La boda del heredero -
Capítulo 83
Capítulo 83:
“Doctor, justo quería llamarlo… Le tengo buenas noticias”.
“Pues me temo que las mías son terribles”, respondió el hombre con pesar, poniéndome alerta.
“¿Qué ocurre doctor?”
“Angie ha fallecido, Emmett”, dijo con profunda tristeza, dejándome muy confundido.
“Disculpe… ¿Quién?”
“Mi secretaria, pensé que tu familia debía saberlo, después de todo… Tu hermano seguía con ella, los vi juntos hace unos días”.
“Aguarda, aguarda… ¿Esa era la mujer que estaba embarazada de Damien?” preguntó Adrien un rato después.
Luego de recibir aquella impactante noticia, no había podido asimilarlo aún, y me había reunido con Adrien e Irina en mi oficina; jamás conocí a esa mujer, pero había algo triste y perturbador en enterarme de su muerte…
Fuese como fuese, ella llevaba a mi sobrino en su v!entre, una criatura inocente.
“Así es, Giroud me lo dijo con toda veracidad, al parecer la mujer iba cruzando la calle, cerca de su casa y… una camioneta pasó a toda velocidad y la arrolló, los vecinos dicen que fue algo brutal, y que luego el conductor se dio a la fuga”, respondí sacudiendo la cabeza, estaba empezando a sentir que era demasiada información para tan poco tiempo.
Era como si mi cabeza recién hubiese empezado a funcionar y la estuviese poniendo a toda máquina.
“Dios, yo vi ese caso en el noticiero”.
Adrien cerró los ojos con pesar.
“La mujer quedó destrozada por dentro, Emmett y la policía aún no sabe nada, parece que están investigando si tenía problemas con mafias o cosas así, porque fue tan… Tan violento”.
“¿Dicen que fue intencional?” pregunté y al verle asentir sentí un vuelco en el estómago.
“Es ridículo, era una simple secretaria, ¿Cómo va a estar relacionada con alguna mafia? Tuvo que ser otra cosa”.
“Por supuesto que fue otra cosa”.
Agregó Irina, que se había mantenido callada hasta ese momento, en el que ambos la miramos contrariados.
“Y sí, fue brutal porque nació del odio, Adrien… Quería asegurarse de que no sobreviviera”.
“¿De qué hablas?” preguntó Adrien frunciendo aún más el ceño, sin embargo… yo sí capté su intención, y hacerlo me revolvió el estómago, la simple idea era una abominación.
“Irina… Cuidado”, murmuré en tono de advertencia.
“¿Cuidado? ¡¿Cuidado?! ¡Es que en serio vamos a aparentar que no sabemos quién fue?”
Irina se puso de pie y batió sus manos con exasperación al aire mientras caminaba de un lado a otro.
“¿Qué? ¿Acaso sabes quién fue?”
“No, no lo sabe”, siseé, empezando a enfadarme.
“La imprudencia de Irina estaba empezando a colmar mi paciencia. Presume saberlo”.
“Oh, no, no… No presumo, cariño; estoy segura de ello”.
“¿De quién diablos hablan?”
“¡Ay, por favor, Adrien! ¡Fue Damien!”
“¡Irina!” exclamó nuestro amigo.
“Esa es una acusación muy fuerte”.
“Lo que es muy fuerte es lo que él hizo”, chilló mi esposa, temblando y al borde del llanto.
“Sacar del camino a quien le estorba… ¡Es un enfermo!”
“El odio desproporcionado también puede ser una enfermedad, Irina”, gruñí mirándola fijamente.
“Entiendo todo el rencor que sientes por Damien, y entiendo también que te resulte conveniente culparlo por todo lo malo que ocurre, pero vamos a tener que calmarnos esta vez, porque si haces una acusación así y te equivocas… No lo puedes solucionar con una disculpa”.
“¿Equivocada? No me hagas reír, Emmett… ¡De verdad crees que no fue él! ¡Estuvo en París hace unos días! Y ya sabe que se lo dije a Nadine, ¡te lo dije! De seguro vio que todo empezó a complicarse y esa fue una forma sencilla de salir del problema”.
“Dios, Irina… ¿Cómo hablas así de la muerte de esa pobre mujer?” le cuestionó Adrien, que parecía pensar lo mismo que yo.
“Sí, fue una desafortunada coincidencia de hechos, pero…”
“¡Pero nada, Adrien! ¿Qué es lo que se supone que no aceptan? ¿Ah? Damien es un hombre perverso, manipulador… ¡Es un ladrón! ¿O van a decirme que no creen que lo de D’vine es cosa suya?”
“Ser un ladrón no te convierte en un asesino, Irina… Ya basta”, le pidió Adrien, al punto que empecé a sentirme avergonzado, todos estábamos alterados y sorprendidos por la noticia, pero lo de ella empezaba a ser inaceptable.
“¿Basta? No, Adrien, yo…”
“Irina, ya basta”, siseé, respirando profundo antes de mirarla a los ojos.
“Creo que lo mejor es que vayas a calmarte un poco, es momento de ser prudentes, así que…”
“Oh, descuida… Yo me voy, ustedes dos sigan platicando sobre su mundo de fantasía donde todo el mundo es bueno”, exclamó apresurándose hacia la salida, dando un fuerte portazo al salir.
“Eso fue… intenso”, comentó Adrien un rato después.
“Eso fue demasiado”.
“¿Qué es lo que pasa con ella?”
“Creo que añadí leña al fuego, cuando le dije que Damien sabía lo que yo sentía por ella, y que por eso se metió en el camino”.
“Joder, hombre… Apenas recuperaste la memoria ¿Y ya estás metiendo artillería pesada en la relación?” comentó riendo.
“Supongo que ahora le entiendo un poco la ira elevada, pero igual… Su actitud es un problema, creo que deberías hablar con ella”.
“Lo hice, y prometió calmarse, pero ya ves… Tan pronto como ocurrió algo de lo que pudo aferrarse… El odio desproporcionado hacia Damien la deja ciega. Creo que tenías razón… Parece odiar más a mi hermano de lo que me ama a mí”.
“Vamos, Emmett… Tampoco entres en plan derrotado, es una mala racha, es todo”.
“Sinceramente no creo que vaya a cambiar nada, pero intentaré hablar con ella una vez más. Dejaré que se calme primero”.
“Una prudente decisión”.
Resopló y se inclinó hacia atrás en su asiento.
“Pero dejando de lado a Irina, Emmett, esto en serio se ve mal para tu hermano, ¿Sabes? Aun así siento que exagera, pero no es una teoría tan descabellada, realmente se ve muy mal”.
Adrien hablaba sin poner demasiada atención en sus palabras, parecía estar inmerso en sus pensamientos, y gracias a ello no vio mi expresión de contrariedad ante un detalle que se me hizo espeluznante.
“Sacar del camino a quien le estorba”
Había dicho Irina, y ante esas palabras mi mente recreó una vez más la escena que había vuelto a mí en la carretera…
Una camioneta que me seguía y buscaba sacarme de la carretera, y la absoluta certeza de que yo había discutido fuertemente con mi hermano antes de regresar a la ciudad.
“¿Dices que en el noticiero mencionaron una camioneta que se fue a la fuga?” pregunté, intentando aparentar una calma que no sentía.
“Sí, ¿Por qué?”
Al oírle sentí el calor abandonar mis manos.
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