La boda del heredero -
Capítulo 37
Capítulo 37:
“Y no sé exactamente qué está haciendo Emmett con Charlotte, pero de seguro no es eso que con tan mala intención vienes a sembrar en mi cabeza”.
Lo miré con reproche, al tiempo que él se hacía el ofendido.
“No vengo a sembrar nada en tu cabeza, querida; solo creí que necesitabas saber lo que estaba pasando, pues todo ha estado tan tranquilo… que supuse que esos encuentros se estaban haciendo a tu espalda. Pero… cómo sea, si realmente no te interesa… bien por ti”, se encogió de hombros y empezó a darse la vuelta.
“Pero el reporte debes buscarlo tú, ¿De acuerdo? Se supone que aquí cada quien tiene una función”.
“Una motivación altruista de tu parte… yo me encargo, descuida, tendrás esos informes en unos minutos”, murmuré entre dientes al tiempo que él salía de la oficina.
Mientras lo veía alejarse iba maldiciendo su existencia; comprendiendo perfectamente lo que él fue hasta mi oficina buscando sembrar desconfianza en mi cabeza.
Pero saberlo no evitó que tuviera éxito, porque aunque sus malas intenciones eran evidentes… la información que manejaba podía ser completamente verdadera. Emmett sí tenía informes contables en su poder y esos solo pudo haberlos sacado con ayuda de aquella condenada mujer.
Procuré no hacer nada, quedarme tranquila y no reaccionar, pero la determinación me duró solamente cinco minutos.
Luego de eso me estaba poniendo de pie y saliendo de mi oficina con dirección a la de Charlotte, y para mí absoluta consternación, y disparando mi tensión a niveles peligrosos…
Encontré a Emmett en el lugar.
Toqué un par de veces la puerta con los nudillos, estaba abierta de par en par y se podía ver sin ningún problema a Emmett inclinado sobre el hombro de la mujer, ambos mirando hacia el ordenador, pero ella, claro, sonreía como si estuviesen en plena cena de aniversario.
Ambos voltearon a verme de inmediato, en Charlotte desapareció la sonrisa, Emmett solo frunció ligeramente el ceño.
“Irina”, dijo él, y aunque no había entonado una pregunta, sabía que esperaba una respuesta.
Pero en ese momento me valía madres lo que él quisiera.
Le ignoré intencionalmente y fijé mi vista en la mujer.
“Charlotte, necesito el informe trimestral… Para ayer”.
“Ah, sí, claro… Dame un momento y te lo consigo”, empezó a responder ella buscando entre los archivos de su ordenador.
“Búscalo y llévalo hasta mi oficina”, ordené, dejándole claro que no esperaría por ella.
“Seguro, yo…”.
Me di la vuelta mientras ella hablaba y salí de la oficina de inmediato, me importaba poco lo que tuviera para decirme.
Maldije una vez más a Damien, de seguro él sabía que Emmett estaba ahí, por eso fue a pedirme aquel maldito informe, y maldije mucho más haber caído en su jodida trampa aunque ya lo sabía.
Hecha una furia, en lugar de ir hasta mi escritorio, decidí desviarme hasta la oficina de mi cuñado, entré sin tocar, y él pareció complacido con mi llegada.
“¿No que no ibas a traerme el informe?”.
“¿Hay algo dentro de ti que no sea miseria y malas intenciones?”, gruñí apoyando las manos en su escritorio.
Verle sonreír me hizo querer sacarle los ojos justo en ese instante.
“Un par de cosas… lo sabes, pero ¿A qué debo la agresividad? Deberías estar agradecida conmigo, te di la oportunidad de ir a dar un vistazo”, comentó con malicia.
Confirmándome que todo era una trampa suya, y una vez más me pregunté cómo había podido ser tan ciega de alguna vez enamorarme de alguien tan mezquino, porque lo cierto era que no había actitudes nuevas en Damien… él seguía siendo el mismo.
“¿Es que acaso debo agradecerte?”.
“Bueno…”, se inclinó un poco más hacia mí con otra sonrisa maliciosa.
“Considerando que ahora es mi hermanito el que no parece conforme con las reuniones que organizas a su espalda… Quizás sí”.
Miré sobre mi hombro, confundida por lo que decía y entonces vi a Emmett de pie a mitad del pasillo, mirándonos con mal gesto del otro lado del cristal, una oleada de miedo pero también de cierta satisfacción me llenó de inmediato.
“No sé cómo no te estás pudriendo por dentro con tanta mala intención que fluye en ti”, murmuré entre dientes, haciendo que él sonriera.
“Un don”, dijo sonriendo y encogiéndose de hombros.
“Espero que disfrutes de tu discusión”.
Sacudí la cabeza malhumorada y me incorporé para abandonar su oficina e ir al encuentro de Emmett, que me esperaba con cara de pocos amigos, pero mi furia era tal que al llegar hasta él simplemente seguí mi camino sin cruzar una palabra.
Siguió mis pasos, lo supe porque podía sentir su taladrante mirada sobre mi espalda mientras entraba a mi oficina.
“¿Qué hacías con Damien?”, preguntó tan pronto cerró la puerta.
“¿Yo? Notificándole que el reporte trimestral aún no estaba listo, y que probablemente no lo estuviera para hoy… Cómo Charlotte está conversando tan amenamente contigo, probablemente para mañana tampoco”.
“Charlotte se quedó sacando los informes que le pediste, probablemente los tengas aquí antes de irnos, ¿Por qué estás enfadada?”.
“Ah, pues, gracias… Por dejar trabajar a la mujer, a ver si así todo fluye con eficiencia, ¿Pero ya terminaste tu asunto con ella, no? Porque tampoco es que quiera interrumpir algo importante”.
Me encogí de hombros e hice una mueca con la boca, pero sorprendentemente, en respuesta, Emmett solo torció los labios, conteniendo una sonrisa.
“¿De qué te ríes?”, pregunté entre dientes, sintiendo que empezaba a temblar de furia.
“Irina… ¿Estás celosa?”, preguntó en tono divertido, y entonces terminé de enfurecer.
“No, estúpido engreído”, le empujé con el dedo sobre su hombro.
“Pero ya te había dicho que detesto que andes por ahí de mil amores con la z%rra esa”.
“No hables así, Irina”, pidió con calma, pero eso solo avivó mi descontrol.
“Ah, ¿Es que ahora debo cuidar mis palabras?”, pregunté ofendida.
“No, lo que digo es que nada estaba pasando, ella solo, Charlotte solo me ayudaba con unos documentos, es todo”.
“Sí, claro… Sacas mis estados de cuenta con ayuda de la señorita, ¿No?”, le acusé y él arrugo la frente al oírme.
“¿Estados de cuenta?”.
“No te hagas el tonto, Emmett, sabes de lo que hablo, y no te desvíes del tema principal, ¿Acaso no te importa ni un poco lo que digan de mí si te la vas a pasar metido en esa maldita oficina?”.
“Vale, entiendo… ¿Qué hay de mí entonces?”, gruñó acercándose más.
“¿Vas a seguir corriendo hacia Damien cada que tengas oportunidad? ¿Qué dice la gente de mí cuando haces eso?”.
Entorné los ojos y reí con cansancio.
“Ay, no, Emmett… de verdad, ya basta con el tema, ya no sé en qué idioma decirte que no tengo nada con el imbécil de tu hermano, fui a reclamarle por algo que hizo, es todo”.
“Pues yo solo fui con Charlotte por trabajo… es todo”, comentó él de inmediato con gesto desafiante, imitando mis palabras, sabiendo que eso no me calmaría.
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