La boda del heredero
Capítulo 51

Capítulo 51:

“No, yo… debo hacer algunas cosas en las bodegas, nos veremos para la cena”, respondí, nuevamente mucho más calmado de lo que esperé, y sin decir nada más salí de la casa.

En otros tiempos hubiese tomado el Jeep y hubiese conducido, pero ahora solo me quedaba caminar y esperar que aquello ayudará a calmar mis pulsaciones.

A medida que avanzaba iba pensando en lo que me había dicho Damien; no era estúpido, sabía que a mi hermano no le movían más que las malas intenciones, pero no iba a decirme que Hugo Varane era ahora capataz si no fuese cierto, y si era cierto…

¿Realmente sería algo conflictivo?

Sabía que la forma de comprobarlo era preguntar o revisar los estados de cuenta, pero una voz en mi interior se negaba a hacerlo, me advertía que todo se iría a la m!erda… Seguía sin saber realmente cómo había terminado casado con Irina, pero no quería arruinarlo.

“Maldita sea”, gruñí, deteniéndome frente a los sembradíos.

Aquellas hileras de vides en las que tantas veces me detuve a conversar con mi padre, me llamaban de una paz indescriptible, y al igual que entonces…

Me hubiese gustado tener su consejo en esta situación.

“Me gustaría que me dijeras qué hacer”, murmuré, esperando que donde quiera que estuviese me estuviera escuchando.

“¿Emmett?”, di un respingo y me giré para toparme con un rostro familiar.

“Caspian, ¿Cómo vas, hombre?”.

“Trabajando arduamente, como siempre”.

Le vi encogerse de hombros.

“No serías tú si no lo hicieras”.

Caspian Durand era un hombre trabajador, de mi edad, un tipo listo y con mucho potencial académico, pero él no había nacido en cuna de oro, cuando su padre los dejó tuvo que dejar la escuela para trabajar y ayudar a su madre y sus tres hermanos.

Era un trabajador ejemplar y de confianza en las bodegas, y un gran amigo durante mi juventud en Obernai.

“Me alegra verte otra vez, ¿Viniste para el cumpleaños de la Señora Gioconda, no?”.

“Sí, pero francamente prefiero estar aquí”, respondí resoplando.

“Como siempre ha sido… nada nuevo, tú siempre has sido más nuestro que de ellos, igual que tú padre”.

Me dedicó una sonrisa, y aquel comentario me hizo sentir bien; al menos sabía que no me consideraban igual a mi mezquina y pretenciosa familia.

“La verdad es que siempre me sentí mejor con ustedes que con ellos”.

“Por eso te cásate con una de las nuestras, ¿No?”.

“Supongo”, respondí sonriendo.

“Bueno, si el asunto no resulta tan interesante, la invitación está abierta para el bar del pueblo está noche… Simone cumple ochenta años y los hijos echarán la casa por la ventana”.

“De acuerdo, lo tendré en cuenta”, respondí con aire perdido, mirando hacia las vides.

“¿Qué tal está la cosecha está temporada?”-

“Mejorando, el año pasado fue rudo, pero Hugo llamó a unos especialistas, se cambiaron los pesticidas, y se mejoraron los nutrientes… Fue una decisión acertada”.

“¿Hugo está haciendo un buen trabajo?”, pregunté, aprovechando que él había sacado el tema.

“Excelente, Adrien estaba en lo cierto… fue bueno que le hiciéramos caso”.

“¿Adrien?”, pregunté intrigado.

“Sí, cuando tú hermano despidió a Albert y llamó al otro sujeto, Adrien vino y habló con nosotros, dijo que teníamos que proponer a alguien, que lo mejor era que el cargo lo tuviera alguien de confianza… Obvio todos pensamos en Hugo, lo hablamos con Irina, ella dijo que no se vería bien proponer a su propio padre pero al final lo lograron… todo ha ido mejor desde que él está a cargo”.

Respiré profundo, en parte aliviado y en parte furioso. No me sorprendía nada que Damien hubiese contado una verdad a medias, pero que mamá le apoyara en eso… justo cuando lo creía que no podían decepcionarme más… sacaban algo lo así.

Y por otro lado estaba aliviado de no haberle reclamado nada a Irina, si lo que decía Caspian era cierto, habría arruinado todo lo que habíamos logrado en la semana.

“Vale… Te oí fuerte y claro”, susurré, queriendo creer que mi padre sí me estaba mandando respuestas.

“¿Qué dices?”.

“Que tomaré tu palabra…Está noche iremos al bar del pueblo.

“Vamos, Elliott; solo te falta un poco”, repetí con cansancio, limpiando los restos de sopa de la silla.

“Pues yo no lo culpo si no quiere comer más, esa cosa se ve asquerosa”, comentó Paulette haciendo una mueca.

“¿Por qué no lo llevamos a McD%nalds más tarde?”.

“Es sopa de verduras, y es sano para él… no puede alimentarse de nuggets y papas fritas, necesito que coma sano”.

“Pues este niño hermoso no comerá verduras cuando esté al cuidado de su tía favorita, ¿Cierto, niño precioso?”.

“Hazlo y cuando tengas un hijo me encargaré de alimentarlo solo con golosinas”.

“Qué perversa eres”, respondió riendo.

“Y todo por una horrible sopa”.

“Además eres su única tía, no tienes que esforzarte tanto”.

“No, no… sé que Marie me hace una ruda competencia, y no soy su única tía, te recuerdo que Nadine…”.

“Nadine a duras penas se sabe el nombre del niño, Paulette… Esa mujer no es su tía”, reproché, enojándome al pensar en ella y recordar su amenaza sobre Emmett.

“Bueno… Eso no te lo discuto, la mujer tiene vinagre en vez de sangre”.

Ambas nos giramos al oír pasos a nuestra espalda, y mi corazón se aceleró un poco al ver a Emmett salir a la terraza donde nos encontrábamos.

Pero entonces se detuvo por unos segundos cuando vio a Elliott sonreír y estirar una de sus manos hacia él, a lo que Emmett respondió con una sonrisa y estirando su índice para que el niño lo rodeara.

Era alguna especie de saludo que habían adoptado en los ratos que convivieron esa semana, y aunque era solo un gesto, un simple saludo, para mí era muy importante.

“Hola, Pau”.

“Hola… Oí que la reunión con mamá estuvo fea… lo siento”, comentó la chica con gesto avergonzado.

“No es tu culpa, y realmente no me sorprendieron… No del todo, al menos”, le aseguró su hermano.

“Estaban muy molestos por lo del dinero, Nadine y Damien discutieron hace unas noches… Todo aquí ha sido caótico los últimos días”.

“¿Estás resentida conmigo por eso?”.

“No, yo… entiendo por qué lo haces”, se apresuró a decir ella.

“Pero no creo que ellos estén involucrados”.

Giré el rostro hacia el jardín para que no me vieran entornar los ojos, sentía que a veces Paulette pecaba de inocente…

O simplemente veía solo que lo quería ver.

“Eso es lo que espero, no estoy haciendo acusaciones, solo intento descubrir qué pasa, pero debo dejarles claro que yo soy quien está a cargo, incluso ahora que Damien e Irina comparten labores conmigo… sigo estando a cargo y mi palabra debe cumplirse… por todos”.

“Lo sé, algo similar me dijo Adrien la última vez que hablamos”.

El gesto pesaroso de Paulette me intrigó.

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