La divina obsesión del CEO -
Capítulo 72
Capítulo 72:
“Busquen ayuda para la Señorita Marianne, cayó por las escaleras…”.
Pisó a fondo el acelerador, dejando a ambos sorprendidos.
Frida deambulaba por la carretera, viendo el anochecer en el horizonte. Sus ojos estaban secos y mientras sus pies se alejaban cada vez más de esa finca, se sentía más libre, como si el peso en su pecho se hiciera cada vez menos.
Un bugatti rojo se acercó, cortándole el paso de pronto. La puerta se abrió y Marco se mostró arrogante y elegante ante ella, con esa sonrisa victoriosa por haberla encontrado.
“Frida, estás tan hermosa como siempre…”
“¡¿Qué demonios haces aquí?!”, exclamó iracunda y retrocedió manteniendo su distancia.
“No creerías que te perdería la pista, ¿verdad?”, dijo Marco divertido.
“¿Vuelves a huir?”
“Eso no te importa…”, respondió Frida.
“Frida, ¿Cuántas veces has querido escapar de Román y no lo has logrado? No quiero criticarte, pero no has tenido la precaución de cubrir bien tus huellas, yo te puedo ayudar con eso”.
“¿Qué te hace creer que necesito tu ayuda?”.
“¿Quieres que Román jamás te encuentre? Te ayudaré no solo a cambiar de ciudad, sino a salir del país, tendrás una identidad nueva lejos de aquí. Nuevo nombre, nueva nacionalidad, nueva vida. Ya no tendrás que preocuparte por mi hermano nunca más”.
“¿Qué hay de mis hijas? ¿Qué hay de mi hermano?”.
“Dame tiempo y lograré que ellos vayan a donde tú estés…”.
Marco se acercó un par de pasos, viéndola con piedad.
“No eres la persona más confiable que conozco… ¿Qué es lo que quieres a cambio?”, preguntó Frida con el ceño fruncido.
“Nada… absolutamente nada…”.
“¿Hasta qué punto odias a Román que eres capaz de ayudarme sin pedir nada a cambio?”.
“Tú ganas al estar lejos y libre de él, yo gano al hacerlo miserable. No entiendo cuál es el problema”.
“Que yo no quiero hacerlo miserable”, dijo con la voz rota.
“¿Me vas a decir que aún lo amas después de que te utilizó para su propio beneficio? ¿Vale la pena preocuparse por él?”.
No podía creer lo que Frida era capaz de soportar por ese amor tóxico.
“Entra al auto, te llevaré lejos de aquí donde nadie te pueda encontrar, prometo que tus hijas y tu hermano llegarán después”.
La pregunta de Hugo rondaba la cabeza de Frida, ‘¿En verdad deseas escapar de él?’.
La respuesta vibró dentro de su cabeza con fuerza; ‘No’.
Quería estar con él y disfrutar de una vida a su lado, en la riqueza o en la pobreza, pero con él, sin embargo, el miedo de que volviera a usarla la corrompía.
“Mi madre alguna vez me dijo; ‘Cuando tengas un novio abre bien los ojos para ver sus defectos, cuando decidas casarte, ciérralos’”.
Sonrió llena de dolor.
“Quiero cerrar los ojos”.
“Frida, no hagas esto… ¿Dónde quedó la mujer fuerte y valiente que se enfrentó a ese monstruo? ¿En verdad dejarás de luchar?”.
“Ya me cansé… y no me refiero a huir. Estoy cansada de llevarle la contraria a mi corazón. Hablaré con Román y que pase lo que tenga que pasar”.
“¡Román te va a embaucar! ¡Te mentirá solo para tenerte a su lado!”.
“Que así sea… que me colme de dulces mentiras y me haga feliz. Ya no tengo fuerzas para seguir luchando con lo que siento por él. Lo amo, Marco…”.
“No te merece”, dijo Marco con tristeza.
