Capítulo 99:

“La copiadora está en esa esquina, deja una copia de la identificación de tu madre por ambos lados, firma el contrato y antes de salir de aquí, llévate la memoria contigo y entrégasela a tus abogados, ellos sabrán qué hacer. Caminó hacia la puerta y justo al pasar al lado de Emma posó su mano sobre su hombro y le sonrió”.

“Bienvenida a la familia Harper… Emma Gibrand”.

Los escalofríos se apoderaron de la jovencita, pero en cuanto se cerró la puerta detrás de ella, tomó la credencial de su madre e hizo lo que Edward le pidió. Antes de salir de ahí, tomó la USB y como si la hubiera hurtado, salió corriendo del edificio.

“¿Estás seguro de lo que haces?”, preguntó la abogada más joven de la firma mientras veía a la jovencita alejarse llena de miedo y culpabilidad.

“Lo estoy. Procesa el contrato, termina de validarlo. Cuando esa criatura cumpla veinte años se casará con mi hijo y el imperio Gibrand terminará en sus manos. La familia Harper se volverá la más poderosa de la ciudad y del país, y ese día nadie recordará a Román Gibrand”.

“¿Qué haremos si quieren invalidar el contrato?

“Acusaremos a la chica por robo de información vital para el proceso legal de su padre, además de usurpación de identidad y fraude… seguirá la tradición familiar y acabará tras las rejas igual que Román”.

“Eres el diablo…”, dijo la abogada horrorizada por escuchar el plan tan preciso de su jefe y solo provocó que la sonrisa de Edward se volviera más grande.

“Procesaré el contrato después de la junta para el juicio del Señor Gibrand”.

“Olvídate de eso… que los chicos se relajen, pelearon bien, se merecen un buen descanso”.

“¿Perderemos sin pelear?”.

“No siempre se puede ganar, Gina”, contestó el Señor Harper pellizcando la mejilla de la abogada y se retiró hacia su oficina, tenía ganas de un puro.

En el despacho que alguna vez había pertenecido a Tiziano Sorrentino, Jimena y Álvaro estaban preparando la defensa del día siguiente.

Se enfrentarían al momento decisivo para salvar a Román de las rejas, pero ante los ojos de Jimena parecía imposible, no solo se trataba de la muerte de Jake, sino otras pequeñas pruebas que demostraban lo maldito que podía ser su cliente.

Entre más indagaba sobre él, más se preocupaba. Era un monstruo.

La puerta se abrió sacándola de sus pensamientos y la joven Emma entró temerosa. La realidad había caído sobre los hombros de la adolescente. Durante el camino reflexionó lo que había hecho y, aunque estaba arrepentida, era muy tarde para cambiar las cosas.

“¿Emma? ¿Qué ocurre?”, preguntó Álvaro al notar que la niña seguía ensimismada en sus pensamientos.

“No me preguntes cómo lo conseguí.”

Dejó la USB sobre la mesa y retrocedió.

“¿Qué es esto?”.

“Revísenlo y díganme que funcionará…”

Ambos abogados se dedicaron una mirada profunda y de inmediato analizaron la USB. Tenía toda la documentación recabada por la firma de Harper para el caso. Cada detalle, cada testigo y cada prueba estaban ahí.

Ante los ojos de Álvaro y Jimena, ya no había ningún secreto o sorpresa que pudieran tener los abogados demandantes.

“¿Qué hiciste, Emma?”, preguntó Álvaro angustiado y vio a la niña con verdadero temor.

“Te dije que no preguntaras.”

Emma retrocedió con lágrimas en los ojos.

“Ya no hay vuelta atrás. Por favor, no le digas a mamá”.

“¿Cómo pretendes que le mienta? ¡Tiene que saber lo que hiciste! ¡¿Cómo conseguiste está información?! ¡¿Tienes idea de lo que significa?!”.

“¡Sí! ¡Significa que mi papá regresará a casa!”, exclamó Emma llena de dolor

“Él me salvó de morir cuando era pequeña… me cuidó y me quiso como si fuera hija de su propia sangre. No lo dejaré solo. No eches a perder el sacrificio que he hecho”

“Cariño, ¿en qué problema te metiste?”

Jimena acarició el rostro de la niña y la abrazó queriendo consolarla.

“Ahora… ¿Qué haremos?”, preguntó Álvaro viendo cada documento frente a él.

“Usarán esa información para salvar a mi padre… y cuando llegue el momento, espero contar con su ayuda”, dijo Emma limpiándose las lágrimas con el dorso de la mano.

