La enfermera del CEO -
Capítulo 100
Capítulo 100:
‘No puedo negar que ella me gusta, sin embargo, de eso, a realmente pensar en engañar a mi esposa, hay un trecho largo. Mi moral y mis principios me lo impiden’, reflexioné interiormente mientras intentaba mantener mi compostura ante Jennifer.
«Pensar en ella no implica directamente un engaño. Solo yo soy dueño de mis pensamientos», me recordé a mí mismo tratando de mantenerme firme en mis convicciones.
«Estás haciendo un escándalo por nada. En lugar de preocuparte por los gastos con mi dinero, deberías ver que los números en la empresa no están cuadrando»
Contraataqué tratando de desviar la atención hacia los problemas financieros de la empresa. Pero Jennifer no se dejaba convencer fácilmente.
«¿De qué estás hablando?», preguntó Jennifer confundida.
Suspiré, sabía que era hora de enfrentar la realidad y tomar medidas concretas para resolver la situación.
Nunca había tenido razones para desconfiar de ella o de mi amigo Mason, pero algo no estaba bien y necesitaba respuestas.
“Hay pérdidas que no se están justificando, y lo peor es que no me coinciden con los informes. ¿Qué es lo que está pasando? Pensé que tú y Mason estaban haciendo un buen trabajo», repliqué con seriedad, tratando de mantener el enfoque en los problemas financieros de la empresa.
«¡Ay, Alec! Por favor», bufó Jennifer visiblemente frustrada.
«¿Estás seguro de que ese dinero no es el que has estado usando en la enfermerucha esa?»
Sus palabras me golpearon como un puñetazo, pero sabía que tenía que mantener la compostura.
«No le digas así»
Defendí a Madison.
«Y no trates de desviar las cuentas. Sabes muy bien que el dinero lo he usado de mis tarjetas personales».
«Pero igual están asociadas a la empresa»
Insistió Jennifer con desconfianza creciente.
«Si no tienes las respuestas, convocaré a una reunión de emergencia con los directivos», amenacé, tratando de mantener el control de la situación.
«No hace falta hacer tanto escándalo, le diré a Mason que te traiga todo lo que estás pidiendo», respondió Jennifer con tono resignado.
Levanté el teléfono del escritorio decidido a llamar a Mason y resolver esta situación de una vez por todas.
Cuando Jennifer se dio cuenta de que no la dejaría ir sin obtener respuestas, soltó de pronto:
«No creas que no me doy cuenta de lo que haces».
«¿Qué?», pregunté confundido por su cambio repentino de tono.
«Estás intentando desviar el tema para que yo no siga reclamándote por lo de la enfermera. Te juro Alec, que si descubro que me estás engañando con ella, yo…»
«¿Por qué estás tan obsesionada con eso? ¿Tan poco confías en mí?», interrumpí, sintiéndome cada vez más frustrado por sus insinuaciones.
«No es eso», respondió Jennifer con una mezcla de tristeza y preocupación en su voz.
«Creí que éramos esposos porque confiabas en mí, pero si piensas que voy a engañarte con cualquiera que esté un poco cerca de mí, entonces esto no funcionará».
Sus palabras me dejaron perplejo.
«¿Perderme? ¿Por qué piensas eso?», pregunté, sintiendo que la conversación tomaba un giro inesperado.
«No lo sé, pasas tanto tiempo con ella, veo que te ha hecho salir, incluso te veo más sonriente, y yo no pude lograr nada de eso. No soy buena para ti, Alec»
Confiesa Jennifer con un dejo de tristeza en su voz.
«Jen, ¿estás loca? Tú eres mi esposa, te amo, debes estar segura de eso», respondo con convicción, intentando disipar sus dudas.
Sin embargo, no puedo negar que lo que dice es cierto. Pero la conexión que tengo con Madison es totalmente diferente a lo mío con Jennifer. A pesar de que ya casi no funcionamos como una pareja convencional.
«¿De verdad?»
Cuestiona Jennifer, buscando una confirmación que pueda calmar sus inseguridades.
«Claro que lo digo de verdad. Perdón por acusarte de esto», digo sacudiendo los papeles, tratando de explicar mi situación.
«Estoy muy estresado.»
«Lo sé, yo también. Pero te juro que la empresa va bien», responde Jennifer, intentando tranquilizarme.
«Lo sé, pero tengo que comprobarlo por mis propios medios», admito, consciente de que las responsabilidades empresariales me están afectando más de lo que quisiera.
Jennifer de pronto se vuelve aún más cariñosa, se sienta sobre mis piernas y empieza a besarme con intensidad en los labios.
La envuelvo con mis brazos y busco el calor de su cuerpo contra el mio, deseoso de sentir algo esta vez, no obstante, por mucho que ella me acaricie y yo a ella, no sucede nada entre mis piernas.
Eso me hace sentir tan frustrado que realmente no me deja ganas de continuar, sin embargo, no le digo nada, y dejo que continúe tocándome.
Jennifer me desabrocha los botones de arriba de la camisa y comienza a esparcir besos húmedos por mi cuello y mi pecho.
De pronto, la puerta se abre sin previo aviso y Mason entra.
«¡Oh! Lo siento», se disculpa Mason rápidamente y sale azotando la puerta, aparentemente molesto por la interrupción.
«Jen, detente, olvidamos que vendría», le recuerdo mientras trato de contenerla.
«Eso no importa, no creo que no se pueda esperar un rato», susurra en mi piel, ignorando mis palabras.
«Jen, basta por favor»
Insisto, sintiendo la incomodidad crecer en mí.
«Antes no te molestaba, ¿O ya olvidaste todas las veces que lo hicimos en este mismo escritorio?», pregunta sin dejar de besarme, desafiante.
La sujeto de los brazos con algo de fuerza y hago que me mire, buscando que comprenda la gravedad de la situación.
«El Alec de esa época murió en ese accidente. ¿O ya olvidaste que no siento nada? ¿Qué no puedo moverme de la cintura para abajo?», le explico con firmeza.
Ella me mira perpleja y entonces se levanta de mi regazo, acomodándose la falda.
«Bien, iré a buscarlo»
Anuncia con cierta molestia en su tono de voz.
Sé que está molesta por mi reacción; siento que ella jamás va a entender lo que significa para mí todo esto. Suspiro con pesadez y salgo detrás para darle alcance.
Cuando estoy por girar en el pasillo, escucho la voz de Mason, pero no suena apacible, más bien pareciera que le estuviera reclamando algo.
«¿Qué carajos se supone que estás haciendo, Jennifer?», pregunta Mason con evidente incomodidad en su voz.
Salgo de detrás del muro y él se queda callado al verme, con una expresión de sorpresa en su rostro.
POV Madison
Evitar a Alec había sido, en teoría, sencillo los primeros tres días que estuve cuidando a Caleb en el hospital.
Hasta que le dieron de alta y no tuvo más opción que volver con mi padre a Blanco.
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