Le dolía ver a una mujer tan fuerte sometiéndose a la voluntad de su hermano.
Antes de que Frida pudiera decir algo, su celular comenzó a vibrar. Lo sacó sin quitarle la mirada de encima a Marco y contestó, era Hugo.
“¡Frida! ¡¿Dónde estás?!”.
“Ya voy de regreso… no tardo…”, respondió Frida con el ceño fruncido notando la preocupación en la voz de su hermano.
“¡Pues corre! ¡Román se accidentó!”, exclamó.
Hugo tan fuerte que incluso Marco pudo escucharlo.
“¡¿Qué?! ¡¿De qué hablas?!”.
Frida sentía como las piernas le temblaban y el pecho le ardía. Giró sobre sus talones y vio la carretera como si fuera infinita.
“Salió a buscarte y… se accidentó en el Bentley… Frida cubrió su boca y cuando sus piernas estaban a punto de dejarla caer al suelo, Marco la sostuvo por la cintura y le quitó el celular”.
“Manda la dirección del hospital… ahí estaremos”, dijo antes de colgar y ayudó a Frida a llegar al auto.
En cuanto llegaron al hospital, Frida se precipitó hacia Hugo que la esperaba en la entrada.
“¿Dónde están las niñas?”, preguntó Frida.
“En la finca, con Lorena y ese abogado…”.
Omitió mencionar cómo se opuso a que se las llevaran de allí, golpeándolos con una almohada y aventándoles los juguetes de Cari.
“Frida, Marianne también está en el hospital…”.
“¿Qué? ¿Por qué?”.
“La encontraron al pie de las escaleras… y aunque no fue nada grave, al saber que Román estaba aquí, decidió quedarse a su lado”.
Sus palabras le generaron incertidumbre y celos. Al llegar hasta la habitación de Román se encontraron con un par de hombres custodiando la puerta.
“Esto no estaba así”, dijo Hugo cuando vio la mirada hostil de los guardias.
“No queríamos visitas inesperadas”, la voz de Gerard hizo brincar a los hermanos.
“No se preocupen, Marianne está cuidando con recelo de su novio. Además, la familia Raig se encargará”.
“Gerard… ¿Qué fue lo que ocurrió?”, preguntó Frida con miedo.
“¿Cómo está Román?”.
“Inconsciente, fue un milagro que sobreviviera al accidente”, dijo con disgusto.
“Regresa a la finca, ya dije que Marianne se está encargando de todo. Además, ella es su novia, es su responsabilidad, no la tuya…”, dijo Gerard entre dientes.
“Suelta el brazo de mi hermana si no quieres que te rompa la cara”, dijo Hugo remangándose la camisa.
“Entonces hazte cargo de tu hermana y no vengan a molestar a Román, necesita descansar”, agregó Gerard empujando suavemente a Frida hacia Hugo.
“No tienen nada que hacer aquí”.
Dio media vuelta y entró a la habitación, dejando a los hermanos Sorrentino sin palabras. Frida sentía que el corazón le explotaría dentro del pecho, ella era quien tenía que estar adentro con Román, no ellos.
“¿Así lo dejarás?”, preguntó Marco quien había presenciado todo a la distancia, con una sonrisa divertida.
“¿De qué hablas?”.
Frida volteó con las lágrimas pendiendo de sus pestañas.
“Frida, eres más terca que una mula, grosera y odiosa… ese tipo te dice que no y ¿Tú aceptas como si nada?”, dijo Marco indignado.
“Me has hecho la vida imposible, te has rehusado a mis ofertas, incluso Román te ha perseguido por medio país recibiendo tus negativas… y… justo hoy ¿decides aceptar lo que te digan? ¡¿Hablas en serio?!”.
“¡¿Qué quieres que haga?!”, exclamó Frida furiosa.
“¡¿Quieres que me meta ahí para que me saquen a rastras?!”
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