La boda del heredero -
Capítulo 55
Capítulo 55:
“Luego del ruido del bar… pensé que el silencio de los viñedos podría bajar nuestras pulsaciones antes de ir a dormir”.
“Ah…”, alcancé a decir, algo decepcionada.
Los Viñedos Lefebvre siempre habían sido un lugar como sacado de un cuento de hadas…
Tan perfectos que habían sido pintados una y otra vez por varios artistas; el manto nocturno le daba un aire romántico, y pese a que estábamos al aire se sentía una intimidad envidiable ahí… La parte ilusa de mí había querido creer que lo planeó así para algo más.
Con la desilusión invadiéndome poco a poco seguí avanzando; pero no había dado ni dos pasos cuando él tomó de mi mano y haló de mí, pegándome a él, haciendo que nuestras frentes quedaran una contra la otra.
“Vale, admito que tal vez mis intenciones no fueron del todo nobles… ¿Eso te molesta?”, susurró mientras su aliento parecía devolverme a la vida aunque no sabía que lo necesitara.
“No, para nada… Solo me sorprende un poco”, logré decir antes de que su boca se encontrará con la mía, en un roce ligero y provocador.
“¿Te sorprende que quiera estar contigo?”.
“Me sorprende que me lo hagas saber”.
Le vi fruncir el ceño y me mordí el labio antes de explicarle.
“Es que… antes, ya sabes… antes del accidente; no eras así, no me decías cosas como ‘quiero tenerte’, ni planeabas salidas como estas, ¿Me entiendes?”.
“¿No lo hacía?”.
Negué en silencio.
“¿Por qué crees que era eso?”.
“Ni idea, quizás no te atraía tanto… No lo sé”.
“No, dudo que fuese por eso”.
“¿Cómo estás tan seguro?”.
“Porque ningún hombre en su sano juicio puede tenerte a diario junto a él y no desearte con locura… Pienso en ti a cada instante”.
Sus labios viajaron hasta mi cuello y me besaron con pausa, dejando una estela húmeda que parecía arder como el infierno…
En un maravilloso buen sentido.
Me sujeté de sus brazos y jadeé de placer; una parte de mí insistía en recalcar el hecho de que estábamos al aire libre y que existía la posibilidad de que alguien nos encontrara, pero había otra parte que sentía que moriría si él se apartaba de mí.
Nos mantuvimos así, abrazados en medio de la noche, entre el susurro de las vides batiéndose por el viento.
Sus manos se deslizaron por mi espalda para detenerse en mi trasero, donde posó ambas y me presionó hasta hacerme notar su dureza.
Agradecí entonces haber elegido aquel vestido holgado en lugar del jean que pensé por un instante, porque cuando deslizó una de sus manos bajo mi falda, mi cuerpo se sacudió en un temblor de anticipación que amenazó con tumbarme al suelo; pero luego una corriente de aire frío me azotó el trasero, haciéndome dar un respingo que nos hizo reír a ambos.
“Hace frio, quizás debamos ir a otro sitio. Aquí alguien puede vernos, ¿Qué van a decir?”, comenté entre jadeos mientras él me tomaba de la cintura con un brazo y con su otra mano se abría camino bajo el elástico de mis bragas.
“¿Eso quieres?”, susurró besando la zona bajo mi oreja.
“¿Quieres que vayamos a una cama, porque así es mucho más honorable? ¿Hm? Yo quiero quedarme… Hace años que sueño con hacerte el amor aquí”.
Por un momento sus palabras hicieron ruido en mi cabeza… ¿Años? Tenía que estar hablando en sentido figurado, pero incluso así… ¿Realmente había llegado a tener fantasías conmigo?
Pero todo eso quedó en el olvido cuando sus dedos se hundieron en mi interior con una facilidad que nos hizo g$mir a ambos, y entonces todo salvo nosotros desapareció.
Emmett me sujetó con fuerza mientras seguía torturándome con sus dedos… debilitando mis piernas, no tenía otro apoyo más que su cuerpo, y antes de darme cuenta estábamos cayendo al suelo. Él se detuvo un momento para quitarse el abrigo y dejarlo sobre el suelo para que yo pudiera acostarme.
Cuando estuve ahí, me deleité viéndole quitarse el suéter, dejando su torso expuesto para mí, me pareció curioso que aunque antes, su cuerpo definido era una de las cosas que me enloquecían de él, ahora que no estaba tan tonificado, seguía pareciéndome se%y… seguía provocándome punzadas de deseo en el v!entre.
Él se inclinó hacia mí y me subió el vestido hasta la cintura antes de empezar a tirar de mi ropa interior.
Tenía toda la razón.
Aquella no era una situación para nada honorable, pero eso me importó muy poco cuando tuve su boca y su lengua sobre mi carne sensible, acariciándome hasta la locura.
G$mí sin decoro, y mi espalda se arqueaba cada vez que sentía que el placer me partiría en dos; Emmett siempre había sido un amante extraordinario y de algún modo supo desde el comienzo cómo tocarme…
La parte más romántica de mí intentaba convencerse de que quizás era cosa del destino, y en los momentos en los que él parecía saber lo que necesitaba, incluso más que yo… reafirmaba esa teoría.
Un ejemplo de ello, fue en ese instante, cuando teniéndome al borde del orgasmo, él detuvo las caricias de su lengua y se alejó, pero antes de poder reaccionar, me instó a incorporarme y ponerme de rodillas, haciendo que mi cuerpo lo invadiera una oleada de lujuria al comprender lo que quería hacer…Yo no sabía que necesitaba tenerlo así, pero él supo deducirlo por ambos.
No hubo palabras, solo sentí sus manos deslizarse de mis caderas a mi cintura y sujetarme con fuerza para luego hundirse en mí.
Un grito ahogado escapó de mi garganta y se oyó viajar a lo lejos de aquella tierra, la libertad que sentí mientras su cuerpo se estampaba contra el mío de aquella forma tan salvaje jamás la había experimentado, pero supe que me haría adicta a ella.
Emmett gruñía mientras seguía tomándome desenfrenado, era la primera vez que me tomaba de aquella forma y lo único en lo que podía pensar era en que no quería que se detuviera nunca. Pero mi cuerpo sensible y completamente a su merced, no podía resistirlo mucho más.
Mis jadeos empezaron a hacerse más constantes cuando la tensión en mi v!entre se volvió insoportable, y aunque traté controlarme… Los temblores de su cuerpo en mi interior terminaron de derrumbar mi autocontrol.
Sentí su cuerpo caer sobre el mío, mientras él recuperaba el aliento.
Se dejó caer hacia un lado y estuvo de espalda contra en suelo, jadeante y sudoroso, abriendo sus brazos para que yo me acomodara en ellos y así nos mantuvimos, viendo las estrellas mientras nuestros cuerpos seguían sumidos en los efectos del clímax.
Él y yo hablábamos poco durante el se%o, y esa vez fue diferente, porque mientras sus dedos se deslizaban por la piel de mi brazo en lentas y tiernas caricias, pude oír su susurro antes de que escapara entre el viento:
“Me encantas”, murmuró con una sonrisa, aún le costaba respirar.
“Soy toda tuya”, respondí en una oleada de sinceridad, besando su hombro.
Era así, aún había mucho que decir entre nosotros, pero tenía muy claro que jamás nadie me haría sentir igual, Emmett solo tenía que tocarme para hacerme olvidar de todo, seguiría siendo suya incluso si algún día dejaba de serlo; mis palabras parecieron gustarle, porque sonrió y sus caricias se volvieron más intensas.
No supe cuánto tiempo pasamos así, pero cuando él dijo que era hora de irnos nos levantamos y él me sostuvo, sin borrar la sonrisa de su rostro, mientras yo maniobraba para ponerme la ropa interior otra vez.
Volvimos al sendero y todo parecía ir bien, pero cuando faltaban unos cuantos pies para llegar al Jeep, él se detuvo y miró hacia el sendero que llevaba a las bodegas, miró en esa dirección unos segundos y luego lanzó un gruñido de dolor, perdiendo el equilibrio y llevándose ambas manos a la cabeza.
“¿Qué ocurre?”, exclamé preocupada, corriendo hacia él.
.
.
.
Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Reportar