La boda del heredero -
Capítulo 56
Capítulo 56:
“¡M!erda!”, se quejó, cerrando sus ojos con fuerza.
“Dime qué pasa”.
“¿Fue aquí, cierto? Dios… Recuerdo que estaba tan enojado… Quería matarlo, debí hacerlo”.
“¿De qué hablas, Emmett?”, insistí, confundida, mientras él se incorporaba poco a poco y abría los ojos para mirarme.
“Fue aquí donde te encontré luego de que Damien te traicionara, estabas ahí llorando tirada en el suelo, ¿Cierto?”.
Mis ojos se abrieron de par en par al oírlo y mi corazón se aceleró, porque sí había sido ahí.
“¿Recuerdas lo que pasó?”, pregunté anonadada mientras él se incorporaba, aún con una mano en la frente.
“Eso creo, algo al menos”.
“¿Qué quieres decir?”.
“No recuerdo qué hacía antes, o qué hice después, pero eso… creo que lo recuerdo, y recuerdo que estaba furioso”.
“¿Quieres decirme qué recuerdas?”, le pedí en un susurro, tomándolo del brazo y caminando hacia el Jeep.
“Recuerdo verte llegar, tenías un vestido celeste con un lazo a la cintura; te veías como un jodido ángel… No te merecías ver lo que viste, pero tampoco quise interferir, sentí que no debía hacerlo”.
Tan pronto como aquellas palabras salieron de su boca me quedé en shock.
“Aguarda… ¿Tú sabías que Damien estaba ahí con Nadine?”, pregunté con un hilo de voz.
Él me miró fijamente y asintió.
“Sí, no sé cómo o por qué, pero en mi mente tengo esta imagen…Verte llegar y entrar a la bodega, yo sabía lo que te ibas a encontrar, sabía que podía llamarte y evitar que entraras pero no quise hacerlo…”.
“¿Dónde estabas?”, seguí preguntando sin saber cómo sentirme al respecto.
“Ahí, es donde solía aparcar siempre que venía a las bodegas, pero no logro recordar a qué vine ese día. Solo te veo entrar y luego, un rato después, salir… tenías el rostro cubierto de lágrimas… lo odié por eso, pero… sentí que era hora de que…”.
“¿Hora de qué?”.
“Que descubrieras la verdad”.
“¿No era la primera vez que se acostaba con Nadine?”, pregunté, aunque en el fondo eso ya no me dolía.
“No lo sé, pero lo hacía con otras, y tú seguías enamorada de él, sin ver quién era en realidad… Nunca sentí tanta impotencia en mi vida”.
Emmett cerró los ojos y tensó la mandíbula.
“¿Por qué te afectaba tanto?”.
Mi pregunta le hizo mirarme nuevamente, pero tras unos minutos empezó a sacudir la cabeza.
“Era frustrante verte tan inocente en manos del espíritu dañino que es Damien, sabía que él te destruiría eventualmente, y yo solo quise… salvarte”, se encogió de hombros y yo me llevé una mano a la boca, avergonzada de alguna vez haberme visto tan patética ante sus ojos.
“Pero cuando te vi salir llorando, no me sentí tan bien como pensé que lo haría… yo… me sentí culpable”.
“No lo eras, en absoluto”, le aseguré torciendo los labios, controlando las ganas de llorar.
“Yo sentí que sí, y sé que al verte correr decidí seguirte, me puse nervioso de que pudieras hacer algo… tonto. Te encontré poco después, tirada en el suelo… Eso me hizo sentir peor, responsable por lo que había pasado”.
Emmett suspiró y siguió torciendo el gesto, cómo si el recuerdo le desagradara… Y entonces mis propios recuerdos empezaron a volver:
“¿Estás bromeando?”, le había preguntado luego de que insinuara que podríamos casarnos.
“No, y no me mires como si hubiese enloquecido”, respondió él entornando los ojos, un gesto que me hizo verle como una persona normal y no aquel hombre distante que siempre había sido.
