La boda del heredero
Capítulo 9

Capítulo 9:

“Ahm… Creo que lo mejor es que yo me marche ya, Irina, hablamos luego, ¿Sí?”, dijo Annie entre tartamudeos, y entonces mi vergüenza fue absoluta, no había caído en cuenta que ella estaba escuchando todo.

“Sí, Annie… Gracias por todo, yo… luego te llamo”.

Mi voz estaba temblorosa, imposible de controlar.

La dulce mujer me miró apenada y sacudió su mano sutilmente antes de salir del apartamento, y mientras veía la puerta cerrada, sentía cómo la furia empezaba a crecer en mi interior.

Si Emmett estaba insinuando lo que parecía estar insinuando… las cosas estaban por descontrolarse, porque no se lo iba a permitir.

“¿Entonces? ¿Vas a…?”, alcé una mano para que callara y me dirigí hasta el pequeño armario cerca de la cocina, de ahí saqué la vieja carriola de Elliott y me dispuse a acomodarlo en ella, encenderle el televisor y ponerle uno de los videos musicales que tanto le gustaban.

Cuando estuvo listo, miré a Emmett y sin decirle una sola palabra le exigí que me siguiera al comedor. Necesitaba ver a Elliott, pero no quería que escuchara nada de eso, porque aunque no entendiera nada todavía… no me parecía justo con él.

“Ahora sí puedes hablar”, dije cuando estuvimos un poco alejados.

“¿Quieres explicarme de qué van tus acusaciones?”.

Emmett rio una vez más al oírme.

“¿De qué van? ¿Te parece poco? ¡Ese niño es la copia de Damien!”.

“¿Y entonces? ¿Qué pasa con eso? Damien es su tío, ¿Qué diablos estás diciendo?”.

“Estoy diciendo que es muy conveniente que nuestro hijo, producto de una única f%llada de San Valentín, luego de habernos casado a las prisas por algo que yo no recuerdo, se parezca tanto al hombre que fue tu pareja hasta horas antes de casarte conmigo, ¿O me vas a decir que no tengo razones para dudar?”.

Mis labios temblaban sin control viendo la furia en sus ojos, el detalle era que esa vez no podría amedrentarme, porque mi furia era mucho más intensa que la suya.

“Tienes derecho de estar confundido, Emmett; entiendo que la amnesia te deje descolocado en muchos temas, claro… pero tú no estás dudando de Elliott, del hecho de haber tenido un niño, no”.

Reí con amargura.

“Tú eres un hombre inteligente, sabes de probabilidades y esas cosas… sabes que sí pudimos engendrar un niño ese día. Tú estás haciendo otra acusación, pero no la estás haciendo de frente, anda… dilo”.

“¿Te acostaste con Damien estando casada conmigo?”, dijo finalmente, haciendo que la furia se tornara en odio.

“¿Me lo estás preguntando?”.

“No pregunto las cosas obvias, Irina. Eso está tan claro como el agua”.

“Pues vamos a tener que checarte bien esa cabeza, esposito mío. Porque obviamente el daño va más allá de la memoria… Tu raciocinio también está comprometido”.

“¿Qué? ¿Ahora soy estúpido? ¿Eso dices?”.

“Estás haciendo una acusación estúpida, ¿Acaso no prestaste atención a las clases de biología en la escuela, Emmett? Me sorprende, había entendido que fuiste el estudiante estrella. No hay que ser descendiente directo de nadie para parecerse a algún familiar, ¿O es que acaso Paulette no se parece a tu bisabuela?”.

“No vas a salir de esta con esas estupideces, Irina”, gruñó dando un paso hacia mí.

“Sé perfectamente cómo funciona la biología, pero también sé que tú tenías años tras los pasos de Damien, y de toda la m!erda fantasiosa que me has dicho desde que desperté, no me has explicado cómo es que lo olvidaste tan fácil. Un día lo amabas y luego me juraste fidelidad eterna y ¿Listo? ¿Eso fue todo? ¿Por quién me tomas? De seguro todo esto de mi accidente y ahora mi amnesia te vino de maravilla, ¿No? Pensaste que me iba a tragar ese cuento tan solo confiando en tu palabra”.

“No, no pensé que tuviera que explicarte nada, Emmett… No me detengo a pensar en posibilidades ridículas, de todas las cosas que me imaginé que podían pasar, nunca pensé que ibas a salir con esta… acusación de haberme acostado con tu hermano”.

Reí con amargura.

“No, eso jamás lo vi venir”.

“¿Cómo hiciste para que mi familia te creyera? ¿Hm? ¿Acaso ninguno ha puesto esto en duda?”, siguió, como si yo no hubiese dicho nada.

“No, nadie… Supongo que fuimos muy buenos actores haciéndoles creer que nos queríamos, nadie jamás ha dicho nada”.

Mentí, porque la verdad es que sí lo habían hecho, pero no del modo en que lo hacía él.

Claro que las personas habían notado el parecido de Elliott con Damien, pero todos lo habían comentado como una desafortunada casualidad, incluso Damien se había burlado al respecto:

“Ni siquiera he muerto y ya reencarné… ¡Que poder!”, se había burlado el muy imbécil.

Y sin embargo nadie nunca había tocado el tema como un problema, las cosas eran así y ya, y jamás me imaginé recibiendo esas acusaciones precisamente de Emmett.

Parada ahí frente a él, viendo su expresión rabiosa, mi mente me llevó un tiempo atrás, cuando apenas estaba ante las dudas, la incertidumbre de saber si estaba embarazada o no, aquel que había sido uno de los momentos decisivos de nuestra relación.

Luego de semana y media de retraso las dudas me habían estado consumiendo, había pedido consulta con el doctor, pero me la habían asignado para un par de días después, y sin poder aguantar más, había comprado pruebas rápidas de embarazo.

Me encontraba en el baño del apartamento en Estrasburgo, temblando como una gelatina, el temporizador del celular sonó y me apresuré a mirar uno tras uno los indicadores de las pruebas… y no había tenido tiempo se asimilarlo cuando la puerta se abrió y Emmett apareció ante mí.

“¡Dios! Irina, lo siento, no sabía que estabas…”, se quedó callado y frunció el ceño al ver mi rostro pálido.

“¿Qué ocurre?”.

“Nada”, había sido mi respuesta, pero mi resoplido ahogado no le había convencido en nada, en cambio le hizo sospechar más.

Me miró en silencio unos segundos y luego miró hacia mis manos, que mantenía fuertemente apretadas alrededor de las pruebas… a mi espalda, pero para mí mala suerte, había dejado una olvidada sobre el lavado, y se me vino el alma a los pies al ver que él había reparado en ella.

Emmett tomó la prueba y la observó en silencio antes de fijarse en mí nuevamente, y sin decir nada estiró su mano hacia mí.

Exigía lo que le estaba ocultando.

Viéndome expuesta, me di por vencida y se las entregué.

Las revisó todas.

Luego dio un par de pasos atrás para apoyar su espalda en la puerta.

El silencio se hizo pesado entre nosotros, y empecé a sentir que el oxígeno del baño se acababa, la idea de estar embarazada de Emmett me tenía aterrada, jamás habíamos hablado de eso y solo habíamos estado juntos una vez.

Pero descubrí que no me daba miedo estar embarazada, sino lo que él pudiera pensar, no sabía ni siquiera si quería hijos, pero las palabras que siguieron me dejaron anonadada.

“Esto es algo bueno, ¿No? Eso decía papá siempre. Creo que será algo bueno”, me dijo, aún con el ceño fruncido, yo asentí de inmediato.

“Te juro que es tuyo”, susurré al borde del llanto.

Él me miró fijamente y asintió.

“Lo sé”.

Se había limitado a decir, dedicándome una de esas encantadoras sonrisas que dejaba salir muy pocas veces.

Eran de esas sonrisas que tenían acceso directo a mi corazón.

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