“Así será, pero… no cometas el mismo error que tu padre, dinos qué fue lo que ocurrió, sino… ¿Cómo esperas que te ayudemos?”, insistió Jimena queriendo sacarle la verdad.

“Les diré todo cuando sea pertinente… Ahora solo concéntrense en el caso”, agregó Emma retrocediendo hasta llegar a la puerta, dejándolos solos y llenos de incertidumbre.

El último día del juicio llegó, Frida elevaba plegarias al cielo mientras sujetaba con fuerza la mano del viejo Benjamín, que había decidido presenciar lo ocurrido, aunque tuviera que ir en silla de ruedas.

Lo esperado era que el equipo de Harper fuera tan agudo y desalmado como siempre, pero ese día ocurrió lo contrario, y no solo eso, Jimena y Álvaro presentaron pruebas que desacreditaron todo el caso, demostraron que la hermana de Jake era solo una actriz contratada por Martina y para poner el último clavo en el ataúd, los presos la acusaron de haber sido pagados para asesinar a los Raig e inculpar a Román.

Los ojos de Frida se llenaron de lágrimas de alegría cuando escuchó al juez retirar los cargos de Román y dejarlo en libertad. Abrazó a Benjamín con euforia e ignorando cualquier advertencia, llegó hasta la mesa de Román y se lanzó a sus brazos, llenándolo de besos y palabras cargadas de miel.

“Te dije que todo estaría bien…”, dijo Román estrechando a esa delicada mujer entre sus brazos, disfrutando de su cercanía y deleitándose con su aroma.

“Te amo tanto…”, agregó Frida dedicándole la mirada más tierna que alguna vez le había regalado a un hombre.

“¿Pese a todo?”, preguntó Román con remordimiento.

Frida había conocido lo peor de él, su pasado oscuro, su crueldad y soberbia. No entendía como una criatura tan dulce podría seguir interesada en un monstruo y tenía miedo a perderla.

“Pese a todo…”respondió Frida acariciando el rostro torturado de su esposo

“Te amo Román Gibrand, sin importar de dónde vienes y lo que has hecho. Eres el padre de mis hijos y el hombre con el que pasaré el resto de mis días”.

Hubo un tiempo en que Román no hubiera creído que palabras tan dulces salieran de los labios de Frida, y ahora que la escuchaba, era mejor de lo que se había imaginado.

Nunca pensó en tener una familia ni ambicionar el amor de una mujer y ahora no sabía qué haría si un día le llegara a faltar su dulce esposa.Agarró su rostro con ternura y la besó. Si en las malas ella había permanecido firme a su lado, en las buenas la colmaría de cariño y comodidades, de su más pura fidelidad y amor.

Encerraron a la actriz que había fingido ser la hermana de Jake y emitieron una orden de arresto a Martina Gibrand, pero Román quería apropiarse de ese gusto y usando uso de sus influencias se dio la libertad de presenciar el momento tan especial.

En el edificio del corporativo Gibrand, Martina estaba recogiendo sus cosas con premura, estaba enterada del resultado del juicio y sabía que, si no llegaba la policía por ella, entonces sería Román, y no sabía que le daba más miedo.

Cuando estaba dispuesta a salir, las puertas se abrieron solas, mostrando a Román con su mirada profunda y llena de satisfacción.

“Martina, qué gusto volverte a ver”, dijo con esa sonrisa diabólica y la policía entró detrás de él.

“¿Creíste que te saldrías tan fácil con la tuya?”.

“Esto no se va a quedar así, Román, podrás detenerme por un tiempo, pero no podrás evitar que regrese…”

“Terminarás en la cárcel y créeme, de ahí no vas a salir”.

“Lo que hice no merece una cadena perpetua…”, dijo Martina a la defensiva.

“¿Quién te habló de cadena perpetua? Los accidentes pasan, Martina… y alguien como tú no suele sobrevivir en un lugar como ese. Hay tanta gente mala en esos sitios, que matan sin razón aparente… incluso hay veces que las personas amanecen muertas y nadie sabe quién fue el asesino. Eso es lo preocupante de una cárcel…”

Martina perdió el color de sus mejillas y retrocedió aterrada.

.

.

.

Consejo: Puedes usar las teclas de flecha izquierda y derecha del teclado para navegar entre capítulos.Toca el centro de la pantalla para mostrar las opciones de lectura.

Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.

Reportar