La boda del heredero
Capítulo 91

Capítulo 91:

“Tú pasaste años sufriendo por Irina, y al final te casaste con ella… todo seguía siendo una m!erda, pero eventualmente mejoró, ¿No? No me culpes por intentar mantener la fe” respondió a la defensiva.

No quedé tranquilo, seguía pensando que lo estaba apostando todo a Paulette y terminaría perdiendo la apuesta, pero lo dejé estar.

“De acuerdo”

“¿Eso es todo? ¿Viniste a decirme que tuviera cuidado con Paulette?” preguntó Adrien.

“No, vine a pedirte disculpas, no debí dejarte fuera de lo sucedido” respondí con dificultad, no era propio de mí retractarme por mis acciones.

“Solo intentaba mantenerlos a salvo mientras yo intentaba descifrar qué está pasando”

“¿No crees que nosotros también querramos protegerte?”

Alzó una ceja.

“Eso mismo dijo Irina”

Resoplé derrotado.

“Esta vez somos nosotros los que tenemos la razón”

“Quizás”

“No, no quizás, Emmett… la tenemos y lo sabes. ¿Cómo crees que quedaríamos si te pasa algo? Y no es solo eso… si las sospechas son ciertas, ¿No crees que lo mejor es que todos estemos alertas?”

“Sí”

Tuve que admitir en un murmullo.

“Lo siento, no lo pensé demasiado, solo quería dejarlos fuera de peligro, quizás no fue lo más inteligente”

“No, sin duda no lo fue, pero al menos ya lo sabemos, ¿No?”

Asentí y luego hubo un momento de silencio, poco usual entre nosotros antes de que él volviera a hablar.

“¿Opinas lo mismo que Irina? ¿Crees que Damien está detrás de todo?”

“Sé que está involucrado con el robo, con D’vine y todo eso… Es obvio que no ha superado no haber podido quitarme la presidencia de la empresa; pero… ¿Intentar ases!narme? ¿Matar a su amante? No lo sé, Adrien… todo suena demasiado rebuscado, ¿Sabes?”

“Sí, también lo creo, pero… ¿Si no fue él, quién? ¿Quién puede querer hacerte daño?”

“Estoy empezando a creer que no es solo a mí, Adrien… lo de la mujer en París… eso fue en contra de Damien”

“¿Entonces piensas que eso de los enemigos de los Lefebvre es cierto?” preguntó Adrien.

“Eso me temo”

“¿Crees que Paulette corra peligro también?”

“No lo sé, ella no está tan ligada a los negocios como nosotros, pero no lo sé, porque no sé qué motiva todo esto realmente”

“Ya veo…”

El silencio reinó una vez más el salón y con él la frustración iba creciendo.

“¿Aún no sabes nada de la camioneta?” pregunté un rato después, Adrien me miró fijamente un par de minutos hasta que finalmente sacudió la cabeza.

“No, la policía aún no tiene nada, y… no hay cómo acceder a los registros de tránsito” respondió Adrien con una mueca.

“Vale… creo que tendré que viajar a Obernai una vez más, probar suerte con alguien en los viñedos… Hablar con Caspian”

“¿Me contarás si descubres algo?”

Me miró con desconfianza, pero procuré no darle demasiada importancia al hecho de que ahora teníamos esa barrera entre los dos.

“Seguro… te dejaré entonces, para que puedas terminar de empacar”

Tendí mi mano hacia él, y nos despedimos con un apretón de manos.

Algo me decía que aquello no había solucionado nada realmente, solo había puesto una tregua sobre la mesa, pero lo acepté.

Cualquier cosa era mejor que estar divididos en ese momento.

‘Ahora solo me falta resolver las cosas con Irina’, pensé mientras tomaba el elevador.

De vuelta a casa, encontré a Irina en la cocina, estaba poniendo algunos trastos en el lavavajillas, pero no parecía contenta.

“¿Se enfadó porque salí?” le pregunté a Nicolaj, que estaba de pie junto a su hermano cerca de la puerta del jardín.

“No, señor… el niño no quiere comer brócoli” respondió con una mueca, estaba intentando no reír, ambos lo estaban evitando.

Puse los ojos en blanco, aunque en el fondo estaba aliviado…

Eso era algo más fácil de manejar.

“De acuerdo, yo me encargo, muchachos… ¿Pueden resguardar la entrada?”

“En seguida” respondió Edmond antes de ambos darse la vuelta y marcharse.

Me acerqué hasta la silla de Elliott y vi los trozos de brócoli y zanahoria que tenía frente a él. Juraría que me miró suplicante, pero Irina se dio la vuelta en ese momento, notando mi presencia.

“Hola”

Saludé a media voz.

“Hola, es obvio que no debes pedir permiso, pero la próxima vez sería lindo si me dijeras que vas a salir”

Asentí con una mueca…

Ella tampoco me lo pondría fácil, pero parecía más decidida a ignorarme.

“Vamos, Elliott… No quiero discutir, te prometo que te recompensaré si pones de tu parte… solo un par de bocados”

Nuestro hijo le dedicó la mirada más hilarante e indiferente que le había visto a un niño jamás, tanto que no pude evitar reír, cosa que me hizo merecedor de una mirada asesina.

Por suerte el teléfono sonó y mi esposa se distrajo, caminando para contestar.

“De prisa, volverá pronto” dije mientras tomaba un par de trozos de brócoli y los metía en los bolsillos de mi chaqueta, bajo la mirada atenta de mi hijo.

Para cuando Irina regresó solo quedaban algunos trozos en el plato. No tuve tiempo de decir nada, Irina vio el plato medio vacío y miró a Elliott con sospecha, y este, sin pensárselo dos veces… apuntó su pequeño índice hacia mí.

“¡Traidor!”

Siseé entre dientes.

Irina torció los labios y estiró su mano hacia mí; derrotado tuve que vaciar mis bolsillos y entregarle el brócoli; ella, aunque intentó mantenerse seria, terminó riendo a carcajadas por lo sucedido, burlándose de mí.

Y al menos supe, que de momento, eso representaba un alto al fuego…

Ya me encargaría yo del resto más tarde.

A la mañana siguiente salí del baño secándome el cabello, y me topé con Irina, de pie frente al tocador, preparándose para salir.

Verla enfundada en una falda lápiz negra y un corpiño de encaje a juego, no hacía más llevadera mi existencia, y lo hacía bastante incómodo, considerando que yo solo llevaba la toalla anudada a la cintura.

En pro de no entorpecer nuestra lenta pero prometedora reconciliación, me había mantenido respetuosamente distante la noche anterior, aunque nada sacaba de mi cabeza que su elección de bata de seda fue con toda la intención de provocarme, quizás castigarme, porque se mantuvo distante, pero me había comportado con serenidad, conversamos, reímos modestamente y nos fuimos a la cama temprano.

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