La boda del heredero
Capítulo 79

Capítulo 79:

“Uy, por lo visto las cosas con el suegro no salieron bien, ¿No?” preguntó en tono burlón.

“No, en realidad no, ¿Sabes por qué?…”

Me agaché para que nuestros rostros estuvieran más a nivel y clavé mi mirada en ella.

“Porque Hugo me contó una historia sobre cómo tú, mamá y Damien lo amenazaron cuando yo estaba en coma”

El rostro de mi hermana palideció un segundo antes de asentir y empezar a moverse hacia las escaleras para salir de la piscina.

Al hacerlo, se envolvió el cuerpo con una toalla y caminó nuevamente hacia mí.

“Temía que un día te enteraras de eso, pero todo tiene una explicación, yo…”

“¿Qué p%ta explicación tiene que le dijeran al hombre que se asegurarían de que Irina no obtuviera el dinero que le correspondía si yo moría, y que perdiera la custodia del niño?! ¡¿Qué diablos pensaban?!”

“Hey, eso fue cosa de Damien, ¿Vale? Jamás estuve de acuerdo con eso, pero lo dijo sin consultárselo a nadie, yo no sabía que las cosas iban a llegar hasta ese punto” se defendió pasándose ambas manos por el rostro.

“¿Y qué era exactamente lo que esperabas? ¿Para qué diablos te llamaron a esa reunión?”

“Pues… Incluso ahora no lo sé exactamente. Había pasado muy poco desde que tú caíste en coma, y Damien llegó diciendo un sinfín de cosas sobre Irina, que quería quedarse con la empresa, que Adrien la estaba aconsejando y que no podíamos permitirlo, que había que controlarlos. Nos dijo que ella estaba esperando que murieras para poder echar mano de tu dinero, que fue para lo que se casó contigo y cuántas cosas más”

“Por favor, Paulette… ¿Creíste todo eso?”

“Yo no supe qué creer, solo sé que de pronto Irina empezó a formar parte de la Junta Directiva y que su padre fue nombrado capataz sin que a mamá y a mí nos tomaran en cuenta”

“¿Y qué m!erda saben ustedes de lo que debe o no debe ser un capataz?!” vociferé ante aquel absurdo argumento.

“¡¿Y qué diablos sabía ella?!”

Se defendió Paulette en el mismo tono.

“Por lo que yo sabía, Irina era tan inexperta en todo esto como yo… pero no sacan sus narices del asunto, y es un hecho que lo del ‘Estamos muy enamorados’ salió de la noche a la mañana, así que empecé a creer que Damien tenía razón, que quizás sí andaba tras el dinero. Así que sí, sí les acompañé cuando quisieron confrontarlo, se suponía que solo le dejarían claro que nosotros seguíamos estando a cargo, pero todo se salió de control… Damien se salió de control”

“Ya… ¿Y cuándo lo supiste? ¿Cuando Damien amenazó con quitarles al niño?” Paulette alzó la barbilla y me miró con decisión.

“Jamás estuve de acuerdo con sus modos, pero Elliott es un Lefebvre, y debe estar con nosotros” La forma en la que se encogió de hombros fue como una bofetada.

“¡¿Para convertirlo en la misma clase de víbora que son ustedes?!”

“Yo no soy como ellos” dijo ofendida, haciendo una pausa antes de continuar.

“Pero tampoco dejaré que nadie dañe el legado de la familia”

“¿No eres como ellos?”

Reí con amargura.

“Dime una cosa, Pau… Todo el asunto de controlarlos, incluía que tú te relacionaras con Adrien, ¿No? ¿Te pidieron que lo sedujeras?”

Su rostro se tensó, furiosa, pero verle apartar la mirada confirmó mis sospechas, aunque su boca dijera otra cosa.

“Yo amo a Adrien”

Aseguró en un susurro.

“¡¿Fue parte del plan o no?!”

Repetí, sintiéndome mal por mi amigo, y nuevamente avergonzado de mi familia cuando ella asintió sin mirarme.

“¿Cómo dices entonces que no eres igual que ellos?” dije con amargura mientras sacudía la cabeza.