“¿Cómo quieres que te mire luego de decir eso, Emmett? ¿Casarnos? ¿¿Tú y yo??”.
“Yo le veo mucho sentido… Yo podría cumplir con el requerimiento de mi padre, para seguir a cargo de la empresa, que es lo que necesito… Jamás dejaré que Damien ponga una mano encima a la presidencia de la empresa; y tú… Puedes vengarte de él”.
“Pero yo no quiero vengarme de él”, le había asegurado, aunque en el fondo no estaba segura de eso.
“Pues entonces solo ayúdame, ya él te dijo cómo funciona… Estoy a nada de perder la empresa por una tonta cláusula de mi padre y…”.
“¿Por qué no te has casado?”, pregunté frunciendo el ceño.
“Eres un hombre atractivo y… Eres millonario, Emmett, prácticamente eres el amo de este lado del país… ¿Cómo es que no tienes miles de mujeres tras tus pasos?”.
Él apartó la mirada y suspiró.
“Si las hay, pero no voy a casarme con ellas para solventar este problema y luego tener que lidiar con alguien que está intentando sacarme todo el dinero que puede con un acuerdo de divorcio absurdo”.
“¿Nos divorciaríamos?”, pregunté, sintiéndome algo tonta cuando él empezó a asentir.
“Podemos hacerlo… Podemos llegar a un acuerdo en el que ambos salgamos beneficiados”.
La cautela en su voz me hizo sonreír, era como si algo de aquel punto le incomodara.
“¿Cómo sabes que yo no te voy a quitar hasta el último centavo? Me estás confesando todo, lo que planteas en teoría es un fraude… ¿Por qué exponerte ante mí?”.
“Porque sé que el dinero no es tu motivación principal”.
“Oh, eso sí me sorprende… Creí que todos ustedes me creían una cazafortunas”.
“Pues yo no, pero eso no significa que no pueda ofrecerte algo a cambio”.
Aquello me hizo alzar una ceja.
“¿Piensas pagarme para que me case contigo?”.
“Pienso ofrecerte una mejor vida, obviamente… Tú padre dijo que estabas estudiando a medio tiempo, para trabajar y conseguir dinero… Conmigo no tendrías que hacerlo, si nos casamos mi dinero será tu dinero. Te he escuchado hablar sobre la casa de tu padre… puedes disponer para arreglarla si gustas”.
Yo me había quedado en silencio, no podía negar que tener apoyo económico de un Lefebvre haría todo mucho más sencillo, pero sabía que con el tiempo terminaría resentida por eso.
“Al final sentiría que mis logros te los debo a ti”, dije en voz alta, y él asintió antes de hablar.
“Así como yo te debería poder mantener mi puesto”, lo miré fijamente mientras se encogía de hombros.
“Sin ti lo perderé todo, eres mi salvavidas en esto… ¿Por qué no puedo ayudarte del mismo modo? Una vez mi padre me dijo que el orgullo no siempre nos lleva por el buen camino”.
“Vale, pero… ¿Y mi reputación qué? Me repudiaran por dejar a un hermano para irme con el otro”.
“Jamás dejaré que nadie te dañe, Irina. Serías mi mujer y quién no te respete… Sufrirá las consecuencias. Además, podemos crear una historia… Decir que había sentimientos entre nosotros, que luego de que te vieras librada de Damien… Decidimos apostarlo todo a lo que sentíamos”.
“Nadie se va a creer eso, Emmett”.
“Lo creerán si actuamos de esa forma. Y no hay motivos para pensar que no pueda funcionar si ambos ponemos de nuestra parte”, había asegurado, como si ya lo tuviese todo planeado.
Cómo él lo decía, todo parecía bastante sencillo.
“Casarnos…”, murmuré, había dicho que no quería venganza, pero en el fondo sí la quería.
Necesitaba herir a Damien del mismo modo, y sabía que si me casaba con su hermano y le arrebataba sus chances de hacerse con el poder lo lograría, pero…
¿Realmente podría estar casada con Emmett?
“¿Y qué pasa si lo odiamos?… Estar juntos”.
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