La divina obsesión del CEO -
Capítulo 60
Capítulo 60:
“Señorita Raig, cuente con mi apoyo”, respondió Román con una sonrisa calculada y cargada de maldad.
“¿Qué?”, preguntó Álvaro desconcertado.
“Ya dije, el corporativo Gibrand apoyará al viñedo Raizor.”
Amenazó con la mirada a su abogado para que no volviera a intervenir.
“Me encantaría poder invitarla a cenar esta noche. Tendremos que frecuentarnos para poder ajustarme a sus… necesidades”.
“¿Estás segura de que es confiable?”, preguntó Frida mientras le ayudaba a Marianne a maquillarse.
“¡Claro que sí! ¡Súper confiable!”, respondió su amiga emocionada.
“Es tan sexy y encantador. Ya quiero presentártelo”.
“Me alegra mucho por ti”, dijo Frida acariciando el cabello de Marianne.
“También yo estoy alegre por ti”, agregó Marianne estrechando su mirada y sonriendo con picardía.
“¿De qué hablas?”:
“Te vi besándote con Gerard en las plantas de vid…”.
“Ah… sobre eso…”.
Frida se sintió terriblemente incómoda. Ese beso le había dolido en el corazón, pues sus labios no olvidaban los de Román.
“¡Seremos hermanas!”, exclamó Marianne.
“Ya nos imaginé viendo a nuestros hijos jugando entre las plantas de vid. Me pregunto cómo serán sus hijos, ¿saldrán con los ojos de Gerard o con los tuyos?”.
“¡Mary! Apenas nos besamos y ya estás pensando en hijos”, reclamó molesta y se dispuso a salir del cuarto de su amiga.
“¿Por qué te enojas? ¿No te gusta Gerard?”, preguntó preocupada.
“Porque a él le encantas”.
Desde que te vio la primera vez me dijo que se había prendado de tu belleza, era apenas un niño y sabía que tú eras la mujer de su vida. ¿No es romántico?
“Marianne… sí así fuera, Gerard nunca hubiera estado con otras mujeres…”
Frida sentía que estaba discutiendo con Cari, incluso su hija parecía más madura que su amiga.
“Te equivocas… Gerard tuvo muy pocas novias y no duró mucho con ninguna. ¿Sabes por qué? ¡Por ti! ¡Solo estaba esperando por ti!”.
“Exageras”, respondió Frida y le sonrió apenada.
No quería seguir discutiendo un tema tan embarazoso. Le daba miedo saber que Gerard podría estar enamorado de ella.
“Iré a arropar a Cari”.
“Bien… supongo que no me llevarás a la puerta…”.
“No. Sabes que el cuento de las ocho es vital para Carina”.
“Entiendo… entiendo…”, dijo Marianne y resopló
“Bien… pero tarde o temprano tendrás que conocer a ese bombón”.
“¡Cómo tú digas!”, exclamó Frida divertida mientras salía del cuarto e iba directo a la habitación de Cari.
Cuando abrió la puerta vio en la cama a Gerard, le estaba contando un cuento y hacía mímicas divertidas que hacían sonreír a Carina.
‘En verdad es muy atractivo y es más joven que Román… parece tan lindo con Cari. ¿Es momento para… seguir?’
La pregunta la aterró y entendió que aún no estaba lista.
‘¿Un año no es suficiente?’. Sus ojos se enrojecieron, el dolor de su pecho contestó su pregunta. Cuando suspiró decaída, llamó la atención de ambos dentro de la habitación.
“¡Mami!”, exclamó Cari con alegría.
“¡Gerry cuenta los mejores cuentos!”.
“¿Ah sí? ¿Incluso los cuenta mejor que yo?”, preguntó Frida fingiendo estar ofendida.
Tanto Cari como Gerry se vieron con complicidad y comenzaron a reírse divertidos. Ese acto fue tan dulce que el corazón de Frida dolió.
“Nunca seré tan buen cuentacuentos como tú”, dijo Gerry levantándose de la cama y acercándose a Frida con esa mirada llena de cariño.
“Te dejo que le des las buenas noches”, agregó antes de darle un beso en la mejilla que terminó acariciando suavemente la comisura de su boca.
Frida se había quedado dormida en la cama de Carina, se rehusó a salir del cuarto por temor a encontrarse con Gerry. De pronto despertó abruptamente entre gritos emocionados que la sobresaltaron.
“¡Frida, Frida, Frida!”, exclamó Marianne brincando encima de ella.
La pequeña Cari comenzó a llorar desconsolada por el susto.
“¡Marianne! ¡La asustaste!”.
Se quejó Frida mientras consolaba a su hija.
“¡Perdón! ¡Es que no puedo de la emoción!”.
“Ahora… ¿Qué?”, preguntó Frida rascándose la cabeza y cerrando sus ojos, dispuesta a dormir un rato más.
“¡Nos besamos!”, exclamó Marianne emocionada y la noticia despertó a Frida como si fuera un trago de café.
“¿Se besaron? ¿Qué no era una cita de negocios?”, preguntó Frida desconcertada.
“¡Lo fue! O esa era la idea”, respondió Marianne confundida, pero feliz.
“Me llevó a un restaurante hermoso, había música de violín y velas. Fue… encantador”, dijo con una sonrisa que no podía disimular.
“Pues… que rara cena de negocios”, dijo Frida compartiendo la sonrisa de su amiga.
“Es un hombre… fascinante, magnético… y muy romántico. Solo pensar en lo que pasó anoche me hace temblar”.
Se sentó a la orilla de la cama y se mordió los labios mientras sus ojos perseguían sus recuerdos por la habitación.
“Bailamos, charlamos… me divertí como hace mucho no lo hacía y cuando me dejó en la puerta de la finca, me besó. Fue una noche perfecta”.
Se dejó caer en la cama ante la mirada sorprendida de Cari y Frida.
“Creo que la tía Marianne está enamorada”, dijo Frida sacudiendo el cabello de Cari.
“¡Anda! ¡A bañarse, que tienes que ir a la escuela!”.
“¡Sí, mami!”:
“Y si me permites… tengo que comenzar la jornada, jefa”, dijo Frida poniéndose de pie.
“¡Pero aún no es hora! ¡Aún no soy tu jefa, soy tu amiga y debes de escucharme!”.
“Creo que eres más demandante como amiga que como jefa”.
“¿Hablaste con Gerry?”, preguntó Marianne detrás de Frida.
“Hablar de ¿Qué?”.
“¡¿Cómo que de qué?! ¡Del beso! ¡Su futuro noviazgo! ¡Boda! ¡Hijos!”.
“Vas muy rápido”, dijo suspirando.
“¿Qué? Yo ya me vi casada y con hijos”.
“Ese hombre te trae muy mal”, dijo Frida divertida.
Frida estaba en la recepción de la finca, llenando unos papeles, cuando de pronto una rosa roja acarició su mejilla con suavidad. El roce tan sutil la hizo recordar cuando Román la acariciaba de la misma forma durante la intimidad. Su corazón se fracturó en cuanto se llenó de esperanza. ¿Era él? ¿La había encontrado? Volteó lentamente y a quien encontró fue a Gerry, quien le ofreció la flor.
“Ah… yo…”, Frida no sabía qué decir y solo tomó la rosa con incertidumbre.
“¿Aún son tus flores favoritas?”, preguntó Gerry con cariño mientras acomodaba un mechón rebelde detrás de la oreja de Frida.
“Hace un año que dejaron de serlo”, respondió con tristeza.
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