“No se lo digas… Por favor. Yo… en serio lo amo” suplicó, pero ese no era el momento para pedirme nada, y ella no estaba en condiciones de hacerlo.

“Dime algo… ¿Aún le vas con el chisme a Damien o mamá cuando Adrien dice algo?”

“Él jamás dice nada” respondió, y eso fue una forma de evadir mi pregunta… No necesité hacer otra para tomar mi decisión.

“Me duele mucho más a mí que a ti reconocerlo, Paulette; pero yo le debo mucha más lealtad a Adrien que a ti, y él no se merece esta porquería”

“Emmett, por favor…” suplicó una vez más.

“Y otra cosa, Paulette, Irina y yo nos amamos y seguiremos juntos pese a lo que todos ustedes crean conveniente. Y lo que diga o crea Damien que acordamos… Me importa poco, y a ustedes debería importarles menos, porque sea como sea… es mi esposa y como tal tiene mucho más poder que ustedes dos, que solo viven para gastar lo que la empresa genera, ¿Entiendes? Así que si ella quiere poner a un maldito payaso a recolectar uvas… Tú y mamá no pueden cuestionarle nada, ¿Te quedó eso claro?”

Paulette asintió y se mantuvo callada.

“Asegúrate de decírselo a mamá… Que me llame si tiene algún inconveniente con eso” Cuando me di la vuelta para marcharme oí su voz temerosa nuevamente,

“Yo… He aprendido a querer a Irina y a Elliott, y no creo que ella intente quitarnos nada, pero… ¿Cómo puedo hacerle entender eso a ellos? A mí no me escuchan” musitó disminuyendo la voz con tristeza.

“¡¿Por qué lo harían?! Tú no eres más que un títere, solo haces y dices lo que ellos te hacen decir y hacer… Así funciona”

Vi en sus ojos el dolor que mis palabras le causaron, pero nada de lo que había dicho era mentira, así que no me retractaría.

“Te aconsejo que vayas buscando una voz propia, Paulette. Porque seré letal… Y aunque tú eres mi hermana y te amo… Has elegido el bando equivocado”

Le vi fruncir el ceño con preocupación, pero no le debía explicaciones.

Me di la vuelta y me alejé, necesitaba salir de aquella casa que antes me dio tantas alegrías, y ahora parecía estar maldita.

Diez minutos después estaba conduciendo y aún no podía controlar mi enojo, trataba de enfocarme en la carretera y olvidar toda la maldita m!erda que estaba colisionando a mi alrededor, pero no lo lograba… y eso empezaría a pasarme factura.

Al llegar a una curva antes de entrar a la Autopista 35, un camión de carga venía por el otro carril, pero el auto que tenía detrás insistía en avanzar, y no dudó en hacerlo por imprudente que fuese la maniobra.

El Mercedes rojo me rebasó justo unos segundos antes que el pesado camión pasara junto a mí.

El estruendo me hizo contraerme incómodo y bamboleó el auto de un lado a otro, por lo que tuve que parar de inmediato.

El incidente me provocó una mueca punzada en la cabeza, tuve que apoyar la frente sobre el volante, pero junto al dolor, llegaron unas imágenes… unas que resultaron dolorosas.

Iba al volante de regreso a Estrasburgo, estaba furioso, la discusión que había tenido con Damien aún me hacía rechinar los dientes; no podía creer que estuviese emparentado con semejante bestia.

Sus ofensas contra Irina me habían revuelto el estómago, y seguía sin entender cómo había contenido las ganas de romperle la nariz.

Un destello intermitente desde atrás me hizo torcer el gesto y entonces vi por el retrovisor la Bronco oscura que había visto unos minutos atrás…

Seguía pisándome los talones, y el imbécil continuaba cegándome con las luces altas una y otra vez.

Venía pegado a mí desde la intercepción de Obernai, pero pese a que le di varias oportunidades de rebasarme…

.

.

.

Consejo: Puedes usar las teclas de flecha izquierda y derecha del teclado para navegar entre capítulos.Toca el centro de la pantalla para mostrar las opciones de lectura.

Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.

Reportar