La boda del heredero
Capítulo 50

Capítulo 50:

“Asquerosa malna…”.

“Sí, sí…”, repetí sin dejarla terminar, retomando mi camino.

Me alejé de ella, pero aunque me mostré impermeable a su desborde de veneno, lo cierto es que sí logró sembrar zozobra en mí; Emmett y yo habíamos avanzado, sí, pero seguíamos pendiendo de un hilo, al menos eso sentía yo…

El se%o no da ninguna estabilidad, y estaba empezando a preocuparme de lo que podían inventar los Lefebvre ahora que se veían acorralados.

Respiré profundo y abrí la puerta del despacho de mi padre para acabar de una buena vez con aquella tontería.

“Al fin llegas”, exclamó mi madre incluso antes de que cerrará la puerta.

“Juliet me dijo que tuviste una actitud majadera con ella”.

Apreté los dientes al oír aquello, esa cizañosa mujer estaría con el trasero en la calle si de mí dependiera.

“No fui majadero, solo le dejé claro que vendría aquí cuando yo estuviera listo, no cuando tú lo exigieras. Creo que aquí han olvidado que soy un adulto al que ya nadie puede darle órdenes”.

“No me vengas con esas tonterías, Emmett, yo soy tu madre y debes acudir a mí cuando te lo pida”.

“Claro… Aquí estoy, ¿No? Pero tú lo has dicho, eres mi madre, no mi carcelaria o mi ama… Te advierto desde ahora que tus solicitudes en forma de órdenes no van a tener buen término conmigo”.

“Desde que te cásate con Irina has cambiado tanto”, me reprochó y yo solo pude pensar:

‘Gracias a Dios’.

“Creí que al despertar del coma… Todo sería diferente, que podríamos bajar la guardia un poco y volver a ser una familia unida, pero ahora te has empeñado en luchar contra nosotros”.

Se sentó en la silla, llevándose una mano al pecho con aire dramático… quizás demasiado para mí gusto.

“¿Con eso de que me he empeñado en luchar contra ustedes, te refieres a que intento descubrir quién diablos ha estado haciendo operaciones fraudulentas con el nombre de la empresa?”, pregunté alzando una ceja, ya sabía que aquello terminaría mal.

“¡Que no fuimos nosotros!”.

“Pues entonces no tienen nada que temer, no entiendo por qué seguimos teniendo esta discusión, mamá”.

“Porque sigues tomando medidas contra nosotros! ¡¡Congelaste las cuentas de tu hermano!!”.

“Lo hice porque él se niega a darme parte de sus gastos, toda la junta está en auditoría pero él sigue poniendo trabas, y es quien más dinero gasta y quién menos respuesta da… No estoy jugando, y si él quiere hacer el papel de rudo… le demostraré que no debe agotar mi paciencia”.

“Tú hermano tiene muchos gastos, Emmett y él…”.

“Y él puede hablar por sí solo, ¿Dónde está?”, pregunté, despreciándolo un poco más al ver que debía esconderse tras la falda de mamá para que luchara sus batallas por él… Papá estaría sumamente decepcionado de eso.

“Le pedí que no estuviera aquí, siento que ninguno de los dos va a saber controlarse y pueden terminar peleando y no quiero que mis hijos terminen así, por eso te pido que levantes esas restricciones y…”.

“Y nada, mamá”, la interrumpí.

“El bloqueo se queda hasta que él me dé explicaciones… Hasta que lo haga él mismo, de paso, porque no estamos en el jardín de niños, ya Damien es un hombre, que actúe como tal”.

En ese momento la puerta se abrió y Damien entró al despacho.

“¿Entonces ahora dices que no soy un hombre?”, preguntó en tono conflictivo.

“Dije exactamente lo que de seguro escuchaste tras la puerta, Damien… Y los fondos quedarán congelados hasta que no expliques todas esas operaciones en tu cuenta bancaria”.

“Vamos, hombre… Que Nadine tiene extensiones de mis tarjetas y siempre le estoy pasando dinero, ella viaja y gasta dinero en el exterior… Lo que hacen las mujeres. Hace unos meses fue a Venecia y ¿Yo qué voy a saber en qué gasta el dinero?”.

“Pues deberías, o al menos ve y pregúntale, pero no pienso levantar nada hasta que no me des respuestas convincentes. Porque Nadine no puede gastar sesenta mil euros en un viaje individual a Venecia y que eso pase desapercibido, ¿De acuerdo?”.

“¿A Irina también le tienes los fondos bloqueados?”, preguntó con desdén.

“No, ¿Y sabes por qué? porque, uno: sus montos no se acercan ni de chiste a lo que dices que se ha gastado Nadine; y dos: ella ya me dio razón de esas operaciones, que es lo único que estoy pidiendo de ti”.

“Pues claro que no los gasta, todo el dinero extra cae en la cuenta de su padre”, dijo en tono burlón.

“¿A qué te refieres?”.

“¿No te lo ha dicho?”.

Esta vez fue mamá quien habló, haciendo que me girara hacia ella.

“¿No me ha dicho qué? Déjense de rodeos”.

“Irina nombró a su padre capataz de los viñedos y hasta donde tengo entendido… el sueldo del hombre es superior a lo que ese cargo solía ser”.

Mamá entornó los ojos, su gesto daba a entender que debía saberlo.

“Pensando tal y como tú piensas… Esa sería una buena forma de ir sacando dinero, ¿No crees?”, siguió Damien con burlona sonrisa.

“Pero parece que ese detalle no te lo explicó cuando fue a darte parte por sus gastos, ¿No?”.

Me tragué las ganas de romperle la nariz en ese momento y solo le devolví una sonrisa similar antes de hablar.

“Este fin de semana te dejaré en paz, pero si para el final al final de la tarde no me has entregado el informe detallado que pedí… tú y tú mujer tendrán que aprender a vivir con tu sueldo de Lefev’s… cosa que para muchos es suficiente, pero se acabarían los derroches a los que están acostumbrados”.

Me hice a un lado y caminé hasta la puerta una vez más, pero al poner la mano en el pomo me giré hacia ellos nuevamente.

“Feliz cumpleaños, mamá; estoy seguro de que pasaremos una velada maravillosa”.

Salí del maldito despacho sintiendo que la furia me iba dominando poco a poco…

¿Por qué no sabía nada de eso?

¿De verdad Irina había usado su poder mientras yo no estuve para ascender a su padre? ¿Qué tan alto sería el salario de Hugo para que Damien hiciera esas acusaciones?

Odié el hecho de que aquello saliera a flote justo cuando todo parecía estar saliendo bien entre nosotros.

Parecíamos estar entrando en terreno seguro, no había palabras de amor ni nada parecido, pero al menos la relación había empezado a fluir, y lo cierto era que todos los sentimientos que me habían dominado en el pasado habían empezado a crecer incluso más.

En medio de toda aquella caótica situación me estaba enamorando más de Irina… No necesitaba sombras sobre eso.

“Hey, ¿Todo en orden?”, alcé la cabeza al llegar al salón y oír su voz, entonces toda la rabia se acumuló en mi garganta.

No sabía por qué exactamente, pero me sentía traicionado, sentía que había querido verme la cara de tonto, pero al mismo tiempo todo era demasiado confuso, y cuando la presión en mi garganta fue demasiada para soportarla… hablé.

“No, pero lo estará”.

Mis propias palabras me sorprendieron, inconscientemente había tomado la decisión de no confrontarla, aunque el ‘por qué’ aún no lo tenía claro.

“Vale… ¿Quieres ir a tomar un café y conversarlo?”, su tono amable y aquella maldita perfecta sonrisa que me aceleraba el corazón cada vez me hicieron molestar un poco más.

¿Sería todo parte de algún plan para engatusarme? ¿Toda esa semana había sido parte de eso?

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