La boda del heredero -
Capítulo 76
Capítulo 76:
Emmett cerró el capó del auto luego de revisarle el motor y que todo estuviera en orden, todo parecía estar listo para su partida, mientras yo seguía sintiendo el corazón en la boca del estómago… estaba muerta de miedo y eso debía notarse, porque cuando miró hasta la entrada, donde yo estaba de pie observándole, con Elliott en brazos, suspiró y empezó a acercarse.
“¿Puedes quitar ya esa expresión?” me pidió, mientras tomaba al niño en brazos; pero eligió muy mal sus palabras.
Puse los brazos en jarra para confrontarlo.
“No, no la voy a quitar, ¿No te parece que la situación lo amerita?”
“Hablas como si estuviese cruzando la autopista con los ojos vendados” reprochó tomando mis manos entre las suyas.
“El doctor dijo que está bien, que ya es tiempo, que física y emocionalmente estoy preparado para volver hacerlo, en realidad… Tener amnesia está jugando a mi favor en este caso, porque como no recuerdo qué pasó… No tengo traumas sobre ello, que es lo que suele ocurrir con otras personas. Él asegura que conducir no debería causarme ningún problema”
“¡¿Y qué diablos va a saber el doctor?! Él no fue quien casi muere o quien casi pierde a su esposo” refunfuñé al borde del llanto, controlándome solo porque la expresión asustada de Elliott me hizo sentir culpable.
“Entiendo que quieras volver a conducir, lo entiendo… También quiero que recuperes tu independencia, pero… ¿Conducir hasta Obernai, Emmett? Vas a tomar el volante por primera vez luego de que casi mueres en un accidente automovilístico, ¿Y lo primero que vas a hacer es tomar carretera? Y no solo eso, sino que ¡la maldita carretera en la que casi te matas! ¿Es en serio?”
Respiró profundo y tomó mi rostro entre sus manos, mirándome fijamente a los ojos.
“Arina… Todo va a estar bien, no iré a mucha velocidad, mantendré el GPS encendido en todo momento, pararé si debo parar; y te llamaré tan pronto como llegue a Obernai, y si siento que es demasiado abrumador para mí entonces hablaré con alguien para que me traiga a la ciudad, ¿De acuerdo? Ya, cálmate”
“¡¿Calmarme?! ¿No puedes entender que estoy muerta de miedo? ¿Y si te pasa algo?” exclamé con desesperación.
“No pasará nada, te lo prometo. Esta noche volveremos a estar juntos y todo va a estar bien” aseguró con firmeza.
Quería creerle, quería tener la confianza de que nada malo nos pasaría otra vez, pero la vida me había demostrado tantas veces que las cosas malas no siempre le pasan a las personas malas, que no podía simplemente apagar mis miedos como él me lo pedía.
“¿Y qué tienes que hacer en Obernai, eh? ¿Por qué es tan urgente ir hoy?” pregunté, aún sin entender, que él pareciera tajante al responder… no me inspiró confianza.
“Cosas sobre los viñedos, necesito corroborar algunos datos que me pasó Giselle, y debo hacerlo en el pueblo” respondió sin dar más detalles.
Lo miré en silencio unos segundos, no me gustaba que me mintiera, y eso era justo lo que creía que estaba haciendo, pero por otro lado, yo tampoco le contaba todo lo que tenía en mente, y tampoco quería crear conflictos justo ahora que todo parecía empezar a ir realmente bien entre nosotros.
“De acuerdo, pero prométeme que serás muy cuidadoso”
Accedí a regañadientes; él me sonrió y pegó su frente a la mía, pero ambos reímos cuando Elliott puso sus manitas sobre nuestros rostros.
“Bien, campeón… Es hora de ir un minuto a la carriola” dijo mientras se inclinaba para sentar a Elliott y luego incorporarse frente a mí, con su rostro a una pulgada del mío.
“Te juro que tendré cuidado”
Sentía su respiración contra la mía, embriagándome como siempre antes que se inclinara un poco más y uniera sus labios a los míos en un beso lento pero apasionado.
Su lengua se abrió camino entre mis labios y de pronto estábamos envueltos en un abrazo fiero… cómo si pensáramos que sería el último.
“Quizás debamos dejar esto para más tarde, ahora no es el momento, ¿No crees?” susurró cuando me pegué más a su cuerpo, en tensión por la excitación.
Di un paso atrás y me mordí el labio sonriendo viendo cómo se arreglaba la camisa… Ahora tenía incluso menos ganas de dejarlo ir.
‘Pero tengo qué’, me dije a mí misma con pesar.
“De acuerdo, nos veremos más tarde… Promete que te cuidarás”
“Lo haré… Te amo”
Sonreí inevitablemente, era el segundo día después de nuestro momento de confesiones, pero aún se me hacía increíble escucharle decir aquello.
“Yo también te amo” logré decir antes que él se alejara camino al auto.
Le vi subir y poner el motor en marcha, y solo cuando vi el auto desaparecer al doblar la esquina, fue que comprendí que había estado conteniendo la respiración.
Di un último suspiro, tomé la carriola y me di la vuelta para entrar a la casa, debía terminar de alistar todo para llevarlo a la guardería e ir a trabajar.
…
Una hora después las puertas del elevador se abrían y entraba a las oficinas de Lefev’s.
Saludé a quienes me topé por el camino y cuando llegué a la puerta de mi oficina fui recibida por una Alicia muy nerviosa.
“Hola, Alicia… ¿Qué pasa?” pregunté cuando se apresuró hacia mí.
“Señora Irina, qué bueno que llega, el…”
Logró decir antes de que Damien se acercara a nosotros como un demonio de Tasmania.
“Por fin llegas, jodida metiche”, gruñó sin decoro frente a mi puerta, escandalizando aún más a la pobre mujer, a quien miré con indulgencia.
“Yo manejo todo desde aquí, Alicia”
Ella asintió y se marchó con la tez tan pálida como un papel.
Me tomé mi tiempo para abrir la puerta, entrar y acomodarme tras mi escritorio, pero no había terminado de sentarme cuando él se apoyó contra la madera y me miró furioso.
“¡¿Para qué mierdas le fuiste con el chisme a Nadine?!”
Lanzó sin preámbulos, no me extrañaba que lo hiciera, no contaba con que aquella arpía me guardara el secreto.
El sentimiento de culpa que sentí unos días atrás luego de hablar con ella se esfumó viendo el rostro de este malnacido frente a mí.
“Bueno, como le dije a ella… Las mujeres debemos cuidarnos las espaldas”
Me encogí de hombros.
“Si tú quieres ir por ahí follándote a cada mujer de Francia, es tu asunto, pero si así como follas vas a embarazar… Creo que es asunto de todos, porque uno: Nadine es de la familia” comenté con aire teatral… ambos sabíamos que eso me importaba una m!erda.
“Y dos: porque Giselle es de la plantilla de la empresa, Damien… Embarazarla estaría muy mal”
Al notar el tono burlón en mis palabras, Damien enfureció más, al punto de golpear el escritorio con expresión iracunda.
“Eres una jodida z%rra, ¿Qué pasa? ¿Emmett no te es suficiente que andas buscando en mí lo que él no te da?”
Dejé salir una sonora carcajada.
“Cristo… ¿En serio crees que hay algo en lo que tú superes a Emmett? Vamos, Damien… Hasta tu madre sabe que no es así, por eso siempre te apaña todo… sin su apoyo, serías incluso más fracasado”
“Ya…” murmuró con cinismo.
“¿Entonces por qué haces todo esto? ¿Qué ganas?”
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