La boda del heredero -
Capítulo 29
Capítulo 29:
“Bueno… La verdad es que sí he tenido unos cuantos, muy leves, en realidad, pero… Llegan siempre del mismo modo”.
“¿A qué te refieres?”.
“Siempre que una imagen nueva se proyecta en mi cabeza…Viene acompañada por una punzada de dolor, dura un minuto más o menos”.
“¿Una imagen nueva? ¿Te refieres a recuerdos?”, preguntó con curiosidad.
“Sí, creo que lo son… No estoy seguro, es que… La forma en la que llegan… Es un poco… vergonzoso”, admití sonriendo, haciendo que el doctor ladeara la cabeza.
“¿Vergonzoso?”.
“Sí, es que… Siempre que algún recuerdo ha vuelto a mí, ha sido luego de besar a mi esposa”, admití con una mueca.
“¿Y qué tiene eso de vergonzoso?”, preguntó arrugando la nariz.
“Te voy a explicar algo, Emmett… Nuestra mente es sumamente complicada, el raciocinio hace que lo simple se vuelva complejo, pero el cuerpo funciona de otra manera, y… de cierto modo, también tiene memoria. Quizás tú ves estas imágenes y quieres darle sentido, pero tu cuerpo solo quiere recuperar esas sensaciones, ¿Tiene sentido lo que digo?”.
Asentí en silencio, pensando en que si todas las imágenes que había tenido se relacionaban a la intimidad con Irina, ¿Qué significaba eso? ¿Mi cuerpo quiere volver a tenerla?
“Pero cuando mente y cuerpo están alineados, como debe ser… Todo empieza a ser tan simple como respirar. Si la forma en la que tus recuerdos están intentando regresar es por medio de tu cuerpo… creo que deberías dejarlo fluir”.
“¿Dice que debo tener más intimidad con mi esposa?”, pregunté un tanto divertido.
“¿Acaso no lo has hecho ya?”.
“No, nosotros… hemos sido cuidadosos”.
“Bueno, Emmett… Es difícil decir por qué perdiste la memoria, y es mucho más difícil prometerte que la recuperarás, pero en nuestra vida hay cosas que nos marcan profundamente, tanto que nuestro cerebro no puede suprimirlas por completo, ni siquiera en tu estado; no sé qué tan profunda es la conexión con tu esposa, pero si esos son los primeros recuerdos que quiere recuperar tu cuerpo… Tal vez deberías escucharlos. Y en cuanto a la intimidad… Tu cuerpo ya se recuperó, no hay nada que te impida intimar con ella”.
‘No, nada… solo el hecho de que nuestro matrimonio es una farsa, que ella no me ama, y que aún no confío en que olvidara a mi hermano’, pensé con sarcasmo, sin embargo de mi boca salió algo muy distinto.
“De acuerdo, lo conversaré con ella. Otra cosa, doctor… Ese informe que le dio a mi hermano, creí que habíamos acordado mantener toda mi condición en discreción”.
“¿Qué informe?”, pregunto luciendo confundido.
“Pues… Mi hermano presentó un informe suyo a la junta directiva”.
“No, yo no he levantada ningún informe. Mi asistente sí me dijo que su familia había llamado para concretar una cita, pero luego no vinieron”.
“¿Quién levantó el informe entonces?”, pregunté tenso.
“Lo averiguaré, se lo aseguro”.
La mañana del día siguiente, Irina apartaba el auto en el lugar preferencial que normalmente era reservado para mí, y mientras se quitaba el cinturón y empezaba a alistarse yo lancé la cabeza hacia atrás y suspiré profundo.
“¿Te sientes mal?”, preguntó Irina poniendo una mano sobre mi hombro.
“No, solo estoy un poco nervioso”, admití suspirando una vez más.
“¿Nervioso? El Emmett con el que me casé no tenía esa palabra en su vocabulario”.
“Sí, bueno… él no tenía amnesia, ni estaba ocultándoselo a todo el mundo, ¿O sí?”, contraataqué haciendo que ella ladeara la cabeza de un lado a otro.
“Ese es un excelente punto, pero tranquilo, que no vas a estar solo, ¿Sí?”.
“Vale, gracias”.
“Ahora… Todos me pidieron que no lo hiciera, que querían que fuese una sorpresa, pero quizás es mejor ponerte sobre aviso… Los chicos de la oficina te han hecho una bienvenida sorpresa”.
“¿Una qué?”.
Torcí el gesto.
“Ya sabes… Una pequeña celebración por tu regreso, todos están felices de tenerte de vuelta”, se encogió de hombros.
“Pero quizás pueda ser demasiado abrumador para ti, así que…”.
“Gracias, sí, probablemente no hubiese podido relajarme luego de eso”.
“Bueno, ¿Vamos entonces?”, preguntó ella alzando una ceja.
“Ehm, sí… Pero me gustaría comentarte algo primero, estuve hablando con el Doctor Giroud y él dice que un método que ha ayudado a personas con amnesia es lo del ‘verdad o ilusión’, dice que si yo tengo algo en mi cabeza puedo preguntártelo y tú me ayudarás a descifrar qué es real y qué no, y me preguntaba si esta tarde podríamos sentarnos a conversar un momento sobre eso”.
“Seguro, no tengo problemas, pero… ¿Has recordado algo?”.
Abrió sus ojos de par en par, sorprendida pero yo alcé ambas manos para que se calmara.
“Tengo algunas imágenes difusas en la cabeza, nada como un recuerdo real, pero solo quiero saber si son verdaderas”.
“Te ayudaré, tranquilo”.
Ambos salimos del auto al mismo tiempo, yo sintiéndome un tanto victorioso, aunque no sabía cómo le plantearía la situación.
Tal y como ella había anunciado, tan pronto como pusimos un pie en el piso de la oficina, todo el mundo pareció enloquecer. Me abrazó prácticamente todo el personal, algunos más animados que otros, pero todos con el mismo mensaje… ‘Lo extrañamos’.
“¿Por qué pareciera que ha regresado el mesías?”, pregunté un rato después en medio de susurros.
“Porque Damien ‘El Anticristo’ Lefebvre fue su jefe durante casi un año… Verte volver es como que le abrieran la puerta del cielo a cada uno de ellos”.
Irina me hablaba casi pegada a mi oído, y no sabía si era el recuerdo latente de aquella vivida visión del día anterior, o si era el maravilloso olor de su perfume, pero tenerla tan cerca estaba afectándome más de lo que estaba dispuesto a admitir.
“Uh, hablando del Rey de Roma”, dijo ella justo cuando Damien se acercaba a nosotros.
“Supongo que debes estar feliz, hermano”, dijo tan pronto llegó sin dignarse a saludar.
“¿Cómo estás, Damien? ¿Por qué lo dices? ¿Por la celebración?”.
“Pues porque todo el mundo parece haber enloquecido al verte”.
“Seré el juguete nuevo por tan solo unos días más, luego todo será como era antes”.
“No es que eso haga mucha diferencia”, respondió él con desdén.
“Ay, Damien deja que tú hermano tenga su bienvenida en paz”, se quejó Irina, y pude notar lo que Adrien me comentó unos días atrás, la tolerancia de la mujer con mi hermano era nula.
“Yo solo digo que siempre lo han tratado como a una celebridad, lo cual me parece absurdo, aquí todos trabajamos por igual”
Replicó Damien.
“Sí, seguro”.
“¿Al menos puedes beber? Porque si vas a estar complicando tu situación para nosotros… imagínate”.
Damien entornó los ojos y su descaro me pareció ridículo, recordé lo que me dijo el doctor el día anterior.
Decidí que era momento de confrontarlo.
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