La boda del heredero -
Capítulo 77
Capítulo 77:
“¡¿Por qué lo hago?! ¿Acaso crees que después de todas las artimañas y mentiras que lanzaste una tras otra por años, no mereces un castigo?”
Alcé una ceja y me levanté, no iba dejarme amedrentar por él.
“Me usaste por años, te aprovechaste de mí y jugaste con los sentimientos de tu hermano. Ya sé todo lo que hiciste para mantenerme apartada de Emmett… ¡Eres un maldito enfermo! ¿Quién diablos hace eso?”
Damien rió y se incorporó alejándose de mí antes de mirarme con curiosidad.
“¿Y hasta ahora te lo dice? Creí que habían tenido esa conversación hace mucho, pero aclaremos algo, Irina… Yo jamás te obligué a nada, todo lo que hiciste lo hiciste porque así lo querías, te babeabas por mí desde siempre, no hagas como que te engatusé, te hubieses entregado a mí aunque yo te hubiese ignorado de por vida… Eso no fue solo culpa mía”
“¿Y crees que eso me importa? ¿Crees que hay algo que puedas hacer para herirme? Por favor… Podrás aparentar ser una Lefebvre, pero no eres nadie, nunca lo fuiste y nunca lo serás”
“Oh, tengo más poder del que crees” sonreí con malicia, “de momento ya puse en alerta a Nadine de tus jugarretas aquí y en París, tendrás que cambiar tu modus operandi, o volverte internacional para que no te descubran tan fácil. Pero también tengo mucha influencia sobre Emmett, ¿Sabes? ¿Y recuerdas aquellos terrenos en los viñedos? Los que debían ser para el primer heredero… En su momento tu hermano había manifestado querer dejártelas a ti, a tu primogénito, pero él no se acuerda de eso… quizás me tomé el atrevimiento y le diga que debemos ponerla a nombre de Elliott”
“Vamos, Irina… Eso de hacerte la villana te queda patético”
Se burló.
“Además… Si Emmett realmente dijo eso… ¿Por qué no lo recordaría ahora?”
Me puse fría de pronto, estaba tan enfrascada en hincarte y hacerle molestar que no puse atención en mis palabras.
Damien seguía mirándome con curiosidad, mientras mi mente intentaba inventar algo para salir de aquello, pero la suya lo fue mucho más.
“¿Tiene problemas para recordar, acaso?”
Frunció el ceño, pero luego pareció tener una idea, y para mí desgracia…
Fue una acertada.
“¿Lo olvidó, cierto? Ahora que dices todo esto… Mamá una vez mencionó que te escuchó decir algo sobre amnesia, y hace unas semanas Nadine también lo hizo”
Su sonrisa se ensanchó con malicia.
“¿Perdió la memoria, cierto?”
Sentí que la garganta se me empezaba a cerrar, los nervios estaban a punto de hacerme colapsar.
“No digas tonterías…”
Logré decir en medio de sonidos temblorosos.
“Oh, Irina… Eres tan mala fingiendo cómo lo eres haciendo de mala”
Rió con burlona malicia.
“Debiste quedarte callada, chiquita… Debiste mantener tu boca cerrada, porque ahora estás nuevamente en mis manos. Jamás serás mejor que yo en esto, soy un tiburón y tú no eres más que una débil presa”
“¿Quieres ponerme a prueba?” le reté, cuando la furia tomaba control de mí me permitía hablar mejor, pero eso no fue suficiente.
“La partida ha comenzado… Y no te mientas pensando que habrá otro ganador más que yo”
Se dio la vuelta y cerró la puerta de la oficina de un tirón antes que yo me dejara caer sobre el asiento otra vez, en esta ocasión sintiendo que el mundo se me venía encima.
“¿Qué diablos he hecho?”
…
Aparqué frente a la mansión y respiré profundo, no me había dado cuenta de lo tenso que estaba hasta que vi el letrero que me daba la bienvenida al pueblo.
Quizás el doctor tenía un buen argumento al decir que sin memoria no podía haber trauma, pero el miedo a lo desconocido era quizás tan malo como el trauma del recuerdo; durante todo el trayecto no pude sacarme a Irina y a Elliott de la cabeza.
¿Qué sería de ellos si yo volvía a ausentarme?
‘No voy a permitir que eso pase’, me dije a mí mismo tomando una profunda respiración y bajando del auto.
Miré hacia la casa y medité por un segundo entrar a saludar, pero recrear toda la escena melodramática que tendría lugar me hizo desistir, así que en lugar de eso, me di media vuelta y emprendí camino hacia los viñedos en busca de Hugo.
Lo encontré unos quince minutos después, revisando las cestas de los recolectores; al verme me saludó con la mano y me hizo gestos para que me acercara a ellos.
“Buen día, muchachos… ¿Cómo va todo?”
Saludé ante la mirada sorprendida de los recolectores.
“Pues véalo usted mismo” respondió Hugo señalando hacia la cesta que tenía en frente. “Ni los alemanes producen uvas así, digan lo que digan, ninguna riesling será jamás mejor que la que cosechamos nosotros, Emmett… No importa cuánto lo intenten, ni los medios que quieran utilizar”
Algo en su comentario, en su tono, me hizo creer que aquel comentario venía con una intención, y no era solo alabar nuestra cosecha.
“¿Hay algún tonto intentándolo?” pregunté con una sonrisa cínica, mirando de reojo al recolector, pero él no parecía estar enterado del tono que estaba tomando la conversación.
“Hay quienes creen que vivir entre vides le hacen grandes conocedores… Tontos pretenciosos” Hugo no me miró, siguió evaluando las uvas en la canasta, pero entonces entendí que era momento de quedarnos a solas.
“Quizás no son tan tontos como creemos”
Hugo ladeó la cabeza de un lado a otro y se puso de pie.
“Lleva el lote al camión, Iker; seguiremos con la charla luego”
El joven cargó la pesada cesta sobre su hombro y se alejó de nosotros; cuando por fin estuvimos a solas abrí la boca para hablar, pero Hugo se adelantó.
“Con relación a los que no son tan tontos como creemos… ¿Ves al moreno de barba desaliñada que está a cinco pasos a mi espalda?” preguntó, amagando con limpiar sus botas.
Miré sobre su hombro y vi a quien se refería, y no me gustó nada ver que ni siquiera cuando le miré directamente apartó la vista.
“Parece muy atento a lo que hacemos”
“Sí, es un niñato entrometido y bocón, pero sabe sacarle provecho a lo que oye” Hugo me miró con una mueca y comprendí que aquel muchacho era informante de Damien.
“¿Por qué le pagarían por eso?” pregunté mientras seguía a Hugo hacia el Jeep en el que recorría los viñedos.
“Tu hermano no tiene muchos leales en nuestras filas, menos desde que yo llegué al cargo”
“¿Aquí también hay bandos?”
“En todos lados los hay”
Alzó una ceja en señal de que era algo obvio.
“¿Qué quisiste decir con lo de las Riesling?” pregunté frunciendo el ceño.
“Damien ha mostrado mucho interés en el cuidado de las cosechas, quiere tips sobre cómo y cuándo hacer el despunte, sobre la poda, el riego… y eso no estaría mal si yo realmente me creyera que quiere mejorar en su trabajo”
“¿Y por qué estás tan seguro de que no?”
Seguía con el ceño fruncido, sin entender del todo qué era lo que me intentaba decir.
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