La enfermera del CEO
Capítulo 116

Capítulo 116:

No la dejo continuar, tomo su mentón entre mis dedos y acerco mis labios a los suyos en un arranque de impulsividad, fundiendo nuestras bocas en un beso dulce y suave.

El tiempo se detiene por un breve instante en el que Alec junta sus labios con los míos y me besa con suavidad y ternura.

Mi corazón se paraliza también, pasan cientos de cosas dentro de mí que ni siquiera soy capaz de describirlas todas.

No voy a mentir, me gusta lo que estoy sintiendo.

Sus labios se acompasan a los míos como si fueran un engranaje perfecto, como si él y yo estuviésemos destinados a tener este momento desde siempre.

Nunca había sentido algo así con nadie, ni siquiera con el padre de mi hijo.

La calidez de su aliento me produce un cosquilleo en el cuerpo, todo de él es perfecto, su aroma, su sabor.

Mi pulso va muy rápido, y solo por ese breve instante, me permito disfrutar de algo que en el fondo he deseado desde hace mucho tiempo.

Alec abre mi boca levemente y afianza su beso, pasando una mano por mi mejilla.

La caricia de sus dedos solo provoca que quiera quedarme ahí para siempre, hasta que la voz de mi conciencia, esa que estoy intentando sepultar al fondo de mi cabeza para que no me arruine el momento, surge con fuerza del encierro al que quise someterla.

“¡Para! Estás cometiendo un grave error”

Me obligo a alejar mi rostro del suyo, agacho la cabeza e intento recuperar el aliento antes de cualquier cosa.

Aparto la cara mirando hacia otro lado.

Madison… lo siento, yo, no sé qué me pasó”, susurra Alec.

“No debiste hacer eso”, logro decir.

“Lo sé, pero no puedes pretender que no sentiste lo mismo que yo. Ya no puedes negármelo más».

Pongo más distancia entre los dos, sé que tiene razón, sin embargo, esto es un error.

“Lo que yo sienta no importa, Alec. Esto nunca debió pasar», intento contener el nudo en mi garganta, ahora sí que puedo decir que soy una terrible persona.

¿Por qué?

¿Por mi esposa?

Sabes bien que Jennifer y yo ya no somos un matrimonio hace mucho.

“Eso no significa nada, Alec. Mientras ustedes estén casados, le debes fidelidad. Y yo estoy comprometida»

Agrego antes de que me lo refute.

Me muero por decirle todo lo que ha estado haciendo su esposa, pero aún tengo dudas al respecto.

Él toma mi mano y hace que lo mire, sus ojos verdes brillan de emoción.

Ahora estoy segura de que él se siente de la misma forma que yo.

Que todas esas veces que me dijo cosas bonitas o intentó acercarse, realmente eran porque estaba comenzando a sentir algo por mí.

Sin querer, me convertí en el arma que su mujer quería que fuese.

“Cosas que se pueden solucionar», responde muy seguro.

“¿Qué?»

“Me puedo divorciar de Jennifer, y tú, bueno, no lo sé, quizá me estoy adelantando a los hechos, tal vez estoy malinterpretando lo que quieres».

“No puedes estar sugiriendo en serio que me separe de Liam».

“¿Cómo puedes estar con alguien que ni siquiera está aquí? ¡Mírame, Madison! Yo estoy aquí contigo».

“Tú no tienes idea de nada. Liam también estuvo conmigo desde que nos conocimos hace dos años. Él va a volver».

“¿Lo amas?», pregunta de frente.

La respuesta debería ser obvia para mí. No debería dudar, ni titubear en mis palabras, sin embargo, aquí estoy, muda, dejando implícita la respuesta a su pregunta.

“Yo no soy esa clase de mujeres que juega doble».

“No te estoy pidiendo eso, Madison».

“Alec, solo estás confundido. Es tu sentimiento de gratitud hacia mí lo que te hace creer que hay algo. He estado contigo en momentos importantes de tu recuperación, es solo eso».

“No quieras tratarme de loco, yo sé muy bien lo que siento. Hiciste que mi cuerpo reaccionara incluso antes de que yo mismo lo supiera, antes de que entendiera lo que siento por ti, Madison, tú fuiste capaz de hacerme sentir vivo de nuevo», confiesa.

¿Su cuerpo?

¿A qué se refiere?

Sacudo la cabeza, no quiero imaginar eso precisamente ahora.

El nudo en mi garganta presiona más fuerte, las ganas de llorar. Alec no se rendirá, así ha sido desde que lo conozco.

“Estás confundido».

“Sí, claro que lo estoy, ¿Crees que no sé que esto lastimará a Jennifer?»

“Entonces no lo hagas».

“¿Qué no haga qué?»

“No lo digas».

«Dime que no sientes lo mismo y me alejaré, dime que no sientes nada por mí, Madison», insiste Alec, buscando una negación que Madison no puede dar con sinceridad.

“No siento nada por ti», responde ella de forma mecánica, luchando contra las lágrimas que amenazan con salir.

Reconoce que esta mentira es necesaria para protegerlo, aunque le duela profundamente.

“No te creo», responde Alec con la voz entrecortada, mostrando su escepticismo.

“Yo estoy con Liam, me voy a casar con él. Tú solo eres mi paciente», afirma Madison, tratando de mantenerse firme en su decisión y alejando su mano de la de Alec.

Alec insiste, convencido de lo que siente.

“Madison, no mientas. Eso no fue lo que me dijeron tus labios con ese beso», insiste, acercándose más a ella.

Madison aparta su cuerpo, sintiendo el peso de la situación.

“Estás loco, has perdido el sentido común», responde, intentando protegerse emocionalmente.

“Sí, estoy loco, loco por ti. Y ya estoy harto de fingir que no es así. Te amo, Madison. Eres tú la mujer con la que quiero estar», declara Alec, dejando al descubierto sus sentimientos más profundos.

Madison niega con la cabeza mientras las lágrimas brotan de sus ojos. No puede soportar más esta situación.

“No, no, no, Alec, no. ¡Cállate! No lo digas más», ruega Madison, desesperada.

“¿Por qué? ¿Por qué no quieres aceptarlo?», pregunta Alec, confundido.

“Porque, ¡argh! Esto es lo que tu mujer quiere», admite Madison, sin rodeos.

Alec frunce el ceño, desconcertado.

“¿De qué estás hablando?», pregunta, incapaz de comprender lo que Madison está insinuando.

“¿De verdad no te has dado cuenta? ¿De verdad no es obvio para ti que ella no te ama? Que nunca te amó. Ella ha buscado separarse de ti desde el día uno que entré a trabajar a tu casa», revela Madison, dejando al descubierto la verdad que ha estado oculta por tanto tiempo.

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