me deja en paz.
“Señor Fairchild, qué bueno que despertó”, me dice un hombre de traje.
“Soy el detective Lovato, de la unidad de robos. Hace media hora recibimos una llamada de su enfermera, que asegura que al llegar a la casa como todos los días a atenderlo, se encontró con una ladrona en su cuarto. Tiene suerte de que ella haya llegado, de otro modo, no sabemos qué podría haber pasado”.
.
.
.
Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Reportar