La divina obsesión del CEO -
Capítulo 33
Capítulo 33:
Mientras James no sabía qué hacer con las niñas para mantenerlas entretenidas, Frida se alisó el vestido y caminó con la frente en alto en medio de todas esas miradas cargadas de lascivia y desaprobación. Aunque sentía que su cabeza rodaría, no lograba sacar la voz de esa mujer contestando el celular de Román.
Benjamín se encontraba sentado ante una mesa, apoyado en su bastón y viendo unos papeles ante él. Matilda fue la primera en levantar la mirada hacia Frida, llena de lástima y decepción.
“Frida, por favor… siéntate…”, dijo Benjamín mostrando con su mano la silla delante de él.
“¿Dónde está Román?”.
“En el trabajo…”.
‘Creo’ pensó Frida desilusionada. De nuevo esa maldita voz la torturaba.
“No quisiera hablar contigo sin la presencia de mi nieto, pero tampoco tengo mucho tiempo para aclarar esto”.
Deslizó por la mesa las fotos que July había sacado del acta de nacimiento de Frida.
“¿Quién eres en verdad?”.
Resopló cabizbaja y se sintió sola, pero lo peor fue pensar que había defraudado a Benjamín, el único que la trataba con dignidad en esa familia tan altanera.
“Soy Frida Sorrentino…”.
“¿Román lo sabe?”.
“Sí… hace poco se enteró”.
“Y… ¿Qué haces aquí, Frida Sorrentino?”.
No podía decirle que estaba con su nieto por un contrato, pero… ¿Qué le podía decir?.
Después de una pesada charla donde solo explicó su tragedia personal y algunas cicatrices que podía exponer sin mostrar de más. Frida esperaba la benevolencia de Benjamín. No lo hacía por Román, mucho menos por ella, lo hacía por ese anciano cariñoso.
“Esa es toda la verdad… desde hace mucho que no soy una Sorrentino… y… entiendo si no haberlo dicho antes pudo traer problemas. Estoy dispuesta a dar marcha atrás si esto perjudica la empresa y a Román…”, dijo Frida con el corazón latiéndole en la cabeza.
“Pues… ¡Ya está! ¡Vete Frida!”, expresó Martina acercándose con odio en la mirada.
“Lo poco o mucho que hayas podido obtener para tu padre, ya no hay forma de recuperarlo. Solo vete y deja esta familia en paz”.
“Martina…”
Benjamín levantó la voz, no quería que su nieta se entrometiera.
“¿Dónde está Román? ¡Ni siquiera tuvo el valor de venir aquí! ¡De seguro se sabía descubierto! ¡Maldito cobarde!”, exclamó aún más furiosa.
“Bueno… después de todo esto… ¿Dónde están mis princesas?”, preguntó Benjamín cambiando el tema como si todo el dramatismo anterior no importara.
“¿Cómo?”.
“Sí, mis muñequitas ¿Dónde están?”, insistió emocionado y su semblante cambió.
“Les traje unos regalos que espero que les gusten”.
“¡Abuelo!”, exclamó Martina indignada.
“Deja a un viejo estar con sus nietas”, dijo levantándose con dificultad.
“La petrolera Tizo y la corporación Gibrand han estado en conflicto desde que tengo memoria. Es como una tradición”.
Caminó hacia la entrada donde James estaba evitando que Carina cayera a la fuente por querer alcanzar los peces coloridos.
“¡Mis niñas!”.
En cuanto Benjamín exclamó, ambas salieron corriendo a sus brazos, gritando a coro ‘abuelito’.
“¿Cómo se han portado? ¡Emma te veo más alta! ¡Has crecido en este tiempo! Y tú, Carina, no te quedas atrás”.
“Pero… ¿entonces?”, preguntó Frida desconcertada.
“Frida… Román confía en ti y yo confío en Román… si él te ha mantenido a su lado aun sabiendo quién eres, es por algo. Además… tú historia no me es desconocida”, resopló con tristeza.
“Sabía que tus ojos me eran familiares”.
Hace muchos años, Benjamín fue a ver el cascanueces. La niña que interpretaba a la protagonista era excepcional en el escenario y lo cautivó, aunque esta trastabilló ligeramente.
Cuando Benjamín y su esposa quisieron felicitarla por su gran labor, la niña había sido recién azotada por su padre. Recibió las rosas que llevaban para ella con los ojos cargados de lágrimas y la actitud de un cachorro herido y temeroso de volver a ser golpeado.
Ese día Benjamín supo que jamás olvidaría esos ojos tristes y así fue.
“¡¿Eso significa que lo dejarás así?! ¡¿Permitirás que Román se revuelque con el enemigo?!”, preguntó Martina desesperada e indignada.
Benjamín, cubriendo los oídos de sus nietas y con una actitud relajada contestó.
“Es una tristeza que los lazos con tu familia se hayan roto, Frida… tal vez, después de tantos años de disputa, la unión entre Román y tú nos hubiera traído muchos beneficios”.
“Mi padre es un hueso duro de roer. Ni siquiera casándome con Román accedería a asociarse…”.
“Lo sé, yo también lo fui y mírame… ahora soy más dulce que un terrón de azúcar”, dijo pellizcando las mejillas de sus nietas.
“Todo cambia con el tiempo, Frida… solo ten paciencia”.
Como lo esperaba Frida, Román no llegó a la cena, pero no fue tan desagradable, el evento fue breve y en todo momento permaneció al lado de Benjamín mientras el resto de la familia la veía con desconfianza.
De regreso, las niñas dormían en el asiento trasero y Frida solo veía por la ventana, pensando en Román. De pronto su celular comenzó a vibrar, era él quien llamaba.
“Demasiado tarde…”, dijo Frida y bloqueó su teléfono.
No quería escucharlo.
Ayudada por James, llevó cargando a las niñas hasta su cuarto, para ponerles la pijama y arroparlas.
Besó sus frentes con cariño y al llegar a su alcoba se encontró con Román.
“¿Por qué no contestaste mis llamadas?”.
“¿Podemos esperar para mañana? Estoy cansada por haber soportado a tu familia yo sola”, dijo Frida fastidiada.
“Tenía cosas que hacer…”.
“¿Con la mujer que me contestó?”.
De inmediato se arrepintió por hacerla pregunta.
“Con mi secretaria”.
Una secretaria le había quitado a Gonzalo, ¿Ahora una secretaria le quitaría a Román? ¿Tenía sentido molestarse?
“No tengo ganas de hablar…”.
Tomó su camisón y cuando estaba dispuesta a atravesar la puerta, Román la tomó de la muñeca.
“¿A dónde crees que vas?”.
“Iré a dormir con las niñas…”, respondió Frida.
“¿Por qué?”, preguntó Román con una sonrisa.
Estaba divertido por verla celosa.
“¿Por qué? ¡Me dejaste morir sola con tu familia mientras tú ‘trabajabas’ con tu secretaria!”.
“¿Estás celosa?”, su sonrisa se hizo más grande.
“¡No! ¡Estoy molesta!”.
La voz se le quebró.
“Tu abuelo descubrió que soy una Sorrentino…”.
El rostro de Román palideció.
.
.
.
Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Reportar