La enfermera del CEO
Capítulo 11

Capítulo 11:

Salgo de puntitas y camino hasta la cocina.

Ella se encuentra en la sala.

Se sienta en el sillón y entonces su teléfono se enciende.

“¿Ya estás afuera? Espera un momento”, dice en un susurro, pero todo está tan silencioso, que la escucho perfectamente.

Me escondo detrás de la isla con el corazón en la boca. Sigo sin tener idea de qué hacer ante esta loca situación.

Desde allí donde me escondo, me asomo un poco para mirar qué es lo que hace.

De pronto, una mujer bastante guapa y con una ropa que las mujeres de la iglesia de mi pueblo cuestionarían bastante, entra a la casa seguida de la esposa.

La chica es rubia y lleva un color rojo intenso en los labios.

“Escóndete allá mientras lo echo”, le indica a la mujer.

Ella sale corriendo y se mete al pasillo donde está la habitación que Alec me prestó.

No puedo dejar de preguntarme qué es lo que se propone en realidad.

Creí que quería asesinarlo, pero no tiene sentido hacer algo así con una testigo; a menos que ella sea una especie de asesina a sueldo, pero dado su ropa, lo dudo mucho.

Necesito saber qué es lo que hará a continuación.

La esposa se dirige hacía la habitación de mi paciente.

En otras circunstancias, habría tomado mis cosas y sencillamente hubiera huido de ahí tan rápido como canta un gallo en las mañanas.

No obstante, no puedo quedarme de brazos cruzados y dejar que ella le haga un daño irreparable.

No me lo perdonaría, además, eso me convertiría a mí en una cómplice.

A riesgo de que me atrapen, la sigo de cerca, asegurándome primero que la invitada de la esposa no se percate de mi presencia.

Jennifer entra en la habitación de Alec, así que corro y pego mi oreja a la puerta.

Todo ahí parece estar en silencio.

“Patrick, despierte”, le dice la esposa.

“¿Ah? ¿Qué sucede? ¿Ya son las siete?”

“No, no se trata de eso, apenas son las cinco de la mañana, pero quería pedirte que te retires antes”.

“¿Disculpe?”, la voz de Patrick suena gruesa y somnolienta.

“Sí, es que deseo pasar a solas con mi esposo unas horas, antes de que llegue la otra enfermera. Solo puedo aprovechar estos momentos, ¿Si me entiendes?”

“Ah… claro, muy bien. ¿Segura que estará bien? Desde anoche ni se ha quejado, ha dormido como un bebé”.

“No te preocupes, debe estar bien. Yo le informaré a la enfermera las cosas”.

“Ok.”

Escucho que Patrick se levanta de la cama que está allí para él.

Lo más seguro es que saldrá en cualquier momento, así que me apresuro a irme de allí antes de que me vean.

Todo esto es muy extraño.

Descarto la idea de que quiera matarlo, estaría dejando demasiados cabos sueltos, y demasiados testigos como para que se trate de eso.

¿Será que sí quiere pasar un rato con el esposo?

A lo mejor ha traído a esa mujer para brindarle un espectáculo voyerista.

No soy quién para cuestionar las prácticas eróticas de los demás, aunque pensar en eso me hace sentir un nudo en el centro del estómago.

Vuelvo a esconderme tras la isla de la cocina.

La mujer que ha venido con ella no se ve por ningún lado, así que solo ruego que no me haya visto.

Jennifer despide al enfermero, y acto seguido, cierra la puerta con seguro.

“¡Ya puedes salir Cristal!”, dice en voz alta.

Que levantase el tono de voz de la nada me hace sobresaltar.

“Muy bien señora, digame qué es lo que debo hacer.”

Cristal sale de uno de los baños de invitados contoneando sus caderas. Con una sonrisa se acerca a la esposa.

“¿Acaso él no te lo dijo?

“No”

Jennifer suspira con fastidio y rueda los ojos.

Mi corazón de nuevo se vuelve a acelerar como un loco.

“Mira, es simple. Entrarás a la habitación de mi esposo, lo desnudarás, te quitarás la ropa tú también y luego te tomas varias fotos. Si todo sale bien, tendrás el resto de tu paga hoy mismo en la noche”.

“¿Está segura de que no se va a despertar?”

“Le puse somniferos como para un elefante, no se despertará ni aunque le metas algo por el…”

“Ok, eso ha sido más que suficiente”.

Ya entiendo lo que quiere hacer esta mujer.

Su intención no es asesinarlo, pero parece que quiere incriminarlo en una infidelidad, lo que no entiendo es el motivo de ello.

“Bien, así lo haré”.

“Yo me iré, esa será mi coartada. Saldré a correr, como siempre hago todas las mañanas. Cuando vuelva, ya no tienes que estar aquí”.

“Ok señora”.

La esposa se va hasta su habitación.

Vuelvo a resguardarme detrás de la isla con la respiración al mil.

¿Qué hago?

¿Qué hago?

La señora vuelve a salir cinco minutos después con ropa deportiva y una expresión tan calmada y fría que me hace estremecer.

No cabe en mi cabeza cómo alguien puede ser tan despiadado.

Es su esposo, pero es obvio que no siente nada por él.

En ese momento mi celular vibra.

Es un mensaje de Patrick:

[Hola Madison, lamento escribir tan temprano, es solo que me parece correcto informarte que la señora me mandó a salir un poco más temprano. No logré cambiarle la sonda al señor Fairchild, ¿Crees que puedas hacerlo por mí? Disculpa si te desperté]

Este mensaje es justo lo que necesitaba.

Es la excusa perfecta.

Jennifer sale de la casa y se aleja a paso apresurado, entretanto, la mujer cuestionable, a quien me niego a llamar de forma despectiva, se dirige directo al cuarto del CEO.

Entra y cierra la puerta tras de sí.

El plan se me ocurre en ese mismo momento.

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