La enfermera del CEO
Capítulo 10

Capítulo 10:

«¿Qué significa esto, Alec?», pregunta la esposa al fin.

«Esta tarde vino Patterson a decirme una sarta de cosas sobre ti.»

«¿Qué?»

«Lo eché, pero sabes cómo soy, tenía que investigar, y no me gustó nada lo que vi.»

«Alec, ¿es en serio que vas a acusarme de algo? Soy tu esposa, no puede ser que creas que soy capaz de robarte,» responde con la voz quebrada.

«Entonces explícalo.»

«No tengo idea de qué se trata todo esto, es la primera vez que veo esos números… y…»

La mujer comienza a sollozar, y no puedo sentirme más incómoda por estar aquí metida escuchando algo que obviamente es privado.

«Está bien mi amor, no llores, ven aquí,» le dice Alec.

Es la primera vez que lo escucho hablar con un tono tan pasivo.

Debe amar mucho a su esposa si la trata así.

Por alguna razón, eso me hace sentir aún más incómoda.

«Alec, hago todo por ti, desde que tuviste el accidente, he llevado la empresa como mejor puedo, sabes que no soy experta en esto. Tal vez si dejaras que Mason me ayude.»

«¿Mason? ¿Mi mejor amigo? Hace un tiempo que no lo veo,» comenta Alec.

Por el tono en el que dijo aquello, deduzco que siente algo de resentimiento con su amigo.

«Estuvo de viaje, pero acaba de volver.»

«¿Cómo lo sabes?»

«Lo posteó en sus redes sociales, ¿No las miras? ¿Qué es lo que haces aquí todo el día?»

«No importa… Entonces, ¿Crees que Mason quiera ayudarnos?»

«Claro que sí, es tu mejor amigo, ¿Por qué no lo haría? Estoy segura que apenas descanse, vendrá a verte, Se lo puedes pedir ahí.»

«Muy bien, dejaré que Mason te ayude. Pensaba ir a la empresa, pero si él intervendrá, entonces ya no hay necesidad.»

«¿Todavía te duele mucho?»

«No, es solo que no quiero que me vean con cara de lástima. Aunque, Patterson dijo algo curioso, que yo no quería volver, ¿acaso tú les has dicho eso? Porque sabes que no es cierto.»

«No sé de dónde saca Patterson esas ideas, yo nunca he dicho nada parecido.»

«Perdón por dudar de ti.»

Se lo ha dicho tan bajo que casi no lo escucho.

Luego de eso hay una pausa aún más larga, tengo el presentimiento de que se están besando. Mi curiosidad me hace querer mirar, solo para comprobar si no es que se han ido de ahí, para yo poder salir. Me asomo por una rendija que dejo al abrir ligeramente la puerta. Para mi mala suerte, sí están haciendo lo que creo.

De prisa, vuelvo a cerrar y pego mi espalda contra la pared. Siento que estoy invadiendo por completo su privacidad, sin embargo, una extraña molestia en mi pecho me hace sentir agitada. No me gusta ver a Alec besando a su esposa.

Espero unos largos veinte minutos, hasta que ella se despide de él, y ambos salen del despacho. Me aguanto un par de minutos más antes de escabullirme por el pasillo y dar casi la vuelta entera desde el otro lado de la casa.

Ese lugar es como un laberinto, hay muchos pasillos y habitaciones, pero finalmente logro meterme a la habitación de Alec sin que nadie se dé cuenta.

Para cuando cae la noche, el enfermero del turno de las siete llega. Le paso toda la revista de lo que hice hoy con el CEO Fairchild, y finjo que estoy por irme, aunque la esposa ni siquiera ha llegado. Alec me da una mirada de complicidad cuando me ve salir del cuarto. Sin quererlo, mis mejillas se sonrojan y ni siquiera sé el por qué.

Me apresuro al cuarto que me indicó y me encierro sin pensarlo mucho. Le pongo seguro a la puerta, con la esperanza de que al menos si alguien intenta entrar, no pueda hacerlo.

La cama es tan cómoda como me lo imaginé en un principio. Solo hasta el momento en que mi cuerpo toca las sábanas, me doy cuenta de lo agotada que estoy.

Me quedo dormida y ni siquiera soy capaz de responder los mensajes de ánimo que me manda mi hijo y mi padre ese día.

No obstante, mi sueño nunca ha sido pesado.

De hecho, ser enfermera me ha dejado con una alerta inconsciente para despertarme a cualquier mínimo ruido.

Por eso, no es una sorpresa para mí cuando el ‘clack’ de los tacones de la esposa me despiertan.

Mi corazón late acelerado, pensando que tal vez me ha descubierto, pero rápidamente me doy cuenta de que no se trata de eso.

Miro la hora en mi reloj, es bastante tarde en la madrugada, casi un cuarto para las cinco de la mañana.

Todo el mundo debe estar durmiendo, sin embargo, me parece que ella acaba de llegar.

Abro ligeramente la puerta y la miro a lo lejos en el pasillo mientras se deshace de las joyas y los zapatos.

Habla muy campante por teléfono y parece agitada.

“…Sí, lo sé, tenemos que hacer un cambio de planes, ¿La conseguiste?… Ajá, ya debería estar aquí. Me aseguré de que el agua en la jarra que toma Alec tuviera el somnífero, ¿estás seguro de que no va a despertar, verdad?”

¡¿Somnífero?!

¿De qué está hablando esta mujer?

“…Sí, sí. Tendré cuidado, le diré a la enfermera que se vaya, pero todavía no. Esperaré un poco más. Tenemos que deshacernos de él como sea”.

¡Por Dios!

¡La esposa está planeando asesinarlo!

¿Qué hago?

Llevo una mano a mi boca con sorpresa.

No puede ser.

Debo estar escuchando mal todo esto.

“… Bien, la esperaré, muy pronto saldremos de todo esto, mi amor.»

¿Tiene un amante?

¡Dios!

¿En qué me vine yo a meter?

Camino de un lado a otro en la habitación sin saber qué hacer.

Lo que escuché me ha dejado muy perturbada. No puede ser que esta mujer realmente quiera matar a su esposo.

¿O sí?

Mi corazón late acelerado, estoy temblando, y no es común en mí perder los estribos de esta manera.

“No, debo haber escuchado mal, evidentemente ella no puede hacer algo así,” susurro para mis adentros.

Vuelvo a asomarme por la puerta con mucho sigilo.

La esposa ya se ha quitado los zapatos y parece esperar con impaciencia algo, o a alguien.

Me debato si debo llamar a la policía, sin embargo, no creo que hacer eso sea una buena idea. No se supone que yo deba estar aquí, ella podría usar eso a su favor para hacer creer que soy yo la responsable.

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