La boda del heredero -
Capítulo 92
Capítulo 92:
Pretendía que la mañana siguiera igual, pero verla inclinarse hacia el espejo para pintar de carmín sus labios…
Era demasiado para mi autocontrol; me aclaré la garganta para que notara mi presencia y me dirigí rápidamente hacia el vestidor, no le daría el placer de ver cómo me afectaba su sola presencia.
“¿Te irás directo al pueblo o pasarás por la oficina primero?” preguntó mientras me ponía los calzoncillos.
“Me iré directamente, no quiero perder tiempo”
“Estaba pensando… ¿No empezará a ser sospechoso para él?”
“¿Qué cosa?”
“Que viajes tanto al pueblo”
“No, antes lo hacía seguido, puedo decir que solo intento ponerme al día si eso llega a cuestionarse. En donde debemos ser muy cuidadosos es en la oficina, no creo que Giselle sea su única informante… Los tres debemos ser cuidadosos al hablar o al solicitar documentación”
“Eso sí, aunque no me preocupo, Adrien es perfectamente capaz de valerse sin problemas… ¿Arreglaste las cosas con él?”
“Sí, eso creo… le pedí disculpas”
“Mh… bueno, al menos arreglaste todo con él”
Sonreí al notar el tono desdeñoso con el que habló, era obvio que consideraba que a ella le estaba debiendo sus disculpas.
“Sí, es algo bueno”
Me limité a decir mientras agradecía que no me estuviera viendo sonreír.
“Por mi parte, prometo mantener la boca cerrada esta vez”
Al oírla asomé la cabeza hacia la habitación y la miré arqueando una ceja.
“Esta vez lo haré, créeme… no pondré la vida de Elliott en peligro”
Hice una mueca con aquel comentario, yo seguía teniendo mis dudas, pero ella seguía asegurando que Damien era culpable de todo.
“Eso está muy bien”, comenté antes de ocultarme para seguir vistiéndome.
“Pero… ¿Sabes qué es lo que realmente me inquieta?”
Continuó, esta vez siguiéndome hasta el vestidor.
“Hace días que Damien sabe lo de tu amnesia, y no ha hecho ni dicho nada al respecto… eso está raro”
“Sí, pero quizás lo de su amante le tiene la cabeza en otras cosas, ¿No crees?”
“Sí, como trabajar en una coartada convincente, por ejemplo”, respondió con sarcasmo mientras sacaba una blusa satinada en color perla y empezaba a ponérsela bajo mi atenta mirada… nuevamente empezaba a ser mucho para mí, sobre todo en aquel espacio tan reducido.
Miré embelesado cómo iba privándome la visión de su piel a medida que cerraba los botones, tomándose algo más de tiempo al llegar a los del pecho.
“¿Ocurre algo?” preguntó arqueando una ceja al notar que miraba sus senos con descaro.
“No”
Mi boca se sentía seca al pronunciar aquella mentira…
Mi cuerpo entero rugía a gritos que la tomara justo ahí, la necesitaba, pero sabía que no era el momento.
“De acuerdo, iré a despertar a Elliott”
No fueron sus palabras tanto como sus gestos y el casi imperceptible suspiro que dejó escapar, lo que me obligó a dejar de lado mis buenas intenciones y volverme un cretino, al menos por unos minutos…
Ella era mi mujer, y tenía derecho de tocarla…
Sabía que ella lo quería; prueba de ello fue el g$mido que soltó cuando la tomé de la cintura y la aprisioné contra la estantería.
Tomé su boca con desesperación, no podía ser de otro modo; un día sin tenerla era años de sequía para mí.
Sus labios respondieron a los míos al instante, y su lengua me demostró que yo no era el único en miseria ahí.
Deslicé mis manos sobre su cuerpo, sujeté su cuello con firmeza con una y la otra la amoldé a su trasero, lamentando que llevara aquella condenada falda, que no nos daba libertad de maniobrar, pero eso no me desmotivó, seguí besándola como si hacerlo me llenara de vida, y así estaba siendo hasta que el timbre de la puerta principal irrumpió en mi fantasía.
“Maldita sea”, gruñí separándome de ella.
“Debe ser la vecina”, comentó Irina alisándose la camisa mientras yo asentía enfadado.
La dejé ir a regañadientes y procuré seguir vistiéndome tratando de controlar la frustración…
Prometiéndome a mí mismo que regresaría a casa pronto y terminaría lo que empezamos en ese vestidor.
Poco más de cuarenta minutos después, al llegar a Obernai, crucé el pueblo y me dirigí a los viñedos, ignorando por completo la mansión, cada vez me apetecía menos entrar a aquella condenada casa, y siempre que pensaba en ella me preguntaba cómo era posible que perteneciera a una familia como aquella.
Aparqué a un lado del camino y dejé que el sol me llenara con un poco de energía, quizás así iluminara mis ideas.
Contemplé aquel hermoso paisaje, había algo en aquellas tierras que siempre me hacía sentir completo; la ciudad era mi hábitat natural…
Pero los viñedos eran parte de mi esencia.
“Emmett, ¿Venir a los viñedos dos veces en menos de una semana? Es un nuevo récord, incluso para ti”, me giré para toparme con Caspian, que sonreía y tendía su mano hacia mí.
“Lo sé, es que… las cosas se están complicando un poco, y siento que debo resolverlas yo mismo”
“¿Te refieres a la Bronco que me pediste que investigara?”, preguntó mi amigo sin preámbulos.
“Sí, ¿Encontraste algo?”
“Pues la verdad no, actualmente no hay una sola camioneta de aquí en el pueblo, y la verdad es que no he visto ninguna en mucho tiempo, lo siento”
Caspian hablaba haciendo muecas de pesar, quizás veía en mi rostro la desilusión por sus palabras, pero no podía evitarlo, de momento mi única esperanza era que él encontrara algo…
Sin eso…
Tenía las manos vacías.
“No sabes lo mal que me deja eso, hombre”
“Lo veo, pero no entiendo por qué, ¿Qué es lo que pasa con esa camioneta?”
Medité unos segundos acerca de qué tanto podía decirle, era un hecho que lo de la amante de Damien no…
Ahí simplemente podríamos estar especulando, pero sobre mi accidente era complicado, ¿Podía confiar en él? Ya esa pregunta me estaba generando conflictos…
Era sumamente difícil adivinar
Pero, por otro lado, Caspian era un hombre decente, y siempre había sido mi amigo…
Un buen amigo, de hecho; y ya con la experiencia que tuve con Adrien… quizás cerrarme otra vez no era lo más apropiado.
“De acuerdo, te lo diré, pero esto debes mantenerlo confidencial, puede ser peligroso, ¿De acuerdo?”
“Vale, vale, ¿Pero qué es lo que pasa, hombre? Ya me estás asustando”.
Caspian me miraba preocupado mientras yo tomaba aire para empezar a hablar.
“Cuando yo tuve mi accidente hace un año… quizás… no lo sé, Caspian, pero es posible que no fuese un accidente”.
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