La boda del heredero -
Capítulo 43
Capítulo 43:
“Puede que te espiara un par de veces”.
“¿Espiarme? ¿De qué hablas?”.
“Bueno… recuerdo que durante el funeral de tu padre, tú te mantuviste muy sereno, toda tu familia parecía destrozada, incluso Damien lloró, pero tú no… Tú estuviste atento a todo y de todos, y yo no podía dejar de verte y admirar esa entereza, no podía dejar de preguntarme cómo podías estar tan tranquilo, y entonces te fuiste del salón un momento… y yo te seguí”.
Ella bajó la cabeza y se ruborizó, mientras yo me tensaba, porque la única vez que me alejé de todos… no fue un momento agradable.
“Me viste”.
No fue una pregunta, pero ella asintió.
“¿Por qué me seguiste?”.
“Te juro que no lo sé, pero cuando te seguí hasta el garaje… Te vi llorar, se me rompió el corazón, ¿Sabes? Comprendí que te dolía tanto como a ellos, pero quizás pensaste que debías ser fuerte, y entonces me entristecí más”.
“¿Por qué?”.
“Porque nadie debería sentir que debe llorar solo”.
Se encogió de hombros e hizo una mueca.
“Así que me quedé”.
“¿Por qué?”, pregunté una vez más, pero ella solo se encogió de hombros.
Me sentía avergonzado y conmovido al mismo tiempo, aquel creí que había sido un momento privado, había llegado a mi límite y quise apartarme de todos para descargar mi dolor…
Que ella estuviera mirando se me hacía extraño, pero al mismo tiempo, de algún extraño modo, me conmovía su interés.
“Somos una pareja extraña, ¿No?”.
“Bastante… Pero dijiste que habían sido varias veces”, la miré con suspicacia, curioso de oír qué más había visto.
“Ah, sí… El día que tu familia hizo aquella fiesta para que nos casaramos como Dios manda, según ellos… Por alguna razón, invitaron a tu exnovia, y pues… Chloe no fue nada linda conmigo, obviamente, así que cuando en cierto momento de la noche te vi salir del salón con ella… enfurecí, y obvio que te seguí”.
Reí bajando la cabeza, el hecho de que me celara me encantaba.
“¿Viste algo interesante?”.
“Quedé satisfecha con lo que le dijiste, ella siguió molestando me un par de veces más, pero recordar lo que le dijiste me daba confianza para mandarla a la m!erda cada que lo intentaba”.
“¿No vas a decirme qué dije?”, pregunté alzando una ceja, ella sonrió y se sonrojó una vez más.
Pero cuando le vi intenciones de responder la puerta de la sala se abrió y Anna, mi secretaria apareció ante nosotros.
“Disculpe, Señor Lefebvre, pero el Señor Clark ya ha llamado dos veces”.
“Claro. Gracias, Anna; ya le devuelvo la llamada”, respondí un tanto molesto por la interrupción.
Pero había olvidado dónde estábamos… Tenía mucho por hacer.
“Supongo que es hora de volver al trabajo”, dijo ella con una mueca y yo asentí.
“Bueno… Nos veremos más tarde”.
“Seguro”, me levanté al mismo tiempo que ella.
Pero aunque lo intenté, no llegué para abrirle la puerta, ella tampoco esperó, solo siguió caminando hasta su oficina sin decir nada más.
Cuando estuve frente a mi escritorio, le indiqué a Anna que llamara a Clark y esperé hasta que se abrió la línea.
“¿Bueno?”.
Sonreí al oír la voz de mi viejo amigo.
“¿Will? Habla Emmett, ¿Cómo estás?”.
“¿Cómo voy a estar, hombre? Recibo una llamada y me dicen que el Señor Emmett Lefebvre me va a atender… Casi me desmayo”.
“Lo siento, hombre, sé que es muy tarde allá, pero estoy bien, no te preocupes… Aparentemente soy un milagro”.
“Ya lo creo que sí, hombre. Me alegro mucho por ti, la última vez que hablé con tu esposa la escuché tan agobiada… sentí mucha pena por ella”.
“Sí, fue un año duro para ella”.
“Espero que la estés recompensando bien por el tiempo perdido”, dijo a forma de chiste.
“Ehm… pues yo también espero estar haciéndolo bien”.
Su característica risita se escuchó al otro lado de la línea.
“Oye, Will sé que ya en California las oficinas están cerradas, pero necesitaba consultar algo contigo, sobre los costos de la Riesling en los últimos dos años”.
“Ehm, tendrías que esperar a mañana, no tengo nada de eso aquí”.
“No tengo ningún problema, me ayudarías mucho”.
“¿Y a qué se debe ese pedido?”.
“Bueno… Es que creo que tenemos una falla en nuestros costos y… quería verificar”.
Decidí decir aquello para no entrar en detalle.
Había descubierto que en ese último año se había vendido un lote de Riesling en lugar de emplearlos nosotros mismos…
Y que los costos que se manejaban eran exorbitantes…
Necesitaba poner atención a eso, no solo era estúpido vender nuestras cosechas a la competencia, sino que se vendían a sobreprecio, algo no me olía nada bien.
“Seguro, tan pronto regrese a la oficina te envío eso”, respondió él.
La conversación se extendió unos minutos más, Will había sido mi jefe durante mi estadía en California y se volvió un gran amigo, era grato saber de él.
Pero justo cuando colgaba la llamada, me llegaba un correo de Irina.
En el motivo decía:
[Resumen de cuentas].
Al abrirlo vi que había unas imágenes adjuntas, pero también había una extensa descripción en donde decía en qué había gastado el dinero que se le resaltó en sus estados de cuenta:
Un apartamento en París, remodelaciones de la casa de su padre, un depósito bancario para el fondo universitario de Elliott y la cuota inicial para un local en el centro de Estrasburgo…
Este último me llamó la atención, porque venía con una nota que decía:
[Esto fue idea tuya].
Suspiré al leer todo el correo, ya me había dicho que compró el apartamento en París recientemente, pero había tantas cosas que no sabía de la vida de Irina…
Ella tenía toda la razón.
Éramos una pareja muy extraña, y no sabía qué tanta culpa tenía la amnesia de eso.
Recordé la conversación que tuvimos en la sala de juntas y pensé que sería agradable que todas nuestras charlas fuesen así.
‘Pero para eso alguien debe dar el primer paso’, pensé, apoyando dedos en la sien.
Y tras meditarlo un minuto decidí llamarla.
“¿Bueno?”.
“¿Te gustaría que saliéramos hoy a cenar?”, pregunté, ansioso por saber su respuesta.
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