La boda del heredero -
Capítulo 89
Capítulo 89:
“Pues… a unas mesas de la nuestra, se sentó junto a Jennifer, creo… y un grupo de accionistas”
“Sea como sea, Emmett; esto prueba aún más que fue Damien, todo este asunto del desvío de fondos, la empresa en California… Es Damien, él debe ser el presidente de esa empresa, y si este Elijah reside en California… fue perfecto entonces, ya todos sabemos que elegir a Nadine como esposa fue un movimiento estratégico para él… está exprimiendo todos los beneficios que puede sacarle a la familia Moureu”
“¿Cómo podemos probarlo?”, preguntó mi esposo.
“Si están manejando todo por un representante legal será difícil encontrar la conexión porque seguimos con el obstáculo de que no podemos investigar sus cuentas solo porque sí, las leyes americanas los amparan”
“¿Y no hay ya pruebas suficientes para confrontarlo? Encararlo de una vez y decirle…”
“¡No!”, siseó Emmett de inmediato, callando a Adrien al instante.
“No podemos agitar el avispero antes de estar cien por ciento seguros”
“¿Por qué no?”
Me mordí el labio con nerviosismo y Emmett resopló incómodo, entonces abrí los ojos de par en par al comprender qué pasaba.
“¿No le habías dicho nada a él tampoco? ¿Entonces si yo no te hubiese encontrado ayer al teléfono… no le dices nada a nadie? ¿En qué diablos estabas pensando, Emmett?”
“¡Decirme nada sobre qué! ¿Qué pasa?”
Emmett me miró con molestia, un gesto acusador, de reproche, pero aún así no habló, cosa que me importó poco.
“Hace un año cuando sufrió su accidente… no fue un accidente, lo sacaron de la vía, alguien lo estuvo siguiendo desde que salió de Obernai… una camioneta, que casualmente se parece mucho a la misma que atropelló a la secretaria del doctor Giroud”
Los ojos de Adrien se llenaron de confusión y miraron a Emmett, como si buscara que este negara lo que yo estaba diciendo, pero al no conseguirlo, respiró profundo y ocultó su rostro entre sus manos un momento.
Cuando estuvo listo lo miró nuevamente… su expresión era mucho más sombría, parecía realmente enfadado.
“Descubres que alguien intentó acabar con tu vida y tú… ¡Me excluyes!”
“No quería involucrar a nadie”, se excusó Emmett.
“¡Exacto!”.
Adrien se puso de pie.
“¡Es un maldito riesgo y pretendías tomarlo solo! Pasas un maldito año en coma ¿Y te atreves a sacarnos de esto? ¿Tienes una jodida idea de cuánto nos afectó esto, o crees que la única que lloró por ti fue Irina?”
“Adrien… Nada de eso fue su culpa”, intenté argumentar, pero nuestro amigo ya había pasado el punto sin retorno.
“¡No me importa! Quizás le hace falta entender todo el maldito caos que vivimos aquí para entender que debe respetar esto”, gesticuló con sus manos hacia nosotros antes de inclinarse sobre el escritorio hacia Emmett.
“¿Tienes idea de lo destrozados que estuvimos cuando creímos que ibas a morir? ¿O lo desgarrador que fue ver pasar los días en el jodido calendario sin que despertaras?”
Adrien le miraba furioso mientras Emmett se limitaba a permanecer en silencio bajo su ataque, de todo el tiempo que llevaba casada con él, esa era la primera vez que les veía discutir… Era una situación extraña, esos dos eran inseparables.
“Lamento todo el daño que causé, pero esta vez solo buscaba mantenerlos a salvo, aún no sé qué pasa y debo asegurarme de que ninguno saldrá herido”
“Vete a la m!erda, Emmett. Si vas a jugar a ser Batman yo estoy fuera” Alzó ambas manos y se dio la vuelta.
“Adrien…”, le llamó mi esposo, pero no sirvió de nada, el hombre salió de la oficina, dejándonos a solas, en un silencio tenso e incómodo.
“Espero que estés contenta ahora”
Giré la cabeza como si una fuerza sobrenatural y demoniaca me dominara, y lo miré con incredulidad.
“¿Disculpa?”
“¿No podías esperar a que yo resolviera esto solo?”
“Pues no, no podía, ¿Sabes por qué? Porque Adrien tiene razón, tú despertaste del coma después de un año y desde entonces te has enfocado solo en la empresa, quieres trabajar en nuestra familia y eso está bien, pero tú no viste todo el desastre que hubo aquí durante el tiempo que estuviste en cama, Emmett. Que ahora te encuentres nuevamente en una situación de peligro y decidas hacerte el capaz por tu cuenta… nos viene de la m!erda después de todo lo que sufrimos, y no decimos que sea tu culpa, pero un poco de empatía no nos viene mal”
“Solo quiero que estén a salvo, Irina”, fue su respuesta tras un largo suspiro.
“¿Y no crees que nosotros queramos lo mismo? ¿Crees que no nos preocupamos por ti?” Emmett respiró profundo otra vez y apartó la mirada, fijándola en el ventanal… Era evidente que no conseguiría que lo entendiera en ese momento, así que decidí que era momento de partir.
“Bien, también me iré… Te hace falta meditar tus actitudes”
Me puse de pie y mientras avanzaba vi que Emmett no se preocupó ni siquiera por voltear a verme mientras me iba, cosa que me desanimó un poco.
Al salir de la oficina me topé otra vez con los Roux, que se pusieron de pie al verme.
“Señora Lefebvre, ¿Empezaremos nuestra labor ahora?”, preguntó uno de ellos, no supe cuál.
“La verdad no sé, caballeros… Eso deben hablarlo con Emmett, pero les recomiendo que lo gestionen con la secretaria, el señor está un poco indispuesto en este momento”
Los hombres quedaron un poco contrariados, pero asintieron. Yo, por mi parte decidí ir hasta la oficina de Adrien, y lo encontré tras su escritorio, tecleando algo en su ordenador… masacrando el teclado, en realidad.
“Sé que estás enfadado, pero eso es un activo de la empresa”, dije, señalando hacia el teclado.
“No estoy para chistes, Irina”
“Vale… en serio lo siento”
“Tú no hiciste nada”
“Me disculpo por él”
“Y una m!erda, Emmett está grandecito… que venga él mismo y lo haga. Comprenderá que le conviene tenerme en su equipo”
“¿Por qué suena a que tienes algo valioso entre manos?”, lo miré con suspicacia.
“Porque lo tengo”, respondió encogiéndose de hombros.
“Él no lo sabe, claro… No sabe una m!erda de lo que pasó mientras se debatía entre la vida y la muerte, pero cuando eso pasaba, y toda la familia estaba demasiado preocupada por él como para darse cuenta de que había protocolos por seguir… yo me hice cargo de todo por ustedes”
Sus palabras resultaron incómodas, porque tenía toda la razón; mientras yo me desmoronaba y los Lefebvre caían en caos…
Adrien mantuvo la entereza y gestionó todo lo que hizo falta gestionar, en esos momentos sólo me alegró tanto tener a alguien que me ayudara, que no pensé en todo su dolor.
“Lo siento mucho, Adrien”
Él sacudió su mano, restándole importancia.
“Hice lo que tenía que hacer, y entre esas cosas están los trámites legales con el departamento de tránsito… Y ya me conoces, soy muy sociable… Todo el mundo termina amándome”
“¿Tienes un amigo en el departamento de tránsito?”, pregunté sin comprenderle del todo